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M.C. Escher : una manera de mirar
Caro Verbeek
litografía), indicar sombras e intensificar el dramatismo y la plasticidad de una
imagen. Para ello, tan sólo necesitará entintar con tinta negra una única plancha de
madera o de piedra, mientras que para los colores hacen falta varias impresiones,
un procedimiento más laborioso que naturalmente también es usual en la gráfica.
Pero una mirada desde la técnica no basta para explicar por qué Escher
prefería no incursionar en el uso de otros tonos. El artista tenía una predilección
por las dualidades. Los opuestos se conceden mutuamente el derecho de existir.
“El bien no existe sin el mal, y quien quiera adoptar un dios, deberá reservarle
un lugar equivalente al diablo. Eso es equilibrio; yo vivo de esa dualidad […]
Igualmente, es muy simple: blanco-negro, día-noche; el artista gráfico vive de ello”.
En el grabado
Cielo y agua I
(1938) se aprecia de un vistazo a qué se refiere.
El principio de dualidad también se mantiene en los grabados policromos.
Obsérvense, por ejemplo, las obras
Intersección de dos planos
(1952) y
Banda de Moebius I
(1961). El anaranjado y el verde son colores complementarios y, por consiguiente,
polos opuestos en el espectro.
El propio Escher nos ofrece una explicación un tanto insólita de su predi-
lección por el contraste: su zurdera. En un artículo publicado en 1952, en la revista
NVTO
, el artista leyó una afirmación sobre la supuesta relación existente entre la
condición de zurdo y la forma, motivo por el que los artistas zurdos optarían más
a menudo por el dibujo y los diestros se sentirían más identificados con el color,
y se inclinarían, en consecuencia, por la pintura. En una carta dirigida al articulista,
Escher escribe que dicha afirmación le resulta absolutamente plausible y agrega lo
siguiente: “[…] el hecho de ser más sensible a la forma que al color también puede
haberme inducido a ser artista gráfico antes que pintor”.
Pero ¿a qué se debe entonces la presencia del color? Un análisis más
detallado nos enseña que poco tiene que ver con la estética. Observemos nueva-
mente la mencionada obra,
Banda de Moebius I
. Una banda (o cinta) de Moebius
–un hallazgo del matemático alemán Augustus Ferdinand Moebius (1790-1868)–
se confecciona al girar ciento ochenta grados el extremo de una tira de papel y,
después, uniéndola al otro extremo. Siguiendo la banda con la mirada, el obser-
vador puede continuar hasta el infinito e ir a parar a cualquier punto de la figura sin
saltarse el borde, ya que ésta no tiene más que una sola cara. Sin embargo, al utilizar
dos colores, Escher sugiere que la banda tiene dos caras. Si hubiera sido coherente,
la diagonal que va de abajo a la derecha y de arriba a la izquierda tendría que haber
sido en realidad anaranjada. Mediante el uso del color, el artista intenta engañarnos.
¡Y vaya que lo consigue!