pp. 20-21
Espejo mágico
1946
Litografía
280 x 445 mm
The M.C. Escher Company
fig. 1
Estrellas (detalle)
1948
p. 192
Introducción
[…] hasta donde he podido averiguar, a pocos o a casi ninguno de mis prójimos les causa la misma
impresión que a mí lo que observan a su alrededor.
Con estas palabras solía concluir Maurits Cornelis Escher (1898-1972) las charlas
acerca de su obra, la cual nos muestra una visión única del mundo. Un mundo mucho menos estático y unívoco
de lo que nos presentan en una superficie plana, ya sea en una fotografía, en un dibujo, en una pintura o en la
pantalla grande. Para que un público –lo más numeroso posible– pudiera ser partícipe de su visión, Escher se
sirvió de la gráfica, ya que los grabados, entre ellos las xilografías y las litografías, son reproducibles por definición.
A Escher le agradaba enfocar un problema desde distintas ópticas. Por eso,
respetando plenamente su espíritu, en el presente ensayo revisaremos su obra desde
varios ángulos. En primer lugar trataremos el uso del color y del movimiento,
precisamente por ser dos aspectos que a menudo se pasan por alto. Después, situa-
remos a Escher entre sus predecesores, sus coetáneos y, por último, los artistas con
los que ya no llegó a coincidir pero que se inspiraron en él y trabajaron bajo la misma
premisa, y que incluso partieron de ella: el mundo siempre cautivador de la ilusión
espacial en una superficie plana.
Escher : uso del color y del contraste
En 1922, un espectáculo imponente durante una excursión en barco lleva a Escher
a reproducir en papel los colores que ofrece la naturaleza: “El color del mar se volvió tan llamativo que, pese a
mi empedernida predilección por el blanco y negro, no pude contenerme e hice un pequeño esbozo a color”.
Al año siguiente, la naturaleza no lo convence: “Todavía no me dedicaré a todas esas hermosas florecillas
–pues el color, aun no siendo imprescindible para ellas, es deseable, y no quiero utilizar color”, escribe Escher
en una carta sobre la flora tan admirada por él con la que se encuentra en Italia.
En su mayoría, los grabados realizados por M.C. Escher carecen de color,
de ahí que las imágenes en las que éste desempeña un papel llamen poderosamente
la atención. En los casos contados en los que aplica una paleta cromática más
amplia, con inclusión del dorado, el rojo, el azul o el verde, Escher tiene un motivo
específico para hacerlo.
Por lo general, observamos en este artista un claro contraste entre el negro
y el blanco o una gama de grises entre ambos colores. Su maestro Samuel Jessurun
de Mesquita lo alentaba a usar este método de trabajo. Según él, en una super-
ficie plana la realidad polícroma podía reflejarse únicamente mediante el contraste.
Postulaba incluso que un objeto que en la realidad se componía tan sólo del negro
y el blanco –como una cebra, por ejemplo– no necesitaba ser representado, pues
ya era en sí una xilografía viviente. Para el artista gráfico, el contraste constituye el
medio expresivo por antonomasia. Con él se puede definir planos, trazar líneas claras
(tanto en blanco sobre negro en la xilografía, como en negro sobre blanco en la
M.C. Escher:
una manera de mirar
Caro Verbeek
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M. C. Escher y sus contemporáneos