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La admiración del escritor y poeta francés Jean Cocteau por el cine su-
rrealista le llevará a filmar su primera película Le sang d‘un poète (La sangre de
un poeta) en 1930, supuestamente la última obra del cine surrealista, al consi-
derar que el movimiento desaparece con la segunda Guerra Mundial, pues
como declaró Breton, tras Auschwitz el escándalo ya no era posible. Aunque es
cierto que el movimiento surrealista comenzó a disgregarse y a perder impor-
tancia en Francia, continuaría influyendo en muchos cineastas, especialmente
en América.
Eisenstein constituye un ejemplo del encuentro de un cineasta europeo
con un país tan fascinante como México, y del efecto que produce ese choque y
como el racionalismo ruso cede a esas imágenes tan poderosas filmadas en ¡Que
viva Mexico! en 1931.
Juan Bustillo Oro muestra en México con Dos monjes filmado en 1934 la
influencia del cine europeo, en especial del expresionismo alemán, pero en una
historia que tiene mucho de pesadilla, como la escena del asesinato cometido
con un crucifijo o la estructura narrativa en la que prima la intersubjetividad. Por
su parte, Rubén Gámez con La fórmula secreta lleva al cine en 1965 la poética de
Juan Rulfo con un lenguaje lleno de simbolismos. Pero la aportación más peculiar
al cine próximo al surrealismo realizada en México la constituyen las personalísi-
mas películas de Alejandro Jodorowsky, quien a partir de una visión en la que se
entrecruzan el chamanismo con el psicoanálisis ha dirigido los controvertidos
largometrajes: Fando y Lis, El Topo, La Montaña Sagrada o Santa sangre, obras
en las que lo metafísico y lo transcendental se expresan mediante un complejo
entramado de símbolos cinematográficos.
Mucho más recientes son las aportaciones de documentales mexicanos
como Poetas campesinos realizado por Nicolás Echeverría en la estela del de
Eisenstein, y el dedicado a Octavio Paz por el pintor, escritor y cineasta Claudio
Isaac titulado Octavio Paz, el lenguaje de los árboles en el que Claudio se acerca
al origen de la inspiración de Octavio Paz y a sus recuerdos como ensoñaciones
Javier Espada
El cine será inquietante o no será surrealista
Claudio Issac junto a Luis Buñuel.
Archivo
cbc
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