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SEPT I EMBRE
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1935
El 9 de septiembre de 1935 murió en la Ciudad de México
Fermín Revueltas
, pintor y muralista,
integrante del grupo estridentista en la década de 1920.
P u e r t a s a d e n t r o
En esta sección recurrimos a
expertos y profesionales vinculados
al ámbito de los museos, a fin
de conocer su perspectiva sobre
el Museo Nacional de Arte y su
opinión sobre las funciones que
esta institución desempeña.
Visiones
prejuicios
y prospectos
El Munal visto por los
profesionales del arte
ProfesorWilliamAlfonso López Rosas.
Director de Maestría en Museología y Gestión del Patrimonio Cultural de la
Universidad Nacional de Colombia.
Visión
¿Cómo asume la misión del museo,
conformado por acervos patrimo-
niales del siglo XVI al XX, conside-
rando las circunstancias del país y
del entorno internacional?
Visto desde afuera (Bogotá, Colom-
bia), creo que la misión del Munal,
además de conservar, estudiar y
comunicar sus actuales acervos ar-
tísticos y patrimoniales, debe esta-
blecer una línea de acción agresiva
para integrar acervos artísticos con-
temporáneos y, sobre todo, conec-
tarlos con las diferentes tradiciones
poéticas e intelectuales del arte en
México. Por otra parte, y en vía dia-
lécticamente contraria, debe esta-
blecer programas de investigación
que, sobre todo, activen los patri-
monios artísticos del pasado de cara
al presente. Me parece que las in-
vestigaciones sobre el arte más con-
temporáneo así como aquellas que
estudian períodos históricos no tan
cercanos, debe tener esa doble vía:
religar el presente con el pasado y,
a su vez, el pasado con el presente,
en un juego crítico que, sobre todo,
permita a los diferentes públicos de
los museos, la historia del arte y, en
general, los espacios de mediación
artística, construir una perspectiva
de largo aliento sobre las dinámicas
creativas en la sociedad mexicana,
de cara al presente y al futuro.
Otro aspecto de la misión del Mu-
nal que me parece vital es la configu-
ración, en relación con estos acervos
artísticos, de procesos de construc-
ción del derecho a la experiencia
estética en su más amplio sentido.
Creo que en México, como en otros
ámbitos internacionales, museos
como el Munal, cargan un lastre an-
tidemocrático y elitista muy difícil de
superar. En este sentido, sobre todo
en un contexto político y económico
como el que actualmente vivimos, se
hace insostenible, en térmicos demo-
cráticos, perpetuar las sutiles formas
de exclusión de la cultura letrada, de
los circuitos culturales letrados, que
heredamos de la intelectualidad y las
clases políticas dominantes en casi
toda América Latina.
Por último, por ser uno de los
principales museos del INBA, es im-
portante que lidere un proceso radi-
cal y profundo de autonomización
de la administración de los museos
de arte del Estado. Éste es un proce-
so difícil, por las complejas formas
de articulación de la política cultu-
ral mexicana, pero esencial. Estoy
convencido de que hacer posible
la democratización del derecho al
arte, pasa por configurar un espacio
autónomo de gestión profesional de
los museos. Sin éste, no es posible
dar los pasos hacia adelante que,
creo, se deben dar, en el Munal, y
en el resto de los museos del INBA.
Prejuicio
¿Cómo se ha replanteado la categoría
“arte mexicano” en nuestros días?
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agosto
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Aunque no soy un especialista en el
tema, sí he tenido cierta cercanía con
algunos investigadores, curadores y
museólogos mexicanos, y, en cierta
medida, creo que todos ellos coin-
cidirían conmigo en relación con la
doble dimensión que una categoría
como el “arte mexicano” juega en la
coyuntura. Por una parte, está claro
que ésta hace parte de las políticas
culturales del Estado nacional, y que,
a pesar de todas las vicisitudes del po-
der ejecutivo en los últimos tiempos,
sigue siendo uno de los fundamentos
para articular, desde el poder político,
la gestión de la identidad nacional, en
los términos más ortodoxos y conser-
vadores. Por otra parte, y aquí pienso
sobre todo en el trabajo de curadores
como Olivier Debroise, Pilar García
de Germenos, Cuauhtémoc Medina,
Osvaldo Sánchez, Sol Henaro, o en el
trabajo de historiadoras del arte como
Karen Cordero y Esther Acevedo, o en
el de museólogos como Luis Gerardo
Morales, la categoría “arte mexicano”
ha permitido establecer un programa
de investigación crítica que, en térmi-
nos generales, ha develado no sólo las
manipulaciones que desde el campo
del poder se han realizado en relación
con el establecimiento del canon ofi-
cial, sino que ha recuperado la obra
de artistas que, por diferentes circuns-
tancias, habían sido olvidados. No
puedo dejar de pensar al responder
esta pregunta, en las profundas reso-
nancias que tuvo un proyecto como
La era de la discrepancia.
Arte y cultu-
ra visual en México 1968 - 1997.
Creo
que este proyecto es un paradigma de
esta segunda dimensión o, mejor, co-
rriente de configuración crítica de lo
mexicano dentro del campo artístico.
Prospecto
¿Cuál es su visión del Munal dentro
de 20 años?
Esta pregunta es muy difícil de res-
ponder para mí. La primera vez que
fui a México en 2001, visité la expo-
sición permanente del Munal. Si no
estoy mal, en aquel momento, esta
exposición había sido recientemente
abierta por el equipo que dirigió Gra-
ciela de La Torre, antes de pasar a la
UNAM. En aquel entonces, no podía
dejar de leerla con gran emoción y
expectación; aunque suene un poco
cursi, con gran alegría. Como histo-
riador del arte, el arte y la literatura
mexicanos siempre ejercieron sobre
mí una gran atracción. Las lecturas
de Carlos Fuentes, Octavio Paz, pero
también las de Jorge Ibargüengoi-
tia, o la de algunos de los escritores
asociados a la Literatura de la Onda,
como José Agustín, así como la obra
de artistas como Nahum Zenil, Pedro
y Rafael Coronel, que habían sido
presentados en una exposición muy
significativa para mí, Por mi raza ha-
blará el espíritu, que se presentó en
Bogotá, en el año 96, y claro, la de
los popes Iturbide, Kahlo, Siqueiros,
Orozco, Rivera, Toledo, y un gran et-
cétera, estaban dentro de mi inven-
tario poético personal; y, en ese mo-
mento, supongo que tenía una tácita
cita con todos ellos. En este contexto,
la exposición del Munal fue para mí
una gran experiencia. No sólo estuvo
a la altura de mis expectativas sino
que me mostró un universo comple-
jo y rico, que, recuerdo, visité unas
cuatro veces. La última vez que fui
a México, en octubre del año pasa-
do, este montaje ya mostró, para mí,
signos evidentes de agotamiento. Su-
pongo que se trata del ciclo “natural”
de un tipo de exposición como esa,
cuya vitalidad y actualidad, no va
más allá de los diez años. En este
sentido, creo que dentro de 20 años,
el Munal debe -además de tener una
exposición permanente muy con-
temporánea, situada dentro de los
recursos museográficos de vanguar-
dia- contar también con un programa
museológico significativo para los
públicos de ese momento. Me imagi-
no un museo con una gran vitalidad
expositiva y con una gran capacidad
de gestión simbólica de sus acervos y
de su propia institucionalidad. Ahora
pienso en la conjunción de los más
acertados y lúcidos alcances de la lla-
mada Nueva Museología y de los más
sofisticados y potentes logros de las
redes sociales, como fundamentos de
su proyecto museológico.