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Núm. 7
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2012
José María se inscribió como alumno numerario en la Academia de San Carlos. Allí siguió los
cursos del pintor italiano Eugenio Landesio, profesor de perspectiva y pintura de paisaje.
1858
Homenaje por el Centenario luctuoso de José María Velasco: 1912 - 2012
Montañas eternas
pincel inmortal
A José María Velasco se le debe una producción muy fecunda cuya temática
principal fueron las imágenes de la tierra mexicana. Su obra ocupa un lugar
significativo en la historia del arte de nuestro país, no solamente porque logró
sintetizar un cúmulo de logros técnicos en materia de creación artística, sino
porque dio cuenta de la marcha de México hacia el progreso. Por medio del
trabajo de Velasco, la topografía mexicana se irguió como un símbolo de
identidad nacional, cuyo epicentro fue el Valle de México. Así lo recordamos
en la conmemoración del Centenario de su fallecimiento.
A
partir de 1858 José María Ve-
lasco comenzó a desarrollarse
en la Academia de San Carlos,
institución fundada en 1781 y base
de la consolidación del sistema de
las bellas artes en nuestro país, bajo
la dirección de su maestro Eugenio
Landesio, quien entonces era profe-
sor de perspectiva y paisaje. Para el
maestro italiano, el método de en-
señanza implicaba la combinación
del trabajo en el taller con el estudio
frente al modelo en el campo, al aire
libre, con especial énfasis en el do-
minio del dibujo. Landesio instruía a
sus discípulos para elaborar dibujos
de paisaje y anatomía con base en
estampas y modelos de yeso, o hacer
copias a lápiz de estampas y cuadros.
Esta modalidad también implicaba
excursiones al campo donde se rea-
lizaban bocetos de la flora y fauna,
de edificios y ruinas para luego, de
memoria, elaborar la composición en
el taller, dejando llegar la última eta-
pa del aprendizaje, con el estudio del
color donde los alumnos realizaban
copias del maestro Landesio que se
hallaban en la Academia.
Sin embargo, durante su forma-
ción, Velasco asumió que el dibujo
implicaba también el estudio de las
disciplinas científicas. Así su interés
por comprender el mundo de la na-
turaleza lo llevó a involucrarse en
el estudio de las ciencias naturales,
inscribiéndose en 1865 en las cáte-
dras de Zoología y Botánica que se
impartían en la Escuela de Medici-
na, mientras cursaba paralelamente
sus clases de pintura de paisaje en
la Academia. En este contexto la ar-
queología y la geografía de las di-
ferentes regiones de México fueron
objeto de estudios sistemáticos y Ve-
lasco se ocupó también de estudiar
a detalle el arte prehispánico y se
incorporó, en calidad de dibujante, a
equipos expedicionarios encargados
de explorar las ruinas prehispánicas
del país. Inspirado por sus lecturas
sobre la historia antigua de México,
comenzó a realizar estudios de com-
posición para situar el episodio his-
tórico en el paisaje natural.
El periodo formativo del pintor
concluyó en 1868, marcado por su
nombramiento de profesor de pers-
pectiva y luego también de paisaje,
que ejerció hasta 1911 en la Escuela
Nacional de Bellas Artes. Desde en-
tonces, el ascenso y consolidación
de su prestigio profesional se incre-
mentaron de modo contundente. Re-
conocido como pintor por varias per-
sonalidades quienes le encargaban
obras, Velasco emprendió una larga
y prolífera carrera que se refleja en
las casi trescientas obras, sin contar
acuarelas, litografías, postales al óleo,
investigaciones y publicaciones cien-
tíficas, además la actividad docente.
La importancia de estar
al aire libre
A lo largo de su trayectoria profesio-
nal, José María Velasco transformó
el método de enseñanza, pidiendo a
sus alumnos que se ejercitaran de-
lante del natural, ya que no quería
que los alumnos memorizaran solu-
ciones prestablecidas sino fomentar
la creación directa. En 1868 Velasco
comenzó a colaborar en
Flora del
Valle de México
, una obra botánica
en la que documentó la diversidad
del patrimonio natural que a la pos-
tre le hicieron acreedor del nombra-
miento de socio de número de la
Sociedad Mexicana de Historia Natu-
ral. En
La Naturaleza
, órgano de la
sociedad, realizó láminas científicas
como apoyo gráfico a los artículos.
Incluso fue el primer mexicano que
estudió a conciencia al ajolote en
su medio, lo que le valió un premio
de la sociedad, que recibió el 6 de
febrero de 1879. Sus trabajos ante-
riores lo convirtieron en 1880 en el
primer secretario de la Sociedad; y al
año siguiente, en vicepresidente de
la misma. Diez años más tarde, en
1890, Velasco fue nombrado dibu-
jante fotógrafo del Museo Nacional,
después de haber proporcionado ya
algunas láminas, entre ellas vistas de
las pirámides de Teotihuacán, para
ilustrar los
Anales
que el museo
recién empezaba publicar. Como
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Autorretrato, 1894