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junio
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2013
PUERTAS ADENTRO
retratos, las figuras del Novohispano
Manuel Carcanio –dominico y uno de
los primeros profesores de pintura en
la Real Academia de San Carlos-, del
académico pintor decimonónico Mi-
guel Mata y Reyes, y del vanguardista
Ezequiel Negrete Lira, simulan ser cap-
tados de manera espontánea al interior
del estudio e invitan, con su mirada
anclada en el espectador, a observar la
práctica pictórica ante la pantalla de
lino que, de emprimada (preparada) en
color vino de fondo, se transforma en
un artificioso cuadro luminoso y colo-
rido inspirado en la realidad.
Ya sea el retrato de una mujer en la
pintura dentro de la pintura deMata, o
la idealización de un paisaje mexicano
en la tela dentro de la obra de Negrete
Lira, el ilusionismo pictórico desple-
gado en el soporte sujeto al bastidor
es una cualidad posible tanto por la
gracia, la observación y el aprendiza-
je, como por el manejo técnico del los
instrumentos.
Aunado a lo anterior, la pintura
histórica de retrato, la cual congela
para la posteridad la interpretación
artística del perfil y la apariencia de las
personas perdidas en el tiempo, siem-
pre será enigmática. Esta reflexión
quedó magistralmente descrita por el
premio nobel mexicano de literatura,
Octavio Paz:
El retrato es el testimonio, fijo y
momentáneo, del encuentro de
dos personas –diálogo, combate,
descubrimiento- resuelto en un re-
conocimiento. El otro se presenta
como una presencia corpórea. Esa
presencia nos habla, nos mira, nos
oye y nosotros la oímos, le habla-
mos y la miramos. Así descubri-
mos que la presencia es una per-
sona o, como se decía antes, un
alma. Un ser único, semejante a
nosotros, vulnerable y enigmático
(
Los privilegios de la vista II. Arte
de México
, Fondo de Cultura Eco-
nómica, 2006, p. 166).
La concepción de que estos indivi-
duos en algún momento tuvieron una
vida plena como la nuestra y ya no es-
tán, es inquietante. Porque mirar estas
efigies nos enfrenta a la existencial in-
certidumbre de la vida, el tiempo y el
ocaso, y las posibilidades de trascender,
como a través de la pintura de retrato.
Los anhelos sociales, los parámetros
de belleza, el lujo y el decoro, la arro-
gancia y el prestigio, todo ello es ar-
tísticamente significado en la historia
cultural que nos proporciona el retrato.
Nuestros artistas, que se duplican
como modelos en estas obras, dejaron
constancia visual de su protagonismo
social, a través de las convenciones de
los modos de representación pictórica
de su época.
José Joaquín de la Vega,
Retrato de don Manuel Carcanio
, 1783.
Miguel Mata y Reyes,
Autorretrato
.
Ezequiel Negrete Lira,
Autorretrato
.