Un gran palacio desde sus cimientos
El predio que hoy alberga a nuestro recinto, estuvo ocupado anteriormente por el Hospital General de San Andrés, último de su tipo en Nueva España y fundado durante la segunda mitad del siglo XVIII.
Para inicios de la centuria pasada, en pleno régimen porfiriano y como eje del proceso de modernización, el gobierno demolería algunas edificaciones de las avenidas principales, para dar paso a nuevos proyectos. Tal es el caso de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, misma que, a través de su monumentalidad arquitectónica, daría cuenta de la estabilidad y bienestar económico imperante.
Fue a partir del año 1902, cuando se comenzó con la planificación de este inmueble, bajo la dirección del arquitecto italiano Silvio Contri. El nuevo recinto debía ser majestuoso en tamaño y estructura, dotado de un lenguaje sumamente moderno y ecléctico, y con detalles ornamentales que evocaran el Renacimiento italiano, el Clasicismo francés y el Barroco. El edificio habría de revestirse con las espléndidas pinturas, escayolas, mobiliario y plafones de la notable familia Coppedè, de origen florentino.
Resulta interesante que todos estos modelos, propuestas y planos, así como el material solicitado por Contri para la construcción del palacio, fueron enviados desde Florencia hasta el puerto de Veracruz y, finalmente, a la Ciudad de México. Por otro lado, llegaron los dibujos del anteproyecto del jardín, el cual se ubicaría en la calle de Tacuba; de Norteamérica, vendría la propuesta de las columnas principales del edificio, cuyo diseño estuvo a cargo de la empresa estadounidense Milliken Brothers.
La Fonderia del Pignone se encargaría de realizar los trabajos de herrería de las puertas, ventanas y, desde luego, la portentosa escalera y su barandal de motivos orgánicos, custodiada por dos grandes leones con sus escudos. Dos felinos más, habrían de flanquear la escalera del patio interior, replicando el modelo que realizó Antonio Canova para el monumento funerario del Papa Clemente XIII. A la riqueza ya descrita, se sumarían otros elementos decorativos y estilísticos, como los rosetones, ménsulas, pilastras, vidrieras, luminarias y balcones, solo por mencionar algunos.
El mobiliario se importó desde Italia y, el resto, fue realizado por el Palacio de Hierro, a través de un contrato que incluía enseres y muebles con características específicas, mismos que habrían de ser ensamblados y tallados por talentosos ebanistas de la misma empresa.
El arduo trabajo de Contri, así como de todas las empresas y personas involucradas, culminaría en 1912, cuando se llevó a cabo la inauguración del edificio como sede oficial de la referida Secretaría. Se trataba de una clara muestra de las ideas de modernización, avance y progreso del país, así como el reflejo del ideal arquitectónico porfiriano que culminaba en el contexto de una revolución.
Pasado el tiempo, este monumental edificio albergó al Archivo General de la Nación, hasta que, en 1982, la Secretaría de Gobernación lo entregaría a la Secretaría de Educación Pública, para instalar en él un museo de envergadura nacional. Éste fue inaugurado el 23 de julio del mismo año como Museo Nacional de Arte, recinto que hoy forma parte de la Red de Museos del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, albergando más de ocho mil piezas artísticas que abarcan una temporalidad de la segunda mitad del siglo XVI hasta la primera del XX para el disfrute de todos los públicos.
Alma Delia Sánchez Carbajal
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