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Núm. 4
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MAYO
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2012
Los talleres son principalmente para niños y jóvenes y ofrecen oportunidades para crear piezas que
se relacionan con las temporales.
1942
El 24 de mayo de 1919 muere en Montevideo, Uruguay, el poeta y prosista
Amado Nervo
,
perteneciente al movimiento modernista, colaborador de la revista
Azul
de Manuel Gutiérrez Nájera. Es
autor de la novela
El bachiller
(1895) y de los poemarios
Perlas negras
y
Místicas
(1898).
19
r E T R A T O S H A B L A D O S
Leonora Carrington y José Horna,
La cuna
, ca. 1949
Acervo Munal
El fuego y el caballo consumaron una alianza armónica a lo largo de la
trayectoria de la artista: un elemento alquímico y un animal totémico
hermanados felizmente en un solo corpus creativo
E
l folclor irlandés, en particular la mi-
tología celta, es uno de los principales
ingredientes de la cocina pictórica de
Leonora Carrington. La artista conoció estos
legendarios condimentos desde muy temprana
edad a través de las historias que le contaban
su abuela materna (la abuela Moorhead), su
madre Maureen y su nana, Mary Kavanaugh.
Durante buena parte de su niñez (1920-1927),
Carrington vivió con sus padres y sus tres her-
manos (Patrick, Gerald y Arthur) en Crookhey
Hall, una finca campestre de estilo eduardiano
rodeada de bosques y con vista al mar de Ir-
landa y ubicada en Cockerham, en el condado
británico de Lancashire, donde entró en con-
tacto con el animal que ejercería una fuerte
influencia simbólica en su obra tanto plástica
como literaria: el caballo.
Los celtas, los ancestros de Carrington, aso-
ciaban el caballo con el culto a Epona, la mayor
deidad ecuestre. En la mitología celta, el caballo
se relaciona tanto con el sol como con la luna y
representa la luz que se opone a la oscuridad, el
fiel compañero que conduce al héroe a la otra
vida, pero asimismo la pasión juve-
nil y la fertilidad solar vinculadas
con el fuego: el elemento rector
de Aries, el signo zodiacal de Ca-
rrington, nacida en abril de 1917 y
fallecida en mayo de 2011. No es
gratuito, por ende, que el fuego y el
caballo consumaran una alianza ar-
mónica a lo largo de la trayectoria de
la artista: un elemento alquímico y un
animal totémi-
equina en el cuadro y en el cuento
es a todas luces una alusión a Epo-
na, una de las presencias tutela-
res de Carrington y también uno
de sus arquetipos femeninos
más importantes. Lucrecia, la
joven heroína del relato, se
convierte en caballo como si
hubiera sido investida con el
poder transformador de una
deidad: “Era hermoso, de un
blanco cegador —dice la
narradora—, con sus cua-
tro patas finas como agu-
jas y una crin que le caía
como agua alrededor de
su larga cara.”
Aún más, una
efigie similar
a una diosa
—probablemente
una reinterpretación
de Epona misma—
aparece cerca de un
caballo blanco ata-
do a un árbol en
verde
, un óleo con
un título alterna-
tivo que hace eco
del cuento antes
mencionado:
La
dama oval
.
co hermanados felizmente en un solo
corpus creativo.
En 1937-1938, cuando tiene
veinte años y se ha muda-
do de Londres a París para
iniciar su odisea surrealista,
Carrington pinta
Autorretra-
to
(
La posada del caballo del
alba
). En esa época también
escribe
La dama oval
, uno
de sus ingeniosos relatos
alegóricos, que incluye
un caballo blanco de
madera muy similar
al que aparece en
Autorretrato
y que
acaba “sufriendo
torturas extre-
mas” a manos
del padre de
la protago-
nista. La
f i g u r a
Este cuadro está fechado
en 1942, el año en que Carr-
ington llegó a México ya ca-
sada con el poeta, periodista
y diplomático Renato Leduc, a
quien había conocido a través
de Pablo Picasso en París en
1937. Aunque se mudaba no
sólo a un nuevo país sino a
una nueva vida y —todavía
más— a una nueva mitología,
Leonora Carrington no olvi-
dó guardar en el equipaje su
vieja afición por Epona y las
leyendas celtas.
M
auricio
M
ontiel
F
igueiras
@Elhombredetweed