Página 18 - 23_Septiembre2013

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septiembre
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2013
ARTE AL AIRE LIBRE
PUERTAS AFUERA
L
os museos, mediante su
arquitectura, son testigos
inmóviles de la historia, que
suele hablarnos a través de
sus fachadas y también de lo que alber-
gan en ellos mediante pinturas o escul-
turas. Artes que por lo general tienen
un soporte físico en el que impregnan
emociones y mensajes que trascienden
décadas e incluso siglos.
Sin embargo, estos recintos en
ocasiones extienden el propósito ar-
tístico a sus alrededores, en donde
convergen expresiones más efímeras,
que quedan en la memoria de los que
presencian su ejecución, y que pocas
veces se rescatan para la posteridad.
De este modo, la Plaza Manuel
Tolsá es ya un espacio con atmósfera
propia, creada por artistas quienes go-
zan de compartir una parte de sí mis-
mos bajo la sombra de “El Caballito”
(estatua de bronce en honor a Carlos
IV, realizada por Manuel Tolsá), frente
a la fachada del Munal o sobre el corre-
dor Marconi.
TRAZOS FUGACES
Los vivos colores atraen a quien los
mira desde la banqueta del Palacio de
Minería. Los pasteles semueven arriba
y abajo, rápidamente por la mano de
un hombre de sombrero rústico, pla-
yera de manga larga que algún tiempo
fue blanca, guantes negros y panta-
lón con restos de pasteles y polvo, y
una mascada. “¿No le dará calor?”, se
cuestiona irónicamente una pareja de
ancianos, quienes observan detenida-
mente mientras uno de ellos platica
con el pintor David Cerón Oropeza,
“Cerono”, quien desde hace dos años
y medio ha plasmado diversas obras
a un costado de “El Caballito”, todo a
través de la antigua técnica italiana, el
madonnari
, consistente en la elabora-
ción de pinturas sobre el piso, general-
mente sobre una calle o vía pública.
“¿Y qué pasa cuando llueve?”, pre-
gunta la persona de la tercera edad, con
una angustia y curiosidad que los pre-
sentes compartimos, entre niños que
vienen a visitas guiadas y uno que otro
curioso que se detiene a fotografiar. “En
época de lluvia aplicamos lacra acrílica”,
confiesa Cerono mientras mira al hom-
bre, algo cegado por el fuerte sol. Des-
pués detalla: “Indiscutiblemente lo que
las conserva es el mantenimiento que
se les da; cada fin de semana me tienes
por acá, echándole color donde ya se le
fue. Es la disciplina, constancia y dedi-
cación lo que la sigue manteniendo”.
David Cerón se inició en la pintura
hace cinco años, cuando tenía 34, des-
pués de pensarlo por mucho tiempo.
Estudió en la EscuelaNacional deArtes
Plásticas, Academia de San Carlos, el
Museo de la Caricatura y en educación
continua, posgrados y cursos.
“Aquí enMéxico dicen que ‘el pintor
se muere de hambre’, entonces buscas
algo más ‘normal’ por así decirlo, pero
tienes que aceptar lo que eres, y cuando
lo hice es cuando decidí estudiar pin-
tura”, reflexiona a ras de suelo mientras
quita y cubre lo que fue la obra anterior
con una brocha ennegrecida, junto
a otras herramientas en una mochila,
entre las que se alcanzan a ver, además,
una escoba, espátulas, más brochas
y, por supuesto, pasteles. “Me captura
mucho su luminosidad”, dice.
Cada obra lleva de siete a 10 días,
además de las pequeñas restauraciones
que hace cada fin de semana. El tiempo
depende de la complejidad de las obras,
entre las que ya se han visto
El Cristo de
San Juan
, de Salvador Dalí;
La noche
estrellada
, de Vincent Van Gogh y la
Mona Lisa
, de Leonardo Da Vinci. “La
obra que más me ha costado trabajo y
que duró menos tiempo fue
La piñata
,
de Diego Rivera. Muchos elementos,
gran colorido, movimiento y duró nada
más lo que tardé en hacerla, que fueron
unos 10 días. Fue en época de lluvias,
aún no aplicaba laca acrílica; cuando
la concluí esa noche cayó un aguacero
y cuando llegué no había nada, ni por
dónde empezar a reconstruir”.
El calor se hace más fuerte sobre la
PlazaManuel Tolsá, y en el kit del buen
madonnari
no pueden faltar rodilleras,
sombrero, prendas de mangas largas y
tenis. “Esto que ustedes ven no es un
look que porque a mí me guste (risas).
Es necesario; para hacer este tipo de
pintura hay que estar muy protegido”.
La sombra de Carlos IV se hace
más grande, formando una postal digna
de estar en el Palacio de Correos, cru-
zando la calle. Cerono antes se situaba
en el pasillo principal de acceso del
Templo Mayor; sin embargo, los traba-
jos de remodelación cerraron esa área.
Entonces David habló con las autorida-
des correspondientes y propuso varios
lugares, entre los que destacó como pri-
mera opción el Munal, donde inició en
la entrada principal con obras pequeñas,
de 60 cmpor 1metro de extensión.
“Es excelente, mucho más
ad hoc
”,
refiere respecto al Museo, y continúa:
“Hasta tengo pase
VIP
(risas). Una de
las personas que ahí trabajan me dio la
oportunidad, y siempre es importante
enriquecerse de esa gran obra plástica”.
Sin embargo, el tener como “lienzo”
el piso del la Plaza Tolsá atrae los prejui-
cios de la gente: “El poco conocimiento
que hay de este tipo de expresión pictóri-
ca es unproblema, pues piensanque voy
a deteriorar el piso; pero cuando cono-
cen que trabajo con un material noble y
ven que son interpretaciones a obras de
arte, cambia el concepto y es aceptado”.
De este modo es que David “Cero-
no” enfatiza el compromiso que tendría
que haber para dar un lugar al
madonna-
ri
dentro de la oleada de arte callejero:
“Debe existir un compromiso tanto de
autoridades como de artistas, para con-
tribuir al desarrollo de las personas, en
este caso un fomento artístico”.
ARTE EN EL AIRE
El saxofón refleja un cielo nublado,
mientras
El Vampiro
pasa rápidamente
un pañuelo amarillo sobre su instru-
mento. Se acomoda los lentes oscuros,
de estilo setentero, se coloca en una
posición firme pre-musicalizada por los
cascabeles de caracol que porta en los
pies, y moja sus labios para comenzar a
tocar las primeras notas que se extien-
den por toda la plaza. Lamúsica, en oca-
siones con la sonrisa que saca una bala-
da o lo desgarrador de un bolero, llega a
sonar en el viento, se hace omnipotente
y protagonista por unos momentos del
espacio.
Varias personas disminuyen el
acelere de su día cuando cruzan frente
al
sax
en acción. Algunos contemplan
con brazos cruzados a un costado la
ejecución; otros, sueltan una moneda
mientras caminanmás despacio, acción
que les hará acreedores a un particular
ademán del
Vampiro
, quien realizará
una reverencia de agradecimiento al
tiempo que sigue tocando.
“Estoy tocando y pasa una señora
con dos bolsas, ¿qué le calculas?, ¿unos
tres o cuatro kilos en cada bolsa? Se
adelanta cuatro pasos, se detiene, deja
las bolsas en el suelo; de una de ellas
saca otra de la que extrae un monedero
y le busca, a ver cuánto saca: cincuenta
centavos y los pone en el estuche. Eso a
mí me conmueve”, narra Oscar Gómez
César, quiendesde 1986 toca el saxofón
por las calles de la ciudad, y desde el 98
entre el Munal y Palacio deMinería.
Comenzando con la flauta,
El
Vampiro
disfruta de tocar y compartir
su música día a día con los transeúntes.
Tocar el saxofón fue para él una inquie-
tud y un aprendizaje autodidacta, facili-
tado por la adquisicióndel instrumento
a causa de una deuda. “La flauta es un
instrumento maravilloso, pero muy
tímido; el
sax
toca muy fuerte, puedes
hacerlo cimbrar como un elefante”.
El tráfico le observa tocar. Algu-
nas personas abren sus ventanillas y
escuchan atentamente, únicamente
interrumpidos por algún claxonazo de
alguien que alcanza a ver la luz verde
al final de la fila de autos. Un hombre
en bicicleta deja de pedalear para gritar
“¡Uh! ¡Puro Jazz!”, y continúa su viaje.
El repertoriomusical varía, aunque
predominan clásicos, nacionales en su
mayoría. Suena una cálida versión de
“Bésame mucho” y pareciera que la gen-
te hace tiempo para sacar sus monedas,
mientras que “La Cucaracha” dota de
otro ambiente al lugar.
“Me gusta mucho tocar ‘Jesús, Ale-
gría de los Hombres’, algo de José Luis
Alcaraz, boleros o Cri-Crí”, confiesa
mientras guarda su
sax
y mira alrededor.
Cuando se le pregunta sobre la plaza, res-
ponde: “¡Está re’ bonita!”. ¿Yqué le gusta
del Munal? Entre risas elige las escaleras
del vestíbulo, y la obra de José María
Velasco como sus favoritas. Reconoce
también las bondades acústica de la pla-
za, y las facilidades para llevar a cabo sus
ejecuciones, aunque con sus respectivas
limitaciones: “Loúnicoque se les ocurre
a las autoridades es regular estas activida-
des (músicos en vía pública) poniendo
reglamentos; lo que pueden hacer es
proteger esta actividad, no controlarla”.
El Vampiro
termina de guardar
su instrumento, sentado sobre las es-
caleras del Caballito, y ante la mirada
desviada de quienes esperaban seguir
escuchando más, refiere: “La gente
mexicana es sumamente generosa. La
relación con tu público es intensísima.
Me llenan de cariño”.
Las notas suelen escucharse conti-
nuamente durante el día, de un organi-
llero a un cello. El Caballito, el Palacio
de Minería y de Correos son también
consentidos de los fotógrafos, que go-
zan de posar la lente en su arquitectura,
sus contenidos y personajes. Hay un
público recurrente con quienes com-
partir ideas y distribuir material artís-
tico: poemarios, fanzines y libros de
autor pasan de mano enmano. Incluso
hay espacio para los deportes, con las
espontáneas “cascaritas” futboleras y
hasta el
parkour
, que un joven practica
brincando con destreza entre los pilo-
tes que bordean la plaza. Es la “fauna”
que día con día le da color a la explana-
da donde se levanta el Munal.
La Plaza Manuel Tolsá, donde se encuentra el Museo Nacional de Arte, es un punto de encuentro para diversas expresiones artísticas: músicos, pintores y hasta
escritores se dan cita en este espacio que se ha convertido en un punto de referencia del Centro Histórico de la Ciudad de México.
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ANTONIO MORALES
"Cerono" pintando
El globo
de Ramón Cano Manilla.
Foto: Ernesto Olmos