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1920
1927
Zúñiga inició su trabajo de ayudante de escultura en el taller de su padre, realizando tallas de piedra y
madera. Durante el curso escolar 1926-1927 acudió a la Escuela de Bellas Artes como alumno regular,
pero abandonó los cursos por desacuerdos con los métodos de enseñanza del maestro Tomás Povedano.
NÚM. 11
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DICI EMBRE
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2012
LOS D I OSES
CARCOMIDOS
LA EXPOSICIÓN
FRANCISCO ZÚÑIGA. CUERPOS DEL TERRITORIO
, QUE SE EXHIBE EN EL MUSEO NACIONAL DE ARTE, CONMEMORA EL
CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE ESTE ARTISTA DE ORIGEN COSTARRICENSE. EN SUS ESCULTURAS Y DIBUJOS, LA FIGURA HUMANA Y EL
MUNDO INDÍGENA FUERON UNA CONSTANTE.
A
riel
Z
úñiga
E
l objetivo primero de esta ex-
posición es recordar el cente-
nario del nacimiento del es-
cultor y dibujante, y de acuerdo a las
condiciones que la hicieron posible,
se decidió que girará alrededor de
una de sus obras más representati-
vas: el G
rupo de cuatro mujeres de
pie
, bronce de 1974, y a cuya ges-
tación se relacionan la mayoría de
las obras expuestas. Toda la obra de
Francisco Zúñiga es una reflexión
del problema formal de la represen-
tación, lo que ha sido una confronta-
ción constante en la historia del arte
y se resume en representar o no a la
figura humana.
“La escultura se presenta como
un medio de expresar la identifica-
ción ya sea con lo real, ya con lo
imaginario, verificando así la rela-
ción de un individuo con el mundo
sensible. […] No esculpo la natu-
raleza, pero sí una escultura de la
naturaleza humana, insistiendo en
ésta dimensión adjetiva de cons-
truir una forma de la figura huma-
na. Tal vez mi mundo sea el de la
representación indígena femenina
y de poses que están en relación
con viejas culturas mesoameri-
canas, lo que es una motivación
emocional imperante y de la cual
reafirmo justamente un cierto lado
irracional, los valores psicológicos,
la herencia. Relaciono todo esto
simbólicamente con lo geológico,
lo terráqueo del origen, más aun,
lo erótico. De ahí la exageración de
los pechos, los vientres, las cade-
ras. La naturaleza en ese sentido es
inagotable porque la vida crece y
muere. Pienso en esos modelos en
yeso que en el taller permanecen
bajo la lluvia, se van erosionando,
envejeciendo. Por otro lado existen
también formas de una gran vita-
lidad y sentimos la necesidad de
exaltar su sensualidad. Formas en
pleno crecimiento, como dos face-
tas de un mismo movimiento”.
1
Enfatizando aquí peso y volu-
men, allá la ligereza de la gravedad, la
obra oscila entre arquetipo y re-trato,
conservando a lo largo de su recorri-
do plástico esa ambigüedad propia
de la representación figurativa.
Apenas salido de sus primeros
dibujos de infancia; reconstruccio-
nes de batallas, héroes reales sur-
gidos de libros de historia o imagi-
narios, así como los retratos de sus
compañeros de juego y sus herma-
nos, el paisaje se apodera de Francis-
co Zúñiga e impone permanencia al
sitio donde se encuentra. El paisaje
lo ata, por así decir, a la tierra. La
colina frente a su casa, los gallos y
las letrinas de los traspatios… todo
es pretexto para vincular objetos
e individuos con el sitio en donde
se encuentran. Todas sus primeras
obras nos dicen que sin territorio la
presencia se pierde.
Más tarde vienen los encargos
a través del taller de su padre, es-
cultor religioso; algunos no fueron
respetados por razones que desco-
nocemos, como es el caso de un
mural en una iglesia del que sobre-
vive una fotografía. Las representa-
ciones de cielos e infiernos en los
que se adentra también por encar-
go, y que para él requieren de un
acento real que resalte su credibili-
1.
Vigencia de la figura humana.
Discurso de in-
greso a la Academia de las Artes de México, 6 de
Agosto de 1987, México D.F.
F R N C I S C O Z Ú Ñ I G A . C U E R P O S D E L T E R R I T O R I O