OBRA DEL MES
OBRA DEL MES P. Ruiz, La batalla de Miahuatlán, 3 de octubre de 1866 No cabe duda que las bodegas del Museo contienen obras maravillosas que por motivos de espacialidad no se encuentran en el recorrido permanente. Es el caso de esta obra en la que el general Porfirio Díaz a caballo, siete veces presidente de la República Mexicana, arenga en la acción bélica a sus tropas de “chinacos” del Ejercito republicano de Oriente. Con un semblante heroico y al centro de la obra, Díaz es inmortalizado en esta pintura que lo vanagloria como vencedor en la batalla de Miahuatlán del 3 octubre de 1866, misma en la que derrotó al ejército francés del Segundo…
OBRA DEL MES
P. Ruiz,
La batalla de Miahuatlán,
3 de octubre de 1866
No cabe duda que las bodegas del Museo contienen obras maravillosas que por motivos de espacialidad no se encuentran en el recorrido permanente. Es el caso de esta obra en la que el general Porfirio Díaz a caballo, siete veces presidente de la República Mexicana, arenga en la acción bélica a sus tropas de “chinacos” del Ejercito republicano de Oriente. Con un semblante heroico y al centro de la obra, Díaz es inmortalizado en esta pintura que lo vanagloria como vencedor en la batalla de Miahuatlán del 3 octubre de 1866, misma en la que derrotó al ejército francés del Segundo Imperio Mexicano. De Porfirio Díaz pueden escribirse decenas de páginas, pero la justificación para abordarlo aquí es que nació en septiembre, el día 15 de 1830. El primero “héroe” de las causas republicanas y después “tirano” de la dictadura -las paradojas de la Historia Patria-, fue originario de Oaxaca de Juárez y fue un destacado militar antes de encumbrarse a la presidencia a través del Plan de Tuxtepec en 1876, asonada contra el presidente Sebastián Lerdo de Tejada que pretendía reelegirse. Otra paradoja de la historia de México indica que Díaz y su gente derrocó a Lerdo por descontentos entre los que estaba su postura reeleccionista; más tarde, el propio Díaz se reeligió en seis ocasiones (fue presidente de 1877 a 1880 y se subió a la silla presidencial de nuevo en los periodos 1884-1888, 1888-1892, 1892-1896, 1896-1900, 1900-1904 y 1904-1911). Muchas cosas tangibles e intangibles dejó el porfiriato en la vida de México, simplemente el edificio sede del Munal, el antiguo palacio de Comunicaciones y Obras Públicas, es producto de aquella administración.
Pero uno de los legados más curiosos de don Porfirio, relativos a las celebraciones patrias, fue haber cambiado el protocolo de la fiesta nacional por excelencia del 16 de septiembre, cuando muy temprano el cura Hidalgo inició la sublevación insurgente de 1810, al 15 de septiembre a las once de la noche -como hasta hoy se acostumbra-, y que es la fecha y hora del nacimientos de Díaz. Esto fue uno de sus grandes caprichos, ya que él en vida se sentía un prohombre de la patria. Asumió su linaje, “modestamente”, como prócer de México en la línea de Cuauhtémoc, Hidalgo y Juárez. En su juventud, brillan las actuaciones de Díaz como general liberal en la derrota de los conservadores, la expulsión de los franceses y el fusilamiento de Maximiliano entre 1862 y 1867. En el año del 1866 encabezó el asedio y derrota de los franceses en Oaxaca, y la batalla de Miahuatlán del 3 de octubre es de las más recordadas, como en esta excepcional pintura del género militar que realizó con austeridad de tonos -a manera de dibujo o grisalla- P. Ruiz.
¿Quien fue Ruiz? Poco se sabe de él. En primer lugar la investigadora Esther Acevedo planteó que la obra no es de Santiago Hernández, el reconocido dibujante de La Orquesta, como la registra el INBA por una inscripción a mano en el reverso, sino de Ruiz, ilustrador de impresos litográficos y cromolitográficos para, entre otras publicaciones, aquellas que destacaron las glorias del general Díaz cuando este ya era dictador, como en Apuntes históricos de la carrera militar del señor general Porfirio Díaz, presidente de la República Mexicana, de 1889. En esta publicación aparece la estampa idéntica a la pintura del Munal. Sobre la lectura de la composición, en dinámica cabalgata el batallón de Díaz (cuerudos chinacos de la tropa informal) aplasta a buena parte de la fuerza de 2 mil hombres del general Oronoz, sólo con la mitad de soldados. Díaz se valió de sus artimañas, de sus cualidades militares y del conocimiento de la geografía. Una diagonal divide una lucha personal a la derecha en la que un republicano vence a un imperialista en un entorno apagado, mientras que a la izquierda, el hábil artista recrea el vertiginoso río de jinetes que va aplastando al enemigo y se dirigen a galope hacia el extremo medio derecho de la superficie pictórica, flanqueado este vendaval de caballistas por los paredones de adobe del modesto pueblo del municipio indígena de Miahuatlán.