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M.C. Escher : una manera de mirar
Caro Verbeek
de descolocar al observador
(fig.6)
. Él y Escher tenían en común una actitud inves-
tigadora con relación a la mirada y la llamativa similitud descrita en el modo de
presentación. Escher tenía curiosidad por el dadaísmo, como lo atestiguan algunas
cartas enviadas a sus amigos por esa época en las que indaga sobre dicha corriente
artística. No ha quedado documentado si alguna vez llegó a oír los rotorrelieves
de Duchamp. Lo que sí describe Escher en su diario es que en 1960, para gran
disgusto suyo, ve expuesto un urinario en el museo Stedelijk de Ámsterdam.
“Si quisiera tomarme la molestia o tuviera el coraje, le lanzaría una bomba fétida”.
Probablemente ni siquiera supiera que se trataba de la obra
Fountain
(1917) del
famoso dadaísta y que tenía mucho más en común con él de lo que sospechaba.
Otra analogía entre ambos artistas es su fascinación compartida por la relación
entre las dimensiones. Según el razonamiento de Duchamp, si una sombra era una
representación bidimensional de un objeto tridimensional, todo objeto tridimen-
sional debía ser el reflejo tridimensional de una realidad tetradimensional.
Otra manera en la que Escher intentó que se moviera la propia imagen
fue trasladándola al dibujo animado. Así, las metamorfosis –en las que una figura
se transforma paulatinamente en otra, como sucede en
Ciclo
– podrían represen-
tarse a lo largo de una curva cronológica en un único marco. Escher se entusiasmó
enormemente a raíz de las posibilidades que ofrecía este medio. En 1940 afirma:
[…] preferiría expresar mi manía asociativa a través de unos dibujos animados, y estoy
convencido de que éstos se convertirán en una manifestación artística de gran valor en
el futuro, y que permitirán proyectar pensamientos más importantes que Blancanieves
o el ratón Mickey.
No podemos sino adivinar qué mundos habría creado Escher con las
posibilidades que ofrecen actualmente las películas de animación 3D.
Para Escher, el movimiento era un dato esencial al que hasta la fecha se
le ha dedicado muy poca atención. Al tomar conciencia de este aspecto, la contem-
plación de sus grabados se vuelve mucho más interesante. La idea vanguardista
–aunque la abrazara años después que Duchamp y Calder– de exponer grabados
en movimiento fue para mí una verdadera sorpresa. Lo convierte en mayor medida en
un hijo de su época, y lo hace más moderno a juicio del observador contemporáneo.
Teniendo en mente lo anterior, éste descubrirá movimientos en un sinnúmero de
grabados; por ejemplo, en forma de posiciones fusionadas, pero también en las
superespirales entrelazadas, las columnas de fuste torsionado, las ondas expansivas
en una superficie acuática y las perspectivas extremas. Escher no fue el primero
ni el único en aplicar este último procedimiento, y ello se desprende claramente
de la comparación con el arte dieciochesco de Piranesi. Sin embargo, la meditada
metodología de Escher es absolutamente única.
fig. 5
Ciclo (detalle)
1925
p. 207