Fuente: 

Catálogo Comentado del Acervo del Museo Nacional de Arte. Escultura. Siglo XIX, t.I, México, Museo Nacional de Arte/INBA, 2000, pp. 89-91. Fausto Ramírez


Acerca de la pieza: 

Figuró en la duodécima exposición de la Academia de San Carlos (enero de 1862), habiéndola remitido su autor desde Roma, donde se hallaba estudiando, pensionado, desde 1854. El catálogo la describe así:
 
Estatua de Isaac, original. Llegado el inocente Isaac al lugar del sacrificio, ha apoyado en una piedra la leña que para él conduce, y espera cándidamente que su padre le muestre a la víctima, alto 1 vara 24 pulgadas. 1
 
El asunto proviene del Génesis (22, 1-19; en especial los versículos 7 y 8). Por orden de Abraham, Isaac dispone la leña para el sacrificio, ignorante de que él mismo es la víctima a punto de ser inmolada por su padre. El tema de la inocencia sacrificada ejercía un atractivo singular sobre la sensibilidad  romántica; de allí la popularidad de figuras bíblicas como Abel, Isaac e Ismael, tanto en el arte europeo como en el mexicano.
Por otra parte, esta historia posee un intenso dramatismo, sobre todo si se considera que Isaac era el único vástago que había engendrado un Abraham ya centenario, con su también anciana esposa Sara: era, pues, un hijo intensamente deseado y pedido, sobre el que Yavé le había hecho al padre muy halagüeñas promesas. Admira, pues, la fe y la obediencia ciegas de que Abraham dio prueba al no dudar en sacrificar a ese hijo unigénito tan amado para cumplir con un mandato divino (ya se sabe, la historia tiene un final feliz: convencido Yavé de la fidelidad de su siervo, le ordena detenerse cuando éste estaba a punto de degollar a Isaac). Es también un episodio rico en simbolismos tipológicos; en particular, la resignada aceptación de Isaac de su propio sacrificio, lo convirtió en una prefiguración de Cristo, sumiso a la voluntad de su Padre.
La historia de Abraham e Isaac fue representada al menos tres veces, entre 1856 y 1861, por discípulos de Clavé y de Vilar (Abraham conduciendo a Isaac al sacrificio, de José Salomé Pina; Sacrificio de Isaac, de Santiago Rebull, y este Isaac escultórico). Calvo se redujo a presentarnos a Isaac, la víctima inocente y vulnerable, como punto focal que compendia el drama bíblico: excita así la contemplación compasiva y los sentimientos piadosos del espectador. Desde una perspectiva contemporánea, no es difícil que la obra produzca más bien indignación por el autoritarismo patriarcal, con absoluto poder sobre la vida y de la muerte, que semejante sacrificio entrañaría. Pero, en un contexto conservador como el que prevalecía mediados del siglo XIX, el sometimiento tanto de Abraham como de Isaac ante lo que asumían como una voluntad superior, su sentido de la obediencia a toda cosa, parece haber tenido un eficaz propósito edificante.
En lo formal, la estatua de Calvo sugiere una influencia del neoflorentinismo europeo (es decir, de la tendencia a recrear el estilo de la escultura más esbelta y deicada del Quattrocento florentino, ejemplificada en el célebre David, de Donatello). Con todo, la crítica contemporánea percibió más bien un seguimiento ceñido de las premisas clásicas: el anónimo comentarista que hizo la reseña de la duodécima exposición para el periódico liberal El Siglo Diez y Nueve observaba:
 
Es de un efecto simpático esta composición; revela muy bien la inocencia del niño, y sus líneas sencillas y severas se aproximan demasiado al antiguo. Parado con mucha gracia, hay soltura en el movimiento, apoyando sobre el haz de leña unas manos delicadas, de una forma seductora y bien elegida. Todos sus puntos son interesantes y variados de líneas; las carnes empastadas y mórbidas, y los pliegues bien modelados.2
 
 
La escultura, como envío de pensionado, se quedó en la Academia. Curiosamente aparece consignada en el avalúo de 1867; Manuel Revilla, en el boceto del Catálogo de 1905 la registra con el número 253.3 Fausto Ramírez
 
NOTAS
1 Manuel Romero de Terreros (ed.), Catálogos de las exposiciones de la antigua Academia de San Carlos de México (1850-1898), México, IIE-UNAM, 1963, p. 323, núm. 85. Aparece catalogada allí como “Segundos ensayos remitidos de Roma, por el pensionado de esta Academia D. Epitacio Calvo"; se refieren a este Isaac y a una Cabeza de la Virgen, original en mármol.
2 "Exposiciones de la Academia Nacional de San Carlos, 1862", El Siglo Diez y Nueve, 17 a 23 de febrero de 1862, reproducida en Ida Rodríguez Prampolini, La crítica de arte en México en el siglo XIX, tomos, México, IIE-UNAM, 1964, t. II, p. 34.
3 Eduardo Báez Macias, Guía del archivo de la antigua Academia de San Carlos, 1844- l867, México, IIE -UNAM, 1976, pp. 379-388, doc. 6708. Esther Acevedo y Eloísa Uribe, La escultura del siglo XIX. Catalogo de colecciones de la Escuela Nacional de Bellas Artes, manuscrito de Manuel G. Revilla, 1905, México, SEP-INBA (Cuadernos de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico, 9), 1980, p. 34.


Descripción: 

Un adolescente, vestido con túnica corta y descalzo, rodea con ambas manos un haz de leña que descansa sobre una roca, situada a la izquierda del espectador.


  • INFORMACIÓN DE LA OBRA
  • EPITACIO CALVO
  • Isaac, ca.1861
  • TIPO DE OBJETO
  • Escultura
  • TÉCNICA
  • Yeso patinado
  • MEDIDAS
  • 148.5 x 61.5 cm
  • PERIODO
  • Siglo XIX
  • DISCIPLINA
  • Escultura
  • NÚMERO DE INVENTARIO
  • 89