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Núm. 7
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agosto
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2012
Ingresa a la Sociedad Mexicana de Historia Natural, donde profundiza sus intereses científicos
sobre zoología y botánica. Comienza su “serie” de vistas del Valle de México.
1873
Expediciones
En 1878 el director del Museo Na-
cional organizó una serie de expe-
diciones a los sitios arqueológicos
de Teotihuacán y al cerro de Tezco-
tzingo, cerca de la cabecera del hoy
municipio de Texcoco. Velasco par-
ticipó y concurrió como dibujante,
de ahí se desprenden los óleos P
irá-
mide del Sol en Teotihuacán
y
Baño
de Nezahualcoyotl
, que lucen en la
sala 22 del Munal, y de los cuales
el propio paisajista consignó que las
ejecutó ante el natural, en el campo
de la exploración. A partir de estas
dos pinturas y de una más,
Pirámide
del Sol y de la Luna
-colección parti-
cular-, el artista reprodujo otras pin-
turas de menor tamaño en el taller
del Museo, así como dos estampas
litográficas espectaculares para los
artículos sobre Teotihuacán en
Ana-
les.
En la obra sobre “la ciudad de
los Dioses”, enclavada en San Juan
Teotihuacán, el artista se situó en la
cúspide de la pirámide de la Luna
y capturó el vertiginoso panorama
hacia el sur, representando en el
primer plano la plaza rectangular de
la cual arranca hasta el horizonte la
Calzada de los Muertos, flanqueada
por el macizo de la del Sol. Las mon-
tañas, cielo y terrenos son magistra-
les en su naturalismo, sorprendien-
do el registro histórico de todos los
montículos cubiertos de maleza, y
que hoy sabemos, ya peinados, son
templos múltiples y diversos.
En el
Baño de Nezahualcoyotl
,
abrazados por un panorama silves-
tre en la cima de una montaña, los
vestigios arqueológicos nos permi-
ten medio entender la ingeniería hi-
dráulica de éste especie de temazcal
(sauna) prehispánico, construido e
instalado en la época y en los domi-
nios del rey y poeta Nezahualcoyotl,
personalidad de la cultura texcocana
persuadido a ser aliado de México-
Tenochtitlán. Podemos distinguir
una escalinata, la tina que en su mo-
mento estuvo dentro de una habita-
ción de mampostería, y una especie
de caño que sirvió para desfogar el
agua en forma de cascada sobre la
ladera. Toda esta instalación labra-
da sobre la enorme roca que pende
como peñasco.
Por otro lado, los supuestos vaso
y olla azteca, logrados dibujos a la
acuarela, forman parte de las de-
cenas de interpretaciones artísticas
que Velasco realizó de las coleccio-
nes históricas y Arqueológicas del
Museo Nacional de México. Cata-
logadas de manera confusa por el
INBA, la historiadora de arte e inves-
tigadora del INAH Esther Acevedo,
quien periódicamente colabora con
los proyectos académicos del Munal,
ha apuntado a que los diseños for-
males, botánicos y zoomorfos, son
de origen teotihuacano y que estas
dos ilustraciones reproducen una
misma vasija por sus ambas caras,
pieza que de manera tangible debe
de pertenecer a las colecciones del
Museo Nacional de Antropología. El
objeto policromado y decorado so-
bre estuco y materia de inspiración
artística para Velasco, formó parte
de un extenso contingente del patri-
monio arqueológico nacional remiti-
do, para la representación mexicana,
a la Exposición Histórica Americana
de Madrid en 1892, en el cuarto cen-
tenario del “descubrimiento del Nue-
vo Mundo”.
Obras extrañas
La colaboración del famoso paisajista
en la divulgación del patrimonio ar-
queológico de México fue rica, parti-
cularmente en ese tiempo donde era
cada vez más evidente la necesidad
de que el dibujo del tema se incor-
porara en los trabajos institucionales.
Su labor motivó a otros pintores aca-
démicos a seguir sus pasos. Diestro
Velasco en la ilustración científica na-
turalista, aves, plantas, frutos o anfi-
Homenaje por el Centenario luctuoso de José María Velasco: 1912 - 2012
bios, alcanzó la dirección de la Socie-
dad de Historia Natural en 1881. Más
adelante realizó unas extrañas obras
que forman también parte de su pal-
marés, aquellas con contenido de las
polémicas teorías evolucionistas pro-
pias de su tiempo, y que generaron
una imaginería sobre la apariencia
que debió de haber tenido la fauna y
flora prehistórica en las eras geológi-
cas de la tierra.
La interpretación del
periodo Ce-
nozoico Mioceno y del Cuaternario
Paleolítico Superior
, pequeños y mi-
nuciosos óleos sobre cartón expues-
tos en la vitrina de la sala 22, forman
parte de un cuerpo de diez bocetos
previos a la ejecución de los amplios
lienzos que se montaron en el pri-
mer nivel del Instituto Geológico Na-
cional, frente a la Alameda de Santa
María la Rivera (el hasta hoy Museo
de Geología).
Son pinturas basadas en una se-
rie de estampas del paleontólogo J.
Hoffmann, publicadas en Viena, so-
bre la evolución de la flora y la fau-
na marina y terrestre. Una de ellas
vislumbra un paisaje del periodo
Cenozoico con la presencia de los
primeros mamíferos sobre las su-
perficie continental, mientras que la
otra, es una vista de un paisaje noc-
turno, con luna llena, del Paleolítico
Superior y en la que un grupo de
Homo Sapiens
gozan de las venta-
jas de haber aprendido a manipular
el fuego junto a los orificios caver-
narios que les sirven de resguardo.
Estos hombres prehistóricos graban
sobre un colmillo de mamut y ma-
nufacturan objetos.
Los pasajes sobre la historia de
México desde su Conquista, también
fueron explorados como signos geo-
gráficos y botánicos enclavados en
el paisaje nacional, para muestra la
luminosa acuarela que contiene el
acervo Munal sobre el
Árbol de la
Noche triste
, ancestral ahuehuete
trazado por Velasco como el eje del
primer plano del episodio, en una
localidad definida por los rumbos
de Popotla y en la que lloró supues-
tamente Hernán Cortés la muerte de
una buena parte de sus huestes en
la huida de la Noche Triste, el 30 de
junio de 1520. La fidedigna repro-
ducción taxonómica de este viejo
árbol de un simbolismo histórico,
responde de origen a los estudios
académico en las expediciones que
generaron bosquejos preparatorios
a partir de observar y fraccionar los
componentes del paisaje, para pos-
teriormente integrarlos a las obras
definitivas en el estudio.
Por todos los aportes a la histo-
ria de la ilustración científica en el
siglo
xix
, José María Velasco es un
artista completo que llevó la pintura
de paisaje a su plenitud expresiva en
aquella época empírica de la “segun-
da Revolución Industrial”, al tiempo
que capitalizó sus dotes de dibujan-
te, observador, humanista y natura-
lista, al terreno de la representación
del cosmos para fines científicos.
José María Velasco,
Escena del periodo Cuaternario Paleolítico Superior. Óleo sobre cartón.
José María Velasco,
Flora y fauna del periodo Cenozoico Mioceno Evolución de la vida continental en el
globo terrestre. Óleo sobre cartón.
José María Velasco.
Ahuehuete de la Noche Triste
, 1910.