Núm. 9
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Octubre
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2012
16
1909
El 28 de octubre de 1909 nació en Dublín, Irlanda, Francis Bacon, pintor retratista de las
tensiones y deformaciones de la forma humana.
p e r s o n a j e d e l m e s
H
an pasado muchos siglos
desde que san Francisco de
Asís falleció en su natal Italia, un
cuatro de octubre de 1226, día de
su fiesta. Pocas personalidades
como Asís han predicado la fra-
ternidad universal entre los hom-
bres y el respeto por los animales
con tanto fervor en la historia de
la ideas y las acciones. El santo
fue canonizado por la Iglesia Ca-
El 4 de octubre se conmemora la
muerte de este personaje religioso,
día también en el que se celebra su
fiesta religiosa.
V
íctor
T. R
odríguez
R
angel
San Francisco de Asís
San Francisco de Asís
San F ancis o de Asís
tólica Apostólica y Romana por
intersección del Papa Gregorio
ix
,
y en los tiempos de la religiosidad
medieval lejos se estaba de pensar
que el fundador de la orden men-
dicante de los franciscanos (1208)
y contemplativo creyente, trascen-
dería con significativa influencia
en la historia universal. La con-
quista espiritual de Hispanoamé-
rica no se puede entender sin el
papel misionero, evangélico, pro-
tector y humanístico de los prime-
ros franciscanos que “suavizaron”
en el amerindio la violencia del
conquistador y la imposición de
las cosmovisiones europeas.
En México, la hulla de los
franciscanos está presente en la
historia, en la geografía y en la
mentalidad cristiana de la pobla-
ción mestiza. El testimonio de san
Francisco y de la orden del clero
regular, está latente en los sólidos
conventos franciscanos, manieris-
tas y barrocos, diseminados por el
país; en las crónicas de la Conquis-
ta y las descripciones etnológicas
de las culturas precolombinas, por
frailes como Toribio de Benaven-
te “Motolinia” y Bernandino de
Sahagún; en las modalidades ico-
nográficas para la representación
de la vida del santo y de la orden
en las artes visuales de diferentes
épocas, regiones y corrientes; así
como en la actividad de la orden a
la fecha, con sus reglas y votos de
humildad, obediencia y castidad:
divididos en frailes menores, con-
ventuales y capuchinos.
San Francisco nació en el
pueblo italiano de Asís y, luego
de diversas revelaciones, dejó
sus bienes y rehusó a su heren-
cia para vivir en la humildad me-
siánica de Cristo. No sólo creó la
orden que lleva su nombre, sino
también la de las Clarisas y la del
Tercer Orden. Predicó la fe cris-
tiana en Egipto y, en una jornada
de oración en el Monte Alvernia,
meditando sobre el calvario de Je-
sucristo, recibió los estigmas de la
pasión de manera milagrosa, pre-
sentado su cuerpo las cinco llagas
del redentor.
Los estigmas los podemos ver
con claridad en las representacio-
nes pictóricas de San Francisco de
Asís. Su vida, una de las más be-
llas de la hagiografía (historia de
la vida de los santos), es un asunto
frecuente en el arte sacro. Algu-
nos de los más grandes pinceles
han narrado en lienzo su historia,
como Murillo, Zurbarán, Carava-
ggio, Cimabue y Tiépolo, entre
otros.
En el ámbito de la pintura vi-
rreinal novohispana, el Munal tie-
ne en su colección varios autores
que abordaron al creador de la tra-
dición de los Nacimientos, como
Cristóbal de Villalpando, Pedro
Ramírez, Francisco Antonio Valle-
jo y José Xuárez. De este último,
puedo considerar su obra
La apa-
rición de la Virgen y el niño a san
Francisco
de las más interesantes,
la cual para deleite del público
se puede admirar en el pasillo A
del recorrido Virreinal del segun-
do piso. El emotivo óleo con más
de una docena de personajes -dos
mundanos quienes son San Fran-
cisco de Asís y un niño y todos los
demás celestiales- fue un encargo
del convento de San Francisco de
la ciudad de México y destaca el
papel de este santo para la teolo-
gía al punto de representarlo con
el don de recibir al niño Dios de
las manos de la reina del cielo, la
Virgen María.
En la obra, el humilde san
Francisco está rodeado por ánge-
les y arcángeles y, formando una
diagonal, a la derecha en un regis-
tro más elevado la virgen extien-
de de manera amorosa sus brazos
para entregar a Jesús como bebé,
en metafórico gesto, al fraile. El
rompimiento de gloria que abre
el cielo encapotado, ilumina con
tonalidades cálidas toda la escena.
Los arcángeles con sus descomu-
nales alas forman un interesante
juego geométrico que le da una
dinámica a la escena. Un juego de
rizos dorados corona todos los
personajes, menos a Asís, incluido
el niño que figura en el primer pla-
no sentado juguetonamente, ata-
viado a la usanza de los mayores
del siglo
xvii
y con una tablilla que
consigna:
A devoción de mi Padre
Alonso Gómez
. Cabe destacar que
el caballero nobiliario Alonso Gó-
mez fue el donante, es decir el que
patrocinó económicamente esta
obra para que pasara a formar par-
te de la pinacoteca del convento de
San Francisco.
José Juárez,
La aparición de la virgen y el niño a San Francisco