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Solicita una pensión a la Academia de San Carlos. Ejecuta sus primeros estudios, apuntes y cuadros
como
Pirú
y las dos versiones del
Patio del ex convento de San Agustín.
1860
Homenaje por el Centenario luctuoso de José María Velasco: 1912 - 2012
El Museo Nacional de Arte, con el apoyo de la Secretaría de Relaciones
Exteriores, presenta la exposición virtual itinerante J
osé María Velasco:
visiones del Anáhuac
, muestra que pretende dar a conocer la obra de este
creador mexicano en distintas sedes de países centroamericanos a través
de la reproducción de 25 de sus trabajos, realizados entre 1861 y 1910.
consecuencia de esos encargos sus
paisajes arquitectónicos y sitios
colmados de referencias históricas
fueron obras caracterizadas por la
yuxtaposición de lo antiguo a lo mo-
derno, la tradición a la modernidad.
De modo simultáneo a su trabajo en
el museo Velasco realizaba sus in-
vestigaciones científicas, y desarro-
llaba sus actividades para la revista
El Renacimiento,
fundada 1869 por
el escritor Ignacio Manuel Altami-
rano, con la intención de construir
mediante la actividad literaria una
cultura nacional.
Profeta en su tierra
El impacto que tuvo la obra de Velas-
co trascendió las fronteras políticas
del territorio nacional, participando
en varias exposiciones internacio-
nales, entre las que sobresale la Ex-
posición Internacional de Filadelfia,
celebrada en 1876. En este evento
Velasco fue el único pintor mexica-
no premiado. Años despúes, en la
Exposición Histórico-Americana con
la que España festejó el IV Centena-
rio del Descubrimiento de América,
en 1892, Velasco figuró esencial-
mente como dibujante y pintor ar-
queológico, a título de colaborador
del Museo Nacional y fue premiado
con la medalla de oro. También para
la Exposición Universal de Chicago
en 1893, el artista reunió un contin-
gente importante de sus pinturas y
una selección representativa de las
mejores obras de sus discípulos en
la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Y para la muestra de arte mexicano
moderno remitida a París, en oca-
sión de la Exposición Universal de
1889, el propio artista fue designado
jefe de la selección de Bellas Artes, y
en calidad de tal viajó a esa ciudad,
donde en el cierre de la exposición
fue premiado con medalla de plata y
condecorado caballero de la Legión
de Honor por el gobierno francés,
llegando a la cima del reconocimien-
to oficial de su obra.
Si bien Velasco recibió recono-
cimiento de sus contemporáneos,
incluso más allá de las fronteras
mexicanas, su vida no estuvo exenta
de la polémica y el rechazo. A pesar
de que recibió una gran cantidad de
reconocimientos, entre los que está
la Insignia de la Cruz que le otor-
gó el emperador Francisco José de
Austria, hermano de Maximiliano
en 1902, además de varios premios
nacionales, becas en sus años de
formación, cargos en la Academia y
encargos oficiales y privados, hacia
finales del siglo, la alta estima en
que se había tenida Velasco fue de-
creciendo paulatinamente. En 1903,
el pintor fue depuesto de su clase
de perspectiva en la Escuela Nacio-
nal por los cambios de gusto que
atrajo el modernismo de fin de siglo.
Al mismo tiempo la enseñanza de
la pintura de paisaje perdió su au-
tonomía como ramo independiente,
aunque Velasco logró conservar su
clase hasta 1911. En 1900 fue des-
plazado de su cargo como delegado
oficial para coordinar la sección de
Bellas Artes en la Exposición Univer-
sal de París. En octubre de 1901 un
accidente del tranvía en que viajaba
marcó el principio de su irreversi-
ble declinación física. La fractura de
una pierna lo tuvo inmovilizado en
su domicilio por un tiempo y desde
allá redactaba su pensamiento teóri-
co sobre la pintura, lo que dio a luz
un libro, terminado en 1908, titulado
El arte de la pintura
. El 26 de agosto
de 1912 un ataque cardíaco puso fin
a su vida, y 31 años después, el 8 de
enero de 1943, se convirtió en el pri-
mer artista mexicano cuya obra fue
declarada Patrimonio Nacional.
En 1863, a la llegada del em-
perador Maximiliano, San Car-
los pasó a ser la Academia
Imperial de Bellas Artes. El 4
de diciembre de 1864 se llevó
a cabo la distribución de pre-
mios, en presencia de “sus
majestades el emperador y la
emperatriz”. En paisaje históri-
co, Velasco recibió de manos
del emperador una medalla
de plata y un diploma. El 19
de junio de 1867, el empera-
dor Maximiliano fue ejecutado
en el cerro de las Campanas,
en Querétaro, y Benito Juárez
entró victorioso a la capital del
país y se restaura el régimen
republicano. San Carlos vol-
vió a ser Academia Nacional
y, a partir del 2 de diciembre,
recibió el nombre de Escuela
Nacional de Bellas Artes, que
conservaría durante los cua-
renta y cinco años siguientes.
Luego de finalizar los cursos
en 1869, Velasco recibió su
último premio como estudian-
te de manos del presidente de
la República, Benito Juárez,
poniendo de manifiesto los
méritos que le valieron recono-
cimiento público.
¿Sabíasqué?
Velasco viaja a
Centroamér i ca
M
anuel
T
rejo
U
ribe
L
a exposición
José María Velasco:
visiones del Anáhuac
está cons-
tituida por tres núcleos temáticos en
los que el espectador se aproxima a
la producción paisajística de Velasco
a través de las rupturas y continuida-
des temáticas que caracterizan la bús-
queda de su producción artística. El
primer núcleo denominado Paisajes
reales e imaginarios del valle de Mé-
xico, está conformado por un grupo
de obras en las que el pintor propo-
ne una visión poliangular en torno al
que sería uno de los temas recurren-
tes en su obra: el valle de México.
Un buen ejemplo de su espí-
ritu creativo y a la vez científico es
el cuadro
Valle de México desde el
río de los Morale
s, en el que logró
una interpretación exacta de las ca-
racterísticas geológicas del lugar: las
barras fluviales y la grava en las ori-
llas del río Tacubaya dibujadas en el
primer plano, cuentan con el detalle
suficiente como para indicar la edad
del río y las distintas crecientes de su
cauce. La pintura se concentra en la
luz que baña la morfología del sitio,
mientras que las pequeñas figuras
humanas sirven para señalar la cer-
canía de un poblado.
En el cuadro
Valle de México
tomado cerca del molino del Rey,
Velasco hace explícita la dimensión
imaginaria en su proyecto artístico,
es decir, incursiona en la representa-
ción de un paisaje imaginado, pues
esta pintura del valle de México no
corresponde con las transformacio-
nes urbanas que en ese momen-
to había experimentado la capital
mexicana. En aquel entonces la di-
mensión de la ciudad había aumen-
tado considerablemente y Velasco
pintó una imagen del valle exenta
de esas transformaciones.
Un segundo apartado lleva por
título Paisajes cerrados y está confor-
mado por 11 piezas que siguiendo la
analogía del “zoom” óptico, exploran
los detalles que conforman las pecu-
liaridades geográficas de distintas re-
giones de México. En este conjunto
de obras se puede identificar una vo-
luntad de apropiación del territorio,
que a su vez, prefigura un sentido de
pertenencia que se liga a la construc-
ción de una identidad nacional a tra-
vés de la reproducción de paisajes re-
lacionados con la historia de México.
En una tercera sección, que lleva
como título Microcosmos plástico,
muestra una serie de obras en las
que el pintor mexicano se ocupó de
la representación de algunas vistas
urbanas de la capital, entre las que
destacan
La Alameda de México
y
El
cabrío de San Ángel.
En el primer
caso, Velasco plasmó un paseo por
la Alameda, ubicada en los límites de
la ciudad (actualmente forma parte
del Centro Histórico de la misma).
En la interpretación que hizo de este
espacio, la calzada de tierra que se
aprecia a la derecha sirve de cami-
no para una cabalgata flanqueada
por numerosas figuras de indígenas,
mestizos y blancos, ponderando la
representación de la emperatriz Car-
lota y su dama de compañía.
En el segundo caso, Velasco
representó los muros sólidos de la
fábrica La Hormiga y su humeante
chacuaco como símbolo de vitali-
dad. En la escena, un pastor corrige
el rumbo de unas cabras, junto a un
imponente maguey que funge como
elemento de la identidad geográfica
local. Desde lo alto de la industria,
un hombre contempla el México ru-
ral. Esta dicotomía generada a partir
del incipiente desarrollo industrial,
permitió que los temas de la pintura
de paisaje incluyeran en sus com-
posiciones escenas fabriles como
símbolos de la construcción de una
nación moderna.
Con esta muestra, el público
centroamericano tendrá la opor-
tunidad de aproximarse a la obra
de este extraordinario pintor. Gra-
cias a este esfuerzo, el arte mexi-
cano, representado por la obra de
Velasco, viaja y se pone al alcance
de un público que, desde distintos
espacios geográficos, contempla las
construcciones y representaciones
visuales del territorio de un país
en el despuntar de la modernidad.
La exposición se inaugurará en el
mes de agosto en espacios de Costa
Rica, Honduras, El Salvador y Nica-
ragua gracias al trabajo coordinado
entre la Secretaría de Relaciones Ex-
teriores, el Museo Nacional de Arte
y el Instituto Cultural de México/
Embajada de Costa Rica.
José María Velasco,
Valle de México desde el río de los Morales
, 1891
Núm. 7
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agosto
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2012