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abril
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2013
EDUCACIÓN
ELMUSEO COMO LIBRO
A
doro los museos. Hace
muchos años que traba-
jo en ellos y mi tiempo
libre también lo dedico
a recorrerlos. Los museos de cualquier
tipo encienden mi imaginación: Em-
pecé como educadora en un museo
de arte, pasé a trabajar en un museo
de ciencias, fantaseé un tiempo con
museos para niños y busco memora-
bles museos de historia. Cada museo
es un mundo, algunos más atrayen-
tes y amigables que otros, pero todos
comparten esa magia de ser espacios
para recorrer y tiempos para conversar.
Junto con mi amor por los museos y la
felicidad de poder trabajar en ellos, soy
consciente de que no a todas las perso-
nas les gustan losmuseos. Y a ellos está
dedicado este artículo.
Disfruto leyendo libros: mientras
preparaba una conferencia sobre edu-
cación en museos, descubrí los dere-
chos del lector redactados por Daniel
Pennac de la campaña para incentivar
la lectura y se me ocurrió que este po-
dría ser un buen ejercicio para repensar
las visitas. El tema de los derechos de
los visitantes ya fue redactado por Judy
Rand (1996), para ayudar a los traba-
jadores en museos a pensar en exposi-
ciones que respondieran a las necesi-
dades físicas, intelectuales y sociales
de los visitantes. Mi intento al adaptar
los derechos del lector de Pennac a los
derechos del visitante en museos es
lograr la legitimidad de distintos tipos
de usos del museo, para alejarnos de
la imagen del visitante ideal (que por
otro lado no existe) y permitirnos ha-
cer museos más accesibles.
EL DERECHO DE NO VISITAR EL MUSEO:
Una
visita al museo es una opción cul-
tural entre otras. Creo que las mo-
tivaciones para visitar los museos
son muchas y que la oferta es muy
variada. Así como para hacer nuevos
lectores no hay que obligar al niño
a leer lecturas aburridas, Pennac re-
comienda contagiarles el amor por
la lectura, creo que frente a los no vi-
sitantes la mejor manera es salir ha-
cia ellos y tratar de ver cuáles son sus
necesidades, como muchos museos
están haciendo con el público joven.
EL DERECHO DE SALTAR EXPOSICIONES (PÁGI-
NAS):
Jay Rounds (2004) dice que el
visitante a un museo se ve movido
por la curiosidad. En ocasiones una
¿ES POSIBLE APROXIMARSE A UNA EXPOSICIÓN IGUAL QUE A UN LIBRO?
A PARTIR DE DANIEL PENNAC Y SUS DERECHOS DEL LECTOR, ESTE TEXTO
REFLEXIONA SOBRE LAS DIFERENTES MANERAS DE ABORDAR LA EXPERIENCIA MUSEÍSTICA Y TRANSFORMARLA EN UNA AVENTURA MÁS DISFRUTABLE.
»
DIANA ALDEROQUI PINUS*
exposición no nos engancha, no con-
tiene focos de interés que nos atrapen,
que se relacionen con nosotros. En
esos casos, vale la pena salir y buscar
otras que enciendan nuestra imagi-
nación.
EL DERECHO DE NO VER TODO EL MUSEO (NO
TERMINAR EL LIBRO):
Uno de los enemi-
gos de la vista al museo es la fatiga
museal (Davey (2005). Las piernas
y la cabeza no pueden incorporar ya
más información. En esos momentos
es bueno hacer una pausa: ir a comer
algo o pasear por la tienda del museo
y decidir, a continuación, si prolonga-
mos la visita.
EL DERECHO A VOLVER A VISITAR (RELEER) UNA
EXPOSICIÓN:
Holden, el personaje del
Guardián entre el centeno
de J. D. Salin-
ger, decía al visitar el museo que, recor-
dando sus visitas escolares sintió que
había cambiado, mientras que el mu-
seo había quedado exactamente igual.
Esta es una manera de releer el museo.
Pero hay otras: visitar con personas
distintas una exposición nos lleva a
mirarla con otros ojos.
EL DERECHO A VISITAR (LEER) CUALQUIER COSA:
Visitar colecciones de abanicos, mue-
bles, arte contemporáneo o exposicio-
nes florales. Muchas veces los museos
pueden ser visitados como opciones
culturales pero otras tener relación
con un hobby o cuando se busca una
fuente de inspiración.
EL DERECHO DE "PERDERME" EN EL MUSEO (O EN
UN LIBRO), DEJANDO EL MUNDO AFUERA:
Olvi-
dar la sensación del tiempo, sentirme
inmersa en el espacio del museo, com-
partir esa pausa con otros visitantes.
Esa es sin duda la magia de los libros y
puede ser también la magia de una ex-
posición que, sin llegar a ser agobiante,
sea envolvente.
EL DERECHO A LEER EN CUALQUIER SITIO:
Este
derecho es un tanto difícil de ser tra-
ducido a los museos. De últimas, a
diferencia de los libros que se pueden
llevar a cualquier lado, los museos son
espacios definidos. Creo, sin embargo,
que los museos virtuales pueden refle-
jar esta opción, ya que basta tener ac-
ceso a internet para llegar al mundo in-
ternacional de losmuseos. Otra buena
•
Referencias
Davey G., (2005).What isMuseumFatigue
Visitor StudyToday,Vol 8[3] accedido 16.3.13 en
http://historicalvoices.org/pbuilder/pbfiles/Pro-
ject38/Scheme325/VSA-a0a5y5-a_5730.pdf.
Pennac, D., (2008)The rights of the reader,
(foreword and illustrations by Quentin Blake).
Rand, J., (1996)The 227MileMuseum, or,
WhyWe Need aVisitors’ Bill of Rights,Visitor
Studies Association.
Rounds, J., (2004). Strategies for the
curiosity-driven museum visitor. Curator,
47(4), 389–412.
*
Sobre la autora
Diana Alderoqui Pinus trabaja en edu-
cación en museos desde hace 25 años.
Es curadora en atención a visitantes y
públicos en el Bloomfield Science Mu-
seum en Jerusalén, Israel. Es doctora en
interactividad y museos por la Universidad
Autónoma de Madrid.
manera de traducirlo al ámbito de los
museos es decir que puedo ir a los
museos con quien quiera: sola, con mi
madre, mis estudiantes, unos turistas o
con mis hijos. Para cualquiera de estas
salidas, el museo se puede adaptar.
EL DERECHO A HOJEAR:
A veces llegamos al
museo porque hay una nueva exposi-
ción sobre la que se hablamucho en los
medios. En otras oportunidades, llega-
mos para ver qué hay, qué cambio de la
última vez que estuvimos. Este formato
de visita es ideal en los días de lluvia y
como cuando hojeamos un libro en
una librería, que sabemos no vamos a
comprar, también en este caso la visita
al museo tiene un límite de tiempo (pa-
recida al
happy hour de los pubs
).
EL DERECHO A LEER EN VOZ ALTA:
Como dije
al inicio, las visitas a los museos son
tiempos de conversación. Es usual
observar a los visitantes que pasean
de a dos o en grupos hablar entre ellos,
compartiendo intereses y vivencias
durante la visita. Las conversaciones
entre los visitantes son conversacio-
nes espontáneas que surgen frente a
las obras, los textos y los espacios del
museo y contrarrestan la imagen de
los museos como lugares silenciosos,
donde sólo nos es permitido susurrar.
EL DERECHO A CALLARNOS FRENTE A UNA FRASE
DE UN LIBRO O UNA OBRA DE ARTE:
Me que-
do callada e invito a cada uno a pensar
cuándo se quedó boquiabierto frente
a una obra en el museo o frente a una
frase de un libro que nos resuena y
pide un poco de silencio.