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octubre
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2013
ARCHIVOS SECRETOS
SI QUIERES SABER MÁS…
I QUIERES SAB
Edificado en 1524 por órdenes de
Hernán Cortés, el Hospital de Jesús
Nazareno fue utilizado para atender a
los guerreros heridos durante la Con-
quista. Ahí mismo, en 1646, se realizó
la primera autopsia del Continente
Americano con el objeto de instruir a
los estudiantes de la Real y Pontificia
Universidad. Los restos de Cortés fue-
ron colocados en la iglesia del hospital
por el Virrey Revillagigedo en 1774.
Además de conservar detalles artesa-
nales y mobiliarios del siglo XVI, este
recinto resguarda el arte muralístico
de José Clemente Orozco. Está ubica-
do en la calle 20 de Noviembre.
Construido por iniciativa del fraile
Bernardino Álvarez en 1567 fue des-
tinado a albergar enfermos mentales,
que iban siendo certificadas legalmen-
te por el Estado. Los mejores profeso-
res de medicina eran a la vez los mejo-
res médicos de un hospital y viceversa.
El Hospital General de San Andrés era,
por lo tanto, una especie de “oasis” qui-
rúrgico.
La primera vez que se introdujo la
anestesia general por éter fue en este
hospital, gracias al talento del Dr. José
Pablo Martínez del Río. En este mis-
mo lugar la anestesia clorofórmica fue
introducida en 1848. Tiempo después,
el Dr. Miguel F. Jiménez realizó la pri-
mera cesárea
in vita
a la Sra. Jacinta
Guzmán, víctima de una cornada de
toro en el abdomen. Y aún más: aquí
también se demostró por primera vez
el uso del oftalmoscopio y se dio a co-
nocer el laringoscopio.
Los avances científicos se insta-
laron en el Hospital General de San
Andrés; sin embargo, al mismo tiem-
po surgieron mayores necesidades
económicas. Esto último fue la causa
de que el nosocomio se desligara del
Arzobispado y se uniese al Estado con
las nuevas reformas del presidente Be-
nito Juárez. El Hospital General de San
Andrés cerraría sus puertas ya iniciado
el siglo XX para cambiar de sede y con-
vertirse en el ahora conocido Hospital
General de México.
EL EMPERADOR EMBALSAMADO
El Hospital General de San Andrés
guarda una anécdota peculiar en sus
archivos: en 1867 abrió sus puertas al
cadáver fusilado del emperador Maxi-
miliano de Habsburgo. Es bien sabi-
do que el primer embalsamamiento
realizado a su cadáver en Querétaro
resultó un fracaso y por ello el cuerpo
del antiguo archiduque de Austria fue
trasladado a los aposentos del hospital.
Según un testigo anónimo del su-
ceso, en la capilla del nosocomio “se
desnudó completamente el cadáver,
se ató en posición vertical a una esca-
lerilla, y ésta se colgó de la cadena que
pendía de la linternilla, y hasta que
escurrió todo el bálsamo que se había
inyectado en Querétaro, se practicó el
segundo embalsamamiento.” Previo
a esto, las hermanas de San Andrés,
quienes atendían el recinto, “hicieron
que se sacase del sagrario al santísimo,
los vasos sagrados, las aras, los man-
teles y demás paramentos, y la iglesia
quedó convertida en un salón profano
de operaciones quirúrgicas”.
Además, este mismo testigo anó-
nimo cuenta que aquella madrugada
el mítico cadáver fue visitado por
presidente Juárez y su ministro Lerdo
de Tejada. En tal momento histórico
“Juárez se puso las manos por detrás, y
por algunos instantes estuvo mirando
el cadáver sin hablar palabra y sin que
se le notara dolor ni gozo; su rostro pa-
recía de piedra”.
Décadas después de este singular
incidente, el Hospital General de San
Andrés dejó de funcionar como tal en
1905. Posteriormente fue demolido
para dar paso a la construcción del
Palacio de Comunicaciones y Obras
Públicas, cerrando un capítulo impor-
tante en la historia de los nosocomios
en nuestro país y América Latina.
NOSOCOMIOS CON HISTORIA
HOSPITAL DE JESÚS NAZARENO
HOSPITAL DE SAN HIPÓLITO
LA CAPILLA DE BETLEMITAS
HOSPITAL DE SAN JUAN DE DIOS
HOSPITALREALDELAMORDEDIOS
ANTIIGUO HOSPITAL DE SAN
ANTONIO ABAD
En 1582 un médico español decidió
establecer un albergue para los niños
abandonados en la calle, fundando
una especie de “Hospital de los De-
samparados”. En 1604, la orden reli-
giosa de los “Juaninos” o de San Juan
de Dios fue la encargada de llevar a
El actual Museo Interactivo de Econo-
mía (MIDE, en la calle de Tacuba) fue
desde la segunda mitad del siglo XVII
un hospital dedicado al cuidado de
los menesterosos. La iniciativa estuvo
a cargo de la “Orden de los hermanos
de Nuestra Señora de Bethlehem”,
que tuvo su origen en Guatemala ha-
cia el año 1656. Se dice que los frailes
Betlemitas, ya en la Ciudad deMéxico,
acudían a las calles a ofrecer sus dádi-
vas y albergue a los más necesitados,
educando, así mismo, a los niños más
desamparados.
La sífilis o “mal de bubas” como se co-
nocía en la Nueva España, fue la causa
primordial para la fundación de este
hospital. En 1539 bajo el permiso de
Carlos V se construyó el edificio para
atender a los enfermos llagados del
“mal gálico” bajo la advocación de San
Damián y SanCosme. En 1788 debido
a que el mal venéreo se había extendi-
do en exceso y los recursos del hospital
mermaban, los sifilíticos fueron trasla-
dados y atendidos en el Hospital San
Andrés hasta su cierre. El edificio del
Real Amor de Dios sería usado pos-
teriormente como academia de Artes,
denominándose, hasta hoy en día, La
Real Academia de San Carlos.
CERECEDO CORTINA, VICENTE B. “EL HOSPITAL GENERAL DE SAN ANDRÉS. REUNIONES Y SOCIEDADES MÉDICAS DEL SIGLO XIX>”. DEPTO. DE HISTORIA Y
FILOSOFÍA DE LA MEDICINA, UNAM. HTTP://WWW.EJOURNAL.UNAM.MX/RFM/NO50-6/RFM050000607.PDF
“LA VISITA SECRETA DE JUÁREZ AL HOSPITAL SAN ANDRÉS”. REVISTA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE YUCATÁN.
HTTP://WWW.CIRSOCIALES.UADY.MX/REVUADY/PDF/236/RU2363.PDF
“endemoniados” o “enajenados” como
se les denominaba en aquella época.
Se dio refugió a los ancianos, pedigüe-
ños y pobres hasta que la asistencia
fue desplazada hacia otra parte de la
ciudad, fundándose el Manicomio Ge-
neral La Castañeda a inicios del siglo
XX. El edificio se conserva en la calle
Puente de Alvarado, al lado de la igle-
sia de San Hipólito.
cabo esta piadosa función en el recinto
que ahora alberga el Museo Franz Ma-
yer, en la calle de Hidalgo.
En este lugar fueron atendidos los
enfermos del “Fuego sacro”, “Fue-
go del infierno” o “Fiebre de San
Antonio” a partir de 1687. Al llegar
de Burgos, España, los religiosos de
San Agustín se dedicaron a comba-
tir este tipo de fiebre letal causada
por la ingesta de alimentos envene-
nados o contaminados que causaba
intoxicaciones febriles, necrosis de
los tejidos o gangrena. Del recinto
sólo quedan ruinas en lo que ahora
es la calzada Tlalpan.
François Aubert, (atribuida),
Portrait of the Emperor Maxi
milian in his Coffin
, 1867.
San Francisco Museum of Modern Art, Accessions Committee Fund purchase