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Núm. 2
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marzo
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2012
1932
El 15 de marzo de 1932, nació en Barcelona, España,
Vicente Rojo,
pintor, cuyos inicios fueron de diseñador gráfico
al lado de Miguel Prieto; llegó a nuestro país en 1949 y se vinculó a la generación de pintores de la “Ruptura”. Es
autor de la serie pictórica
México bajo la lluvia.
G a b i n e t e d e c u r i o s i d a d e s
“E
xija que sus dibujos sean de esta época”,
rezaba una publicidad en la
Revista de Re-
vistas
del 7 de mayo de 1933. Estamos ha-
blando de un tiempo en que se imponía lo moderno y
lo funcional como estilo de vida, del esplendor del art
déco en México. Lo cosmopolita se había convertido
en la aspiración de la creciente población urbana, y la
elegancia en un bien ubicuo gracias a la naciente mer-
cadotecnia: hasta las carnicerías y los remedios para los
dolores de cabeza se promovían con anuncios que hoy
son material de coleccionistas.
Durante el periodo que fue de 1920 a 1940, México
se transformó de manera notable. Había que superar los
rescoldos de la Revolución y respirar aires de libertad. La
figura femenina tuvo un nuevo rol: las mujeres parecían
dueñas de sí mismas, y se les veía fumando y bebiendo
en público. En el terreno de la cultura, los Estridentistas
y los Contemporáneos afilaron su imaginación para reno-
var las artes plásticas y las letras.
Acerca de Las bañistas,
de Jorge González Camarena
LA POSIBILIDAD DE SER
MODERNOS
B
ernardo
E
squinca
Tanto la arquitectura como el diseño industrial y la
moda revisitaron el pasado indígena con una nueva visión:
le quitaron el sentido de protesta que le otorgó el muralis-
mo, y se enfocaron en las posibilidades de su estética. Al
mismo tiempo, la época ponderaba a la máquina y al tra-
bajo como símbolos del hombre autosuficiente y capaz de
modificar la realidad por sí mismo: movimiento y energía
eran los estandartes a seguir.
Por lo tanto, el deporte fue pieza clave de este cambio:
ya no era un asunto obligado en las escuelas, sino, como
apunta Enrique X. De Anda Alanís, parte de un estilo de
vida sofisticado: “…se transformó en una práctica de mayor
alcance, lo cual también acentuó la idea de libertad, de bien-
estar y entretenimiento”.
Es en este contexto que surge
Las bañistas
, que Jorge
González Camarena pintó en 1935. En ella vemos a un gru-
po de mujeres de rasgos autóctonos –morenas, robustas–
pero al mismo tiempo estilizadas tanto en sus atuendos
como en sus formas geométricas. Hay, incluso, dos niñas
que juegan desnudas, en una mezcla de inocencia y osadía,
ambas también características de una época de entregue-
rras a la que no le quedó más remedio que rendirse al
presente. Es, sin embargo, el trampolín lo que destaca en
esta pintura, pues da la impresión de ser una pista para el
despegue de aeronaves; impresión que reafirma la mujer
que se arroja desde las alturas, y que más que caer en las
aguas de la alberca –la cual no vemos en el cuadro– parece
destinada al cielo plagado de nubes resplandecientes. Una
pintura que condensa las claves del art déco: la alegoría
de la máquina, fuente de poder y autonomía; el placer y el
ocio como recompensa al trabajo, y una sensualidad que
apuesta más por la sofisticación que por la voluptuosidad.
Había algo en el ambiente de esos años, en el espíritu
de la época, que la pintura de Jorge González Camarena
captó muy bien, y que 77 años después aún tiene algo qué
decirnos: cuando el futuro no es una alternativa promete-
dora, nos salva la posibilidad de ser modernos y volcarnos
a nuestro tiempo.
Jorge González Camarena,
Las bañistas
, 1935
Agradecemos a la Fundación Manuel Arango por la importante colaboración con los proyectos del Munal y la generosa donación de la obra
Las bañistas