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NÚM.11
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DICI EMBRE
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2012
1938
Zúñiga obtuvo un puesto de ayudante en La Esmeralda. Fue contratado como ayudante del escultor Guillermo
Ruiz para la realización de obras monumentales encargadas por el gobierno del General Lázaro Cárdenas.
Formó la Sociedad Mexicana de escultores con Guillermo Ruiz, Rómulo Rozo, Juan Cruz y Fidias Elizondo.
¿DÓNDE?
Francisco Zúñiga. Cuerpos del territorio.
Hasta el 24 de febrero de 2013. Salas
32 / 33 del Recorrido Permanente del
Museo Nacional de Arte.
otros la relación al territorio; una vez
más el paisaje. Por ello no cesará de
desplazarse en una dinámica pendu-
lar entre el entusiasmo por lo pro-
piamente sensual del florecer, que
viene de sus orígenes tropicales y la
melancolía de la erosión en aquello
que se marchita y desvanece, actitud
con la que se identifica y que durará
a lo largo de su vida. “Aquello que
tienen de extraordinario esos dioses
antiguos perdidos en la selva, parti-
dos por un árbol que va buscando
su camino, dioses imponentes y car-
comidos a la vez. Sería ideal que pu-
diera combinar y concentrar en una
misma escultura esos dos aspectos
como objetivo plástico, recuperar
valores contrarios, realzándolos, afir-
mándolos”.
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CAMINO SINUOSO
La obra muestra múltiples digresio-
nes o transiciones y cada una mere-
ce sin duda atención, pero nuestra
intención aquí es la de una aproxi-
mación general. Sabemos que no
hay línea recta en el recorrido de
un artista, y los encuentros o desen-
cuentros en que la obra se sustenta,
siguen un camino sinuoso, de angus-
tias, retornos y silencios y por ello
es evidente que no todas las obras
son contundentes, no todas tienen
que satisfacer la misma necesidad
de su hacedor. Pueden ser disciplina
cotidiana, encargo, producción, ejer-
cicio o proceso de gestación que las
conduce, eventualmente, a “ser o no
contundentes” y por contundencia
entendemos aquello que al fundir la
expresión con la síntesis de la inten-
ción primera no deja lugar a dudas.
Si al detenerse frente a las obras,
a sus constantes y variantes se puede
establecer ¿a que se refiere? o ¿qué
nos dice?, nuestra voluntad de exhibir
obtendrá una primera satisfacción.
Si bien no vuelve a la entalladura
en la que había trabajado en sus pri-
meros años, si se acerca a la piedra li-
tográfica lo que permite por un lado
experimentar técnicas que no cono-
ce y por el otro reducir la presión en
la demanda de los coleccionistas que
para principios de los años setenta
es particularmente intensa, por eso
mismo accede también a la solicitud
de una galería local de publicar un
portafolio de reproducciones en off-
set; el arte también es una mercan-
cía y tiene que ser un satisfactor, no
sólo responder a la vanidad subjeti-
va de hipotética pureza de su hace-
dor. Vuelve a la talla de madera que
exige de él una actitud de distinta
mesura y durante un tiempo, cuan-
do las condiciones se lo permiten,
se deja llevar por el ejercicio de su
oficio, sin tensión y con placer, en-
sayando opciones formales, siempre
basado en su tesis de la vigencia de
la figura humana. Algunos de sus
bronces son de textura suave, afir-
mativos de lo sensual como hemos
dicho y otros, trabajados directa-
mente sobre el yeso y sin pasar por
una primera etapa de modelado en
barro, tienen una textura más dura y
erosionada, una vez más la voluntad
formal de asimilar valores contrarios
que realzan y afirman. Relajado, se
desplaza para tallar mármoles diver-
sos en Italia o para hacer litografía
en Barcelona y en París.
“Las figuras en cuclillas son una
masa esférica sustentada por dos
puntos de apoyo: las piernas flexio-
nadas. Este es el tema del quehacer
cotidiano, y hasta el de parir. Las
figuras recostadas, somnolientas o
relajadas con una marcada sensua-
lidad de animal echado. Las figuras
sentadas como pirámides o ausen-
tes orantes. Trato de captar todo
ese mundo intemporal, esa resis-
tencia que hace de México uno de
los grandes pueblos de la tierra. Las
figuras de pie, la verticalidad, carac-
terísticas del hombre diferenciándo-
lo de otras especies. Es importante
la caja de la cadera, especie de con-
cha sustentada en las columnas de
las piernas, que a su vez sustentan
la columna vertebral y remata ese
eje central, la cabeza. Los paños o
rebozos, tienen una función: la de
velar parte de la figura, o recalcar
una forma o saliente, de equilibrar
o continuar un ritmo en la compo-
sición. En los grupos, las caderas
trazan un eje horizontal de apoyo
al conjunto, los espacios como vo-
lúmenes negativos, lo que en cine-
matografía se llama “fuera de cua-
dro”, las oquedades o las salientes
firmes, toda esa construcción está
pensada, calculada. De primordial
importancia es la luz que ilumina
o resalta las formas definiendo las
oquedades y los planos salientes,
las texturas rugosas o pulidas se-
gún el material. El trabajo directo
en el yeso para fundir al bronce.
Los bronces para formas abiertas,
los mármoles o piedras para formas
cerradas. Todo esto, desde luego, es
el taller, la técnica que se pone en
práctica y va uno inventando según
las necesidades. […] Retomo la fi-
gura humana como una especie de
revancha, después de veinte años
de escultura de artefactos y mate-
riales diversos como totems de una
sociedad singular, distraída o fútil.
La retomo como si fuera el primero
en descifrar su sentido, volviendo
la espalda a un internacionalismo
de tendencias y programas, para
impulsar mis ideas hasta en las
particularidades singulares de una
región, de un lugar, de un origen.
Una especificidad. La escultura es
para mí un combate por la vida, por
una humanización que no llega, en
esta danza de lenta espera, que a
veces pasamos sin verla, esperando
llegar a lo esencial. Adorno, en sus
Observaciones sobre la teoría críti-
ca
dice: “El pensamiento posee un
momento de universalidad: lo que
fue bien pensado, será necesaria-
mente pensado, en otro lugar y por
alguien más; ésta certeza acompaña
al pensamiento más solitario...”.
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LA VIDA DEL ESPÍRITU
Como nos sentimos, a priori, atraí-
dos por esta obra, existe también
para nosotros otra motivación al ex-
hibirla. Tenemos la seria impresión
de que hoy, como hace veinticinco
años cuando el escultor decía “la es-
cultura, sin embargo, parecía quedar
a la zaga de las otras artes”, a pesar
de que la figura se ha mantenido e
incluso resurge, parece que aquellos
que la ven no saben a ciencia cierta
que hacer con ella, aunque para no-
sotros sea claro que “el artista fabri-
ca objetos que no sirven para nada,
pero que nutren la vida de aquello
que no puede más que llamarse la
vida del espíritu”
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, y por eso mismo
volver a verla sólo puede ser acerta-
do y sensato.
¿Basta con una mirada para ver
el arte?
La posibilidad de mirar de nue-
vo, con mayor atención tal vez, la
obra que esta exposición presenta,
ver de paso o detenerse a ver. Ver
con perplejidad, es decir con una
especie de sorpresa en la mirada,
atónitos, o con la supuesta agudeza
del que sabe, asumiendo la posibi-
lidad del
déjàvu
. Tiene sentido, es
válido y en buena medida remite a
la propia actitud del artista frente a
sus modelos.
Ciertamente al detenernos frente
a esas obras, la representación nos
ofrece de inmediato una retórica, fe-
nómeno propio de cada artista y de
cada obra que se percibe, desde lue-
go, de modo distinto de acuerdo con
el momento histórico. Como vivimos
un tiempo en que la representación
es dominada por el discurso que la
acompaña y califica, se ha perdido
mucho de la lectura directa y habría
que poder resistir y definir lo que
nos dice a nosotros, en directo, sin
la intervención de nadie. Como la
constante en la obra, es la va-riante,
la sutil modificación de elementos o
detalles; trazo de orfebre que sigue
reglas precisas que él mismo estable-
ce, algunas de las obras van acom-
pañadas de un boceto primero con
el que se corresponden, pero no es
una actitud sistemática. Otras obras
están presentes por sus diferencias
con lo que mejor se conoce del ar-
tista. Aun si el espacio delimitó de
antemano la cantidad de obra que se
presentaría, también se intentó enfa-
tizar la versatilidad del artista.
8.
Vigencia de la figura humana.
Discurso de in-
greso a la Academia de las Artes de México, 6 de
Agosto de 1987, México D.F.
9.
Vigencia de la figura humana.
Discurso de in-
greso a la Academia de las Artes de México, 6 de
Agosto de 1987, México D.F.
9.
Dialogue avec les morts,
Jean Clair, Gallimard.
Francia. p. 68
F R N C I S C O Z Ú Ñ I G A . C U E R P O S D E L T E R R I T O R I O
Desnudo de cuclillas,
1963.
Dos cabezas de viejas
, 1976.
Mujer embarazada,
1972.