Los móviles recreativos de la pintura: sus orígenes y fines en Roberto Parodi
No hay que pasar por alto que clasicismo y expresionismo han sido
identificados como polos opuestos que han marcado el devenir en la his-
toria del arte, mismos que ahora —y desde hace tiempo— vemos reunidos
en la propuesta de un solo artista, lo cual despierta varias interrogantes:
¿Podemos precisar de dónde procede el arte de Parodi? ¿Dónde ubicamos
su propuesta plástica? ¿A qué obedecen sus inclinaciones? ¿Qué puntos de
partida debemos reconocer para valorarla? Y, sobre todo, ¿a dónde condu-
ce su propuesta plástica? En cuanto al origen, parte de los lógicos antece-
dentes históricos proveídos por el artemexicanoprecedente a su generación,
la relación con occidente ha constituido una influencia cuyo peso hace
oportuno un recuento de algunos hechos en particular.
Recordemos que, tras el dominio y paso de las vanguardias artísticas,
el establecimiento en occidente de una especie de “nueva versión” de arte
tradicional al final de la década de 1970, desembocaría en la influencia
europea de mayor relevancia sobre los artistas mexicanos en la década
de 1980. Bajo el título de posmodernismo, la nueva tendencia significó un
regreso al orden, a la imagen, al arte narrativo, al que muchos dotaron de
una carga de ironía y desencanto. Una vez más dejó de cuestionarse el
pasado y simplemente se le
recreó
. Particularmente en Italia, el posmoder-
nismo se condujo del revivalismo a la reelaboración, del retroceso a la
copia, de la nostalgia a la proyección del yo. Tomó prestado del
Novecento
italiano, del arte metafísico de Carlo Carrà y Giorgio de Chirico, de las obras
de los grandes soñadores extravagantes de la Italia de las décadas de
1930-1940. Marcó un retorno a la tradición, a lugares característicos de la
pintura y su imaginería, reclamando el derecho de echar mano de citas,
tributos, préstamos y digresiones a placer. En su momento, fue reconocido
que el lenguaje del posmodernismo “evoca la experiencia de lo real y las
asociaciones ilógicas propias de los sueños; finalmente, la pintura regresa,
la naturaleza —flores, árboles, animales— regresa, la historia entera de la
humanidad regresa”.
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El desarrollo de rasgos posmodernistas, producto de la reelaboración
de los transvanguardistas italianos fue a su vez compartido por sus contem-
poráneos alemanes, los neoexpresionistas o Nuevos Salvajes, quienes lo
llevaron a una caracterización de otros matices. Los artistas alemanes,
alejados de la tradición formalista y poco afines a los valores de abstracción
y espiritualidad que se difundieron tras la Segunda Guerra Mundial, enten-
dieron la vuelta a la pintura como el medio más eficaz para hallar la razón
histórica de su presente y, en cualquier caso,
como la manera más inmediata y directa de
asimilar la modernidad y reencontrarse con
5. L. Vergine,
Art on the Cutting Edge. A Guide to
Contemporary Movements
(primera edición en
inglés), Milán, Skira, 2001, p. 304