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munal.gob.mx
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octubre
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2013
SATURNINO HERRÁN
ARTISTA DEL MES
URNINO HERRÁN
El 8 de octubre de 1818 la cultura mexicana se cubrió de luto, pues murió, a sus prematuros 31 años de edad, la
gloria
de los pinceles de Aguascalientes, Saturnino Herrán.
En esta oportunidad, recordamos al Herrán patrimonio artístico de la nación por dos de sus pinturas que iluminan con su maestría la sala 27 del recorrido permanente en
el Munal. El precepto del nacionalismo simbolista y modernista está latente en estas obras de la más adelantada vanguardia mexicana de principios del siglo
xx
.
» VÍCTOR T. RODRÍGUEZ RANGEL
U
n lustro antes de mo-
rir, el joven Saturni-
no Herrán, quien era
profesor de dibujo
del desnudo en la Escuela Nacional
de Bellas Artes (Academia de San
Carlos), pintó un vistoso episodio
costumbrista -de compactada com-
posición sesgada- sobre los sureños
alrededores lacustres y chinam-
peros de la ciudad de México; al
tiempo que realizaba un retrato de
su señora esposa ataviada de un ce-
ñido y sedoso vestido español con
un mantón filipino. En ambas produ
cciones, dotadas de genialidad natu-
ralista, están latentes sus aplicadas
lecciones con maestros de la talla de
Julio Ruelas, Antonio Fabrés, Lean-
dro Izaguirre y Germán Gedovius.
De ellos aprendió el virtuosismo del
dibujo, de la composición y del colo-
rido, y de su tiempo asumió las ver-
tientes modernistas que renovaban
las concepciones estéticas del siglo
xix y que se encontraban en la bús-
queda de una impronta nacionalista.
El lienzo
La ofrenda
, tal vez una
premonición de la pronta desgracia
de nuestro autor, más que ser una ro-
mántica escena de la vida cotidiana
de unos indios náhuas llevando un
tributo floral a sus muertos, esconde
un hondo mensaje sobre el devenir
de la vida a la muerte, latente en to-
das las generaciones ejemplificadas
en la chalupa y en las flores de zem-
pasúchitl, al tiempo que la pasividad
gestual de los indígenas expresa la
preocupación de los sectores cul-
turales del México por el doloroso
abandono de una raza sometida
desde la Conquista y su anclaje en el
pasado, desterrados y resignados del
progreso. Esta obra, de las más reco-
nocidas del autor, genera una inquie-
tante atracción, por la mirada de la
niña fijada en los espectadores, por
las espectaculares ondas en el espe-
jo de agua, por el verismo de la ma-
teria táctil de la canoa de madera y,
en fin, por muchos y cada uno de sus
detalles que han sido mencionados,
con profusión, en diferentes fuentes
que abordan la pieza. Ante esto pre-
fiero ampliar mis comentarios con
una obra de reciente adquisición
para el Munal,
La dama del mantón.
El investigador Fausto Ramírez
se refiere acertadamente al tipo de
obras como
La dama del mantón
“como una manola del sentimiento
del alma nacional” (
Cimientos.
65
años del inba, p. 88). El cuadro con
la mujer en tamaño natural, llegó
al Munal apenas en 2010 y ya es un
referente de su sala, la 27. A todo lo
alto del eje central, Rosario Arellano
-quién contrajo nupcias con Herrán
ese año de 1914-, se expande como
una mariposa y exhibe el fastuoso
colorido de sus prendas sedosas.
El pintor, en diversos cuadros,
se hizo de la imagen y personalidad
de su esposa para utilizarla como
modelo con prendas regionales que
exaltan la identidad mestiza de la
nación; así podría encarnar como
tehuana el
alma
nativa de origen ét-
nico. En
La dama del matón
destaca
la estilizada y bella figura de su espo-
sa, al tiempo que se engalana con un
suntuoso mantón de Manila detalla-
do con bordados de flores y plumas
de pavorreal. La figura se erige sobre
un fondo neutro, casi claustrofóbico,
de una inclinación cromática por los
verdes sombríos que caracterizan la
paleta de Herrán.
Su deceso fue motivo de una
gran atención por las publicaciones
periódicas del momento. Por ejem-
plo, el periódico
Excélsior
del 18 de
octubre de 1918, presentó la nota
“
LOS FUNERALES DEL ARTISTA SA-
TURNINO HERRÁN
”; les comparto
unos detalles de la misma:
Hondamente sentida fue la
muerte del artista Saturnino He-
rrán, de cuyo acontecimiento di-
mos cuenta ayer, en una peque-
ña nota de última hora.
Pintores, poetas, literatos, di-
bujantes, políticos, profesiona-
les, amigos los unos y admira-
dores todos del desaparecido,
se dieron cita ayer en la tarde,
en el sanatorio de Santa María
la Rivera, para acompañar el
cadáver del malogrado artista
hasta su última morada en el
Panteón Español.
La inesperada muerte de Herrán,
que todavía hace un mes había
concluido su último trabajo, tenía
consternados a todos los presen-
tes que, conociendo cual era el
lugar prominente que le estaba
reservado en el mundo del arte,
lamentaban la temprana desa-
parición de aquel hombre de ex-
traordinario talento que después
de haber luchado vigorosamen-
te, y tras miles de afanes, había
logrado formar toda una perso-
nalidad artística que ya se desta-
caba, seria, consciente y sólida,
tras una preparación constante
y decidida […] Sus cuadros más
conocidos,
El jarabe, La ofrenda
y la
Leyenda del Ixtaccíhuat
l, son
obras que pueden servir para juz-
gar el brillante porvenir artístico
que estaba reservado al autor […].
La crítica de arte en México, 1896-
1921,
coord. Xavier Moyssén, p. 200.
EN VIDA, SATURNINO
HERRÁN DESTACÓ
ENTRE UNA
GENERACIÓN DORADA
DE ARTISTAS PRECOCES
FORMADOS EN LA
ACADEMIA, COMO
DIEGO RIVERA,
ROBERTO MONTENEGRO,
ÁNGEL ZÁRRAGA Y EL
DR. ATL, ENTRE OTROS.
La ofrenda,
1913, óleo sobre tela
La dama del mantón,
1914, óleo sobre tela