Página 24 - 14_Diciembre_Dossier

Versión de HTML Básico

24
NÚM. 11
|
DICI EMBRE
|
2012
1986
1987
Por invitación del Ministro de Cultura de Francia Zúñiga expuso, en el Jardín de las Tullerías y el Museo
de l'Orangerie, escultura de pequeño y gran formato así como dibujos. Adquirió la nacionalidad mexicana
al cumplir 50 años de vivir en el país. Fue nombrado miembro de la Academia de Artes de México.
C I N E
El cineclub Munal parece llegar a su
consolidación. ¿Cuáles son las ideas
detrás de la programación? ¿cuál el
valor de un espacio como éste?
P
ensar el consumo cinematográfi-
co en la era digital no es un reto
sencillo. Si bien en México existe una
sensibilidad fílmica dentro de ciertos
sectores, un deseo que quizás se rela-
cione con nuestra herencia “dorada”,
son muy pocos los espacios donde se
difunde cine sin cotos comerciales o
mercantiles. El Auditorio Adolfo Best
Maugard es uno de ellos.
Durante este año, nos hemos
esforzado en distinguir nuestra pro-
gramación a partir de un lazo directo
con las artes plásticas y visuales. Pri-
mero, porque como Museo Nacional
de Arte habremos de recurrir al cine
como una extensión más de nuestra
UN CINECLUB ES MUCHO MÁS
QUE UN CINECLUB
UN ESPACIO PARA
DISIDENTES
P
ablo
M
artínez
Z
árate
O
swaldo
H. T
ruxillo
M
ás allá de lo que se piensa, las
relaciones entre el cine y la pin-
tura o la escultura, siempre trascien-
den el mero plano de las formas, de
las plásticas. El reto del cineclub Mu-
nal en este año ha sido precisamente
pensar las asociaciones del Séptimo
Arte con nuestro querido Museo
Nacional, a partir de una inventiva
histórica, causal pero muchas veces
azarosa y no exclusivamente artísti-
ca. Hemos querido invitar a nuestro
público a conocer la
riqueza de nuestro
acervo y, al mis-
mo tiempo,
pasearnos
por cine-
matografías
lejanas. Funda-
dos en lo mexi-
cano, sí, pero tras-
cendiendo nuestro paisaje, hemos
mirado hacia afuera. Nuestra misión
ha sido hacer de nuestro cineclub:
un lugar de comunión entre las artes
pero también entre nosotros sus po-
bladores y visitantes.
Ha sido en ese sentido el Cine-
club Munal un cineclub político. En
esta actualidad en que la mayoría
de los esfuerzos y las voluntades se
concentran en enmascarar la reali-
dad—desde los afeites y maquillajes
de la publicidad hasta los créditos
vitalicios y los amores hipotecarios
que nos prometen a través de panta-
llas de plasma y estadísticas insípidas
realidades utópicas—hemos propues-
to un acto de disidencia. No un acto
político ni politiquero, con ninguna
filiación ideológica, ni mucho menos
con una voluntad de revolución vio-
lenta ni en actitud de eterna protesta.
Tal como lo expone Francisco Sego-
via:
No compremos abstracciones. La
poesía es lo más concreto del mundo.
Frente a un río, el filósofo mira el mo-
vimiento del agua; el poeta, el agua
en movimiento
. Creemos con el poeta
que el primer acto disidente —el acto
revolucionario por excelencia— es la
observación, la actitud crítica frente
a la realidad. Y Quizá en una época
como la nuestra el acto más rebelde
sea el de la contemplación pura, así,
sin adjetivos.
Han pasado ya, casi doce me-
ses de la primera función de este
año 2012. Inevitable es el recuento,
tanto como la nostalgia. El ejercicio
ha servido para poner a dialogar el
arte con el cine, con nosotros seres
sociales, como he insistido. A golpe
de vista, poco parecen tener en co-
mún cineastas como Woody Allen o
Alexander Kluge con Juan Cordero
o Arnulfo Domínguez Bello; poco el
siglo diecinueve parisino con el siglo
xxi
mexicano; el reto, aprobado o no,
ustedes público decidan, ha sido po-
ner a dialogar a las obras del Munal
en un espacio que llene las pantallas
con películas inteligentes pero no
por eso acartonadas que nos permi-
tan reflexionar, mirar, contemplar.
vastísima colección, la más impor-
tante en su tipo y pilar de la identi-
dad gráfica nacional, y las muestras
temporales.
Segundo, porque el cine llega
al mundo a pelear su lugar con las
artes vigentes hasta entonces. Nu-
triéndose, así, tanto de la literatura
y el teatro, como de la plástica en
su acercamiento a la luz y la com-
posición visual. Ahí los grandes
homenajes de Pier Paolo Pasolini o
Andrei TArkovsky. Tercero,
porque estamos convenci-
dos que en el diálogo entre
distintas manifestaciones artís-
ticas podemos inventar no sola-
mente nuevas lecturas, sino tam-
bién nuevos lenguajes.
Por ello, un cineclub es
mucho más que un cine-
club: es una oportunidad
de crear mundo, una ventana a uni-
versos posibles donde la imaginación
se desprende de las imposiciones
mercantilistas, donde el gusto –la
estética– predomina sobre las ganan-
cias monetarias; un rincón donde el
espíritu se desenvuelve por su pro-
pio impulso, y no por las taras de las
marcas, o las estrellas. Los invitamos
a formar parte de esta aventura que,
para 2013, promete convertirse en un
referente ineludible del séptimo arte.