Página 18 - 03_Rubén_Herrera

Versión de HTML Básico

16
El olvido del academicismo frente a la plástica posrevolucionaria
sociedad porfiriana; otra, fue la costumbre, ya existente en ciudades euro‑
peas, de pensionar a sus alumnos más destacados para que realizaran es‑
tudios en el extranjero; y la última, era el anhelo que sentía el maestro por
su alumno para que aprendiera en una de las
cunas del arte
junto a los gran‑
des maestros y dentro del sistema académico clásico, ya que Sánchez Uresti
conocía los nuevos métodos de enseñanza europeos que intentó implemen‑
tar Antonio Fabrés.
En febrero de 1909 un artículo publicado en
La Reforma de Saltillo
, se‑
ñala cómo Herrera arribó a Roma tras una larga travesía marítima y un tor‑
tuoso viaje por tierra entre Génova y la capital italiana:
Yo llegué a Roma en una tarde lluviosa del mes de febrero después de un
viaje de 18 horas de Génova a Roma, casi no me pareció posible de haber
llegado a la Ciudad Eterna después de haber atravesado la desolada
campiña romana, sus campos de zacate envueltos en un velo gris.
¹
Poco se sabe dónde se instaló al llegar y cómo vivió los primeros meses;
lo que si conocemos es su sorpresa al admirar y ver la vida de esa bullicio‑
sa ciudad cargada de historia y de cultura. Al hacer una remembranza del
arribo a la Ciudad Eterna, durante una velada en la Escuela Normal en Salti‑
llo, le confesó a José Rodríguez Garza:
Vi el gigantesco esqueleto del Coliseo por primera vez sobre un fondo de
árboles desnudos, asomándose por sus arcos un cielo plomizo. Vi el Foro, vi
el Capitolio, vi el Vaticano… vi las obras de Miguel Ángel y Rafael y cuan‑
do creí haberlo visto todo, dejé de hacer el forastero y arreglé mi vida para
dedicarme completamente a mis estudios. Fue ese día cuando empecé a
vivir.
²
(Fig. 3)
Su formación en Italia se inicia gracias a las recomendaciones del embajador
de México en ese país, Gonzalo A. Esteva, quien le pide al pintor español
Antonio Fabrés que acepte a Herrera como alumno. Así, en el mes de marzo
de 1909, Rubén Herrera comienza a estudiar dibujo con este laureado pintor,
estableciéndose una estrecha relación de amistad.
A los pocos meses de su llegada a la ciudad y ya en el estudio del maes‑
tro Fabrés, Herrera ingresa a las prestigiosas academias de Bellas Artes, la de
Francia y la de San Lucas, en 1910, donde es becado. Fundada en 1577, bajo
la protección del cardenal Borromeo, la Academia de San Lucas en Roma,
tiene como primer presidente a Federigo Zuccari. En esta institución Rubén
aprende los cánones clásicos, fundamentales en su formación y a los que
nunca renunciará. Al mismo tiempo ingresa en la Academia de Francia, en
1.
Citado en Federico González Náñez,
Crónica de la Cultura de Coahuila
, Ed. Papel
de Memoria, México, 2000, p. 208.
2.
Ibídem
., p. 209.