NÚM. 6
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JUL IO
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2012
Los talleres son principalmente para niños y jóvenes y ofrecen oportunidades para crear piezas que
se relacionan con las temporales.
1942
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El 14 d juli nació en la Ciudad de México
Enriqu Echeverría
, intor abstracto figurativo, integrant
de la llamada generación de la “Ruptura” en la década de 1950.
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R E T R A T O S H A B L A D O S
Poeta y pintora que descubrió sus pasiones artísticas durante su infancia,
Carmen Mondragón fue rebautizada como Nahui Ollin por el Dr. Atl, quien
inmortalizó su belleza en un retrato que pertenece al acervo del Munal.
Mauricio Montiel Figueiras
@Elhombredetweed
(1893-1978)
M
e ocurre con frecuencia:
oigo nombrar a Carmen
Mondragón y tardo un
poco en enfocar a Nahui Ollin. En
la mitología azteca, Nahui Ollin es
el quinto y último sol: el astro que
rige la época actual y preludia el
fin del mundo. Apocalipsis o reno-
vación del cosmos: en los famosos
ojos verdes de María del Carmen
Mondragón Valseca convivieron los
extremos desde temprana edad. A
los diez años llegó a escribir, con
precocidad insólita: “Ahora que
siento que sufro y que soy sensible
a todo, tengo sed de todo lo que es
bello, grande y cautivador. Con un
ardor extremado, una ilusión loca
de juventud y de vida, quiero hacer
vibrar mi cuerpo, mi espíritu, hasta
sus últimos sonidos”.
Poeta y pintora que descubrió
sus pasiones artísticas durante su
infancia en París, Carmen fue re-
bautizada como Nahui Ollin por
el brillante Gerardo Murillo (1875-
1964), mejor conocido como Dr. Atl,
uno de los múltiples artistas que in-
mortalizaron la belleza de la joven;
desde uno de los retratos firmados
por Atl, perteneciente al acervo
del Munal, los ojos verdes de Na-
hui Ollin nos escrutan a través del
tiempo. Antes de que Atl entrara en
su vida, sin embargo, Nahui Ollin
posó su mirada marítima en un ca-
dete del Colegio Militar llamado Ma-
nuel Rodríguez Lozano (1896-1971),
a quien vio en un baile y de quien
quedó prendada de forma inmedia-
ta. Hija del general huertista Manuel
Mondragón, Nahui Ollin gozaba no
obstante de una libertad que le per-
mitió casarse con un hombre más
joven: cuando contrajeron matrimo-
nio, ella tenía veinte años y Rodrí-
guez Lozano, dieciocho.
En 1914, al inicio de la Primera
Guerra Mundial, la pareja se des-
plazó a Europa impulsada por tres
detonadores: la caída de Victoriano
Huerta, el entusiasmo artístico y la
juventud. Establecidos primero en
San Sebastián y luego en París, Na-
hui Ollin y Rodríguez Lozano se
dejaron seducir por el encanto euro-
peo. El descubrimiento del cubismo
y sobre todo de Pablo Picasso, cuyo
taller solía visitar junto con su mu-
jer, avivó la flama pictórica en Ro-
dríguez Lozano. Por desgracia, la
experiencia europea trajo también
las primeras grietas maritales: difí-
cil contener un sismo carnal como
Nahui Ollin. Esas grietas crecieron a
raíz de un episodio que no acaba de
aclararse: la muerte del hijo de Na-
hui Ollin y Rodríguez Lozano. Ella
decía que el niño se había ahogado
accidentalmente, pero él aseguraba
que ella lo había matado. Al paso de
las décadas continúan quedando las
sombras.
Como haya sido, el hecho es que
el matrimonio se rompió al cabo de
ocho años; la pareja volvió por sepa-
rado a México en 1921. A partir de
su regreso, Nahui Ollin y Manuel
Rodríguez Lozano se evitaron; si por
casualidad se cruzaban en la calle,
no se saludaban. Recién llegada de
Europa, Nahui Ollin comenzó a fre-
cuentar los círculos artísticos capita-
linos y entró en contacto con el Dr.
Atl, con quien fincó una relación que
se extendió cinco años y que ella re-
gistró en una nutrida corresponden-
cia amorosa que rebasa las doscien-
tas cartas. Así nació la leyenda de
Nahui Ollin: un relámpago que surcó
la historia del arte mexicano para ex-
tinguirse en la decrepitud. Rodeada
de gatos en la casa de Tacubaya que
sus padres le heredaron, Nahui Ollin
se convirtió en una anciana que pe-
día limosna y decía poder sostener
la mirada del sol. Quería honrar su
seudónimo.
El retrato de Nahui Ollin del Dr. Atl captura la enigmática belleza de esta musa mexicana.