Cuando un observador curioso se asoma a un dibujo con dos o tres dimensiones de
Maurits Cornelis Escher, difícilmente olvidará la impresión que le producen, sobre todo la primera vez, esas figuras
inquietantes, esos mundos imaginarios, esas arquitecturas y espacios paradójicos que desafían los métodos
habituales de representación porque estimulan la imaginación y tuercen las convenciones con sus inteligentí-
simos juegos visuales. M.C. Escher, notable artista holandés, inclasificable, es en sí mismo una posibilidad de las
artes, y tal vez aún no hemos agotado las diversas maneras de aproximarnos a su obra.
En ella conviven las visiones, las ambigüedades, las posibilidades de los
juegos de palabras y los ensayos gráficos computacionales, los juegos geométricos de
las formas y el infinito. No es una especulación hablar de la conexión entre la obra
de M.C. Escher y las ciencias, en particular, de los puentes que pueden tenderse o
túneles cavarse hacia la física y la biología contemporáneas. Son pocos los creadores
que trascienden la dimensión de su arte y lo inscriben en el discurso filosófico, en
la poesía, en las ciencias, en la representación del pensamiento matemático moderno.
M.C. Escher fue, sin olvidar su gran calidad artística, uno de ellos.
En la exposición
M.C. Escher y sus contemporáneos
, que presenta el Museo
Nacional de Arte en colaboración con el Rijksmuseum de Holanda, se muestran
ochenta y cinco litografías sobre diferentes materiales y algunas cuantas
mezzotintas
,
linóleos y grabados. La muestra se centra en las aportaciones que Escher realizó a
la historia del arte y al mundo de la gráfica. Es también un recorrido, a través de
cinco núcleos temáticos (Los mundos del artista; Las formas vivas de la naturaleza;
Paisajes reales e imaginarios; Geometría, decoración e infinito; Perspectivas fantás-
ticas) por las etapas creativas de su larga trayectoria y es digna de su enorme
curiosidad, de los diversos intereses que el artista cultivó durante su vida, como
la arquitectura, las matemáticas, la astronomía. Además, es posible apreciar las
diferentes técnicas de grabado en las que el artista incursionó. La exposición incluye
también algunas piezas de obras de artistas vinculados con Escher, tales como Samuel
de Jessurun de Mesquita, su maestro, y Riek Wesseling.
Parte importante de la obra del maestro se exhibe de manera permanente
en el Museo Escher en La Haya, Holanda, por eso saludo con tanto entusiasmo que
uno de nuestros museos más emblemáticos exhiba para el público de nuestro país,
y en particular para los numerosos admiradores de Escher, una muestra represen-
tativa y generosa de uno de los artistas más singulares y enigmáticos, uno que ha
dejado una huella profunda y trascendente en el arte del siglo XX.
Consuelo Sáizar
Presidenta
Consejo Nacional para la Cultura y las Ar tes
Maurits Cornelis Escher
The M.C. Escher Company
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