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espacio y el sueño (1934), una de las acuarelas más
notables de Anguiano, muestra a una mujer que
presencia el pausado descenso de otra (cuya pose
parece tomada de un mural de Diego Rivera),
mientras que un volcán hace erupción a la distancia.
A diferencia de los mensajes claros que hallamos en
la obra política contemporánea de Anguiano, aquí
el significado es deliberadamente vago, como en
un poema moderno. De hecho, otro dibujo, Sirena
varada (1935), ilustra vagamente algunos versos de
“La giganta”, de Baudelaire.
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En ese entonces, Anguiano al parecer leía
a Verlaine y Rimbaud, lo cual puede demostrar la
influencia del círculo de los Contemporáneos.
Algunas de sus ideas pueden haber surgido en
discusiones nocturnas en el estudio de María
Izquierdo, en la calle de República de Venezuela,
en el viejo centro de la capital. Lola Álvarez Bravo
compartió este espacio durante un tiempo tras
la separación de su marido, y el departamento
fungió como centro de reuniones bohemias, fre
cuentado por artistas y escritores como Salvador
Novo, Xavier Villaurrutia, Elías Nandino y Rodolfo
Usigli. Ahí conoció Anguiano en 1936 a Antonin
Artaud, pero como varios de los mexicanos más
jóvenes, no hablaba francés (y Artaud no hablaba
español), lo cual limitaba sus posibilidades para dia
logar aun más que la casi locura de Artaud. Una
investigación más profunda podría indicar otras
referencias más crípticas a la poesía francesa y me
xicana de vanguardia en los dibujos de Anguiano.
Algunos bocetos son formalmente más
experimentales; unos cuantos de ellos son total
mente no figurativos. Grupos de figuras biomórfi
cas (La pirámide) pueden quizá relacionarse con la
obra de mediados de los años treinta de Carlos
Mérida, así como de aquellos que lo inspiraron,
como Arp y Miró. En Secuencia onírica y El pedes-
her separation from her husband, and the apart
ment served as a bohemian hangout, where visi
tors included artists and writers, such as Salvador
Novo, Xavier Villaurrutia, Elías Nandino, and
Rodolfo Usigli. There, sometime in 1936, Anguiano
met Antonin Artaud, but like many of the younger
Mexicans, he spoke no French (and Artaud spoke
no Spanish), limiting the possibilities for discussion
even more than Artaud’s quasi-insanity. Further
investigation might indicate other, more cryptic
references to French and Mexican avant-garde
poetry in Anguiano’s drawings.
cat. 14
La pirámide
[
The Pyramid
]
,
ca.
1937