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Xavier Guzmán Urbiola
El Monumento a Emiliano Zapata en Cuautla, Morelos,
(Fig. 7)
lo trabajó
durante 1932.¹⁵ Contra la representación del héroe estereotipada, Oliverio
prefirió un Zapata cercano a su gente. Lo logró con el gesto de su escultura:
el prócer a caballo se reclina para acercarse a un campesino y lo toca con su
mano derecha en el hombro. Él ve al peón con gesto adusto pero afectuoso,
mientras el campesino le devuelve la mirada con cariño. El caballo se esta‑
biliza con su cola enorme, y por medio del peón. Oliverio escribió orgulloso
a Eloína: “la estatua ha sido un éxito; ha gustado bastante y en realidad creo
que está mejor el conjunto de lo que me esperaba”.¹⁶
Sin embargo, en ambos trabajos el realismo y los detalles son marca‑
dos. El monumento a Zapata lo lleva al extremo: ya no se diga el retrato, sino
las bridas, la correa, las botonaduras, la hoz que empuña la mano del campe‑
sino, la pañoleta del prócer. La simplificación de los volúmenes aún no llega
y, con ella, la síntesis simbólica. Hay que observar, sin embargo, que dichas
esculturas son académicas.
El Monumento a la Revolución y el concurso para sus esculturas
Plutarco Elías Calles y Alberto J. Pani hicieron una “propuesta” al presidente
de la República Abelardo L. Rodríguez, el 15 de enero de 1933, para levantar
un Monumento a la Revolución en la parte central del abandonado Palacio
Legislativo. Su idea era parte del proyecto “reconstructor y corrector” de la
Revolución, de “tendencia socialista”. Para la parte arquitectónica hicieron
suyos muchos argumentos del arquitecto Carlos Obregón Santacilia, quien
hizo a Pani la primera propuesta. Calles y Pani definieron el tema y carácter
de las esculturas que lo rematarían: sería un monumento destinado no a los
héroes, sino a la “sufrida masa” anónima que luchó por la Revolución.¹⁷ Por
tanto, habría que erigir “alegorías escultóricas” que recordaran los cuatro pa‑
sos del pueblo mexicano hacia la libertad: la Independencia o “emancipación
política”; las Leyes de Reforma o la “emancipación espiritual”; y las Leyes
Obreras y Leyes Campesinas, emanadas de los artículos 27 y 123 de la
Cons‑
titución
de 1917.¹⁸
El primer mandatario aprobó el proyecto diez días después y, para
“asegurar su buen éxito”, integró una “Gran Comisión de Patronato del
Monumento a la Revolución”, presidida por el mismo Calles. Formó también
un “Comité Ejecutivo” para hacerla operativa.¹⁹
15.
Cartas de Oliverio Martínez a Eloína
Peláez, 5 de abril de 1932, f. 1, y 11 de abril de
1932, f. 1, AMEMP; Agustín Arteaga,
La Escuela
Mexicana
…,
op. cit.
, p. 130.
16.
Carta de Oliverio Martínez a Eloína Peláez,
11 de abril de 1932, f. 1, AMEMP.
17.
Esta idea sería desvirtuada al colocar
en él sucesivamente los restos de Venustiano
Carranza, Francisco I. Madero, Plutarco
Elías Calles, Lázaro Cárdenas y Francisco Villa.
18.
Secretaría de Hacienda y Crédito Público,
El Monumento a la Revolución. Texto de la
iniciativa presentada al ciudadano Presidente de
la República por los ciudadanos Gral. Plutarco
Elías Calles e Ing. Alberto J. Pani y del acuer‑
do presidencial recaído sobre la misma
, México,
Editorial Cultura, 1933, pp. 5–9. Incluye una
perspectiva del anteproyecto del arquitecto.
Véase de éste, sus variantes previas y posterio‑
res en el Archivo Carlos Obregón Santacilia,
Dirección de Arquitectura del INBA, Conaculta,
INBA, DA, ACOS; John W. F. Dulles,
Ayer en
México, Una crónica de la Revolución, 1919–
1936
, México, FCE, 1977, pp. 500 y ss.
19.
SHCP,
El Monumento a la Revolución
…,
op.
cit.
, pp. 11–13.