Relación de obras
La cultura moderna es urbana. En la calle el individuo se confunde con la multitud y participa en los sucesos de la vida pública. La vida callejera será el escenario de dramas personales y sociales que el artista registrará con la nueva conciencia de ser un crítico de su tiempo y un interlocutor del poder político.
En tiempos de crisis políticas y conflictos civiles, las imágenes pictóricas se concibieron como imágenes sociales. Los pintores ponían en cuestión los usos y la moralidad de la época. El placer y el orden establecían contrapesos entre sí que, al romperse, podían conducir a la intemperancia y el atropello, pero el placer era la contraparte de libertad necesaria del orden republicano, un ejercicio moderno de la condición ciudadana.
En contraste con las representaciones del cuerpo femenino, el cuerpo expuesto masculino aparece comúnmente denotando la condición atlética. Luego de la guerra contra Prusia en 1870, la imagen de los luchadores adquiere la significación de la hombría como ejemplo para la preparación de los jóvenes para el combate.
Escapando de la civilización, que consideraba decadente, Paul Gauguin se transterró a Tahití en busca de un primitivismo estético. “Tierra deleitosa, ¿eres el Paraíso?”,* se preguntaba mientras contemplaba a una mujer tahitiana que le parecía la Eva del fin de los tiempos.
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