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Saúl E s par z a
reciente bonanza económica, naturalmente también por su talento, así
como por las innovaciones técnicas de la época. Entonces tomemos lo que
W. M. Ivins consideró el mayor logro ocurrido durante el Renacimiento: la
“racionalización de la vista”,
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es decir, el desarrollo de la perspectiva lineal
(considérese también, si se desea, el
sfumato
leonardesco). Con tales re-
cursos, la ausencia del retrato como pintura del arte antiguo a su alcance,
aunque existente en el decorado de utensilios o en el acuñamiento de
monedas con imágenes de perfil, no evitó que fuera
recreado
en el Rena-
cimiento describiendo al modelo de frente, mostrando tres cuartas partes
de su rostro, o en actitudes y poses cotidianas, con resultados que ya co-
nocemos.
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En la actualidad, a dos mil años de Roma y quinientos del Renacimien-
to, no resulta extraño que nos parezca largo el recorrido que han expe
rimentado las artes; es lugar común reconocer como vertiginoso el devenir
de toda disciplina artística en el lapso de cinco siglos. Del Barroco al
Romanticismo, del vanguardismo al arte conceptual, el relato del arte es
multifacético. Pero sin duda, si hacemos un recuento histórico del desarro-
llo de las artes en cualquiera de sus momentos más memorables, nos
hablará en algún momento de dos caras de la misma moneda: creación y
recreación.
Alba de óleo-color de piedra
parece haberse concebido con un
punto de partida así. Sin embargo, el resultado de tomar una selección de
ocho esculturas del siglo
xix
pertenecientes a la colección del Munal y
emplearlas como motivo para la realización de un conjunto de pinturas
no es algo simple de describir. Particularmente si el pintor ha sido alguien
como Roberto Parodi (Ciudad de México, 1957).
Enfocándonos primero en el motor de la recreación, tenemos en
Parodi a un artista al que le es propio todo lenguaje plástico accesible a
través de la disciplina de quien profundiza en la práctica del oficio com-
prendido desde la antigüedad a nuestros días. Quedan al margen todos
aquellos aspectos que anteponen a estos valores otra clase de discurso,
ya sea ideológico, social, político; los valores de su postura ante el mundo
como individuo pensante miembro de la humanidad —que con frecuencia
quedan expuestos— pueden formar parte de su propuesta, pero sólo in-
tegrados a un discurso pictórico rector. De modo peculiar la producción
plástica de Parodi brinda ejemplos que van desde el género de la natu
raleza muerta (o incluso más allá, en obras que tienen su origen en el
naturalismo clásico), hasta el empleo de un
estilo con énfasis en la expresividad y que
en su momento ha sido identificado como
transvanguardista.
3. Ladislao Reti,
The Unknown Leonardo
, EEUU,
McGraw-Hill, 1974, p. 320
4. Peter Burke.
Op. cit.