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Núm. 3
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2012
Abril 19 de 1932. Nace en Medellín, Colombia,
Fernando Botero
, pintor, escultor y dibujante, su
obra lleva impresa un original estilo figurativo, identificado por el uso de una volumetría exagerada y
desproporcionada, ligada a una concepción anatómica particular y el uso magistral del color.
1932
M i r a . . . l e e
¿Cuál es el punto de unión más
fuerte entre las arte plásticas y
las artes de la palabra?
Creo que tiene que ver quizá en un
punto en el que, evidentemente coin-
cidan las dos artes y que es el arte de
la transfiguración de la realidad. Es
decir, no su captación probable sino
la creación de evidencias que des-
pués se transforman paulatinamente
en un discurso mental y espiritual,
el cual quizá se desahogue en nue-
vas palabras y nuevos pensamientos.
Pero, a diferencia de la poesía, la
pintura participa de la evidencia de
la realidad sin otra herramienta más
y no necesita de palabras para mani-
festar el mundo interior del artista;
en cambio la palabra depende ne-
cesariamente del lenguaje, de la voz
humana para participar o garantizar
el contacto pleno y fundante con la
realidad. Pero sin duda entre am-
bas está ese ojo, como en Machado:
“el ojo que tú ves no es ojo porque
tú lo veas, es ojo porque él te ve”.
Y participa ese ojo en la necesaria
transformación de la realidad que se
convierte en un acto visual y en un
acto de la participación del mundo.
¿Tú crees que podríamos
equiparar procesos de
traducción literaria con el
proceso de la traducción de un
arte al otro?
Manuel Rodríguez Lozano
Retrato de Salvador Novo,
1924,
Óleo sobre cartón
Sí, totalmente, son actos complemen-
tarios y son oficios absolutamente
correspondientes. En cierta pintura
que yo admiro especialmente, por
ejemplo pensando en Francis Bacon
traduciendo, a su manera, a Velás-
quez, a El retrato de Inocencio XX.
O puedo pensar cierta experiencia
de los místicos donde por ejemplo
cualquier asomo del lenguaje huma-
no es casi la fractura de ese silencio
perfecto como el San Juan de la Cruz
o como el de Santa Teresa. Creo que
la pintura participa en ese mismo
proceso de la traducción literaria,
que es más que una aproximación
a un leguaje bien definido y bien
especifico; creo que el arte pictórico
participa también de esa adultera-
ción o conversión o aproximación o
versión y diversión, como le llamaba
Paz al oficio de traducción de la rea-
lidad y, ¿por qué no?, de otros pinto-
res y otros poetas.
Al respecto de uno de tus libros
(Oficios de ciega permanencia),
estando frente a obras de artes
visuales, artes plásticas, ¿qué
es la ciega permanencia?
Es que la ceguera es parte funda-
mental del oficio creador; o sea, es
una ceguera que no está desprovis-
ta de lucidez, pero es una lucidez
tan recóndita que tiene que ver en
realidad con la manera en que los
objetos y los seres tocan al lenguaje
o tocan al creador. Porque con cier-
tos pintores no hay otra manera de
aproximarse más que con la lectura,
sobre todo por aquellas triadas en
las que lo que uno puede hacer es
ir leyendo los niveles: no luz sino la
lucidez. El arte no es la luz sino la
lucidez y creo que ese gesto nece-
sariamente se funda, esa búsqueda
se funda necesariamente en poner
en duda la iluminación del mundo
que siempre es artificial, la ilumi-
nación que parece tener realidad.
Solamente en sombras o a través de
la ceguera de los sentidos podemos
ir tanteando el lugar que realmente
ocupan preferentemente nuestros
escritos en la cultura, el la fotografía,
en la realidad de las artes. Así que
esa permanencia o pertenencia de la
ceguera es un paso fundamental, es
un rito de iniciación, creo yo, hacia
un mayor conocimiento.
¿Qué lugar ocupa en tu afecto
literario la presencia de
Salvador Novo?
Total. Ahora más, recientemente.
Creo que, como buen hijo de cier-
tas buenas conciencias y costumbres
de la poesía mexicana, aprendí a
detestar su obra justamente por las
razones por las que ahora lo amo
como poeta; es decir, por llevar la
contraria y torcer un nudo constan-
te de contradicciones, nudo fecundo
en contradicciones, entre ellas que
fuera un poeta permeado de la es-
cena pública, tremendamente servil
con el poder y al mismo tiempo au-
tor de una de la obras más provoca-
tivas o provocadoras que ha tenido
la literatura mexicana desde quién
sabe cuánto. Es un hombre que se
despeluca, literalmente, de afectos,
gracias y óvalos literarios de los pa-
tronazgos o mecenazgos del poder, y
al mismo tiempo es una de las obras
más furibundas y verdaderas que ha
tenido nuestra poesía; una prodigali-
dad más orgánica y además terminó
constituyéndose en un acto de pro-
funda honestidad literaria.
De repente se piensa, se llega
a sospechar que la poesía
es como un invitado, un
residente en los museos. ¿Tú
qué nos puedes decir de esa
consideración?
Pues siempre ha sido la cenicienta
en realidad, es la que baila a las doce
de la noche, es la que lava los platos
sucios de las otras artes, y siempre
es la que paga también los platos ro-
tos de la misma. El problema es que
la poesía está tan en los lugares en
los que parece que no se encuentra
que es muy difícil localizarla, ubicar-
la en un museo o darle digamos la
cualidad de una bestia en cautiverio
como si de un zoológico se tratara.
(Sesión del programa
Mira… lee
del sábado
17 de julio de 2010, en el Munal)
HERNÁNBRAVOVARELA
Nació en la Ciudad de Méxi-
co en 1979, ha traducido a
diversos poetas en lengua inglesa y
ha publicado dos libros de poemas:
Oficios de ciega pertenencia (1999,
Premio Nacional de Poesía Joven
Elías Nandino 2004) y Comunión
(2002). Junto con Ernesto Lum-
breras, realizó la muestra crítica El
manantial latente. Poesía mexica-
na desde el ahora: (1986-2002).
Fue becario del programa Jóvenes
Creadores del FONCA, en el área
de poesía (2004-2005) y también
lo ha sido de la Fundación para las
Letras Mexicanas, en el área de en-
sayo (2005-2007).
Á
ngeles como símbolo de sosie-
go, como vehículo hacia la divi-
nidad; ángeles niños alados, ángeles
mensajeros y ángeles monumenta-
les, guardianes y armados. Con se-
mejantes alegorías móviles, emble-
mas de una fuerza que consolidó
una imaginería en Europa y América
en el contexto manierista, un con-
junto de artistas plásticos, gráficos y
de la palabra se dieron cita en las
sesiones correspondientes al progra-
ma
Mira… lee
del mes de marzo.
Los pintores Elena Gutiérrez
Escolano y Héctor Julio Anaya, los
poetas-fotógrafos Guiomar Cantú y
Roberto Luviano, así como el edi-
tor, traductor y fotógrafo Alejandro
Zenker, dieron un especial sello de
profundidad y misticismo en las dis-
tintas experiencias al contacto con
las obras entre las salas 3 y 6 de la
Colección Permanente, ubicadas en
el contexto sacro novohispano.
La experiencia mística
es lo indecible, se
necesita lacerar la
carne para que se pueda
palpar, ya sea por la vía natural
o sobre natural, es ahí donde
el silencio y la redención
tienen lugar. El éxtasis del
resurgimiento de lo sacro por
medio del sacrificio, pero lo
profano se cristaliza en lo
sacro. En las pinturas de La
incredulidad de
Santo Tomás
,
de López Arteaga y el
Entierro
de Cristo
, de Baltasar de
Echave y Rioja, se puede notar
tanto lo profano como lo sacro.
Uno de los caminos para llegar
a la experiencia mística es el
despojo del Yo para llegar a Él ,
y este proceso es por medio del
dolor y el éxtasis.
Roberto Luviano
Al interior de las salas se dio
cita el público que semana a sema-
na nutre los espacios que palabra
a palabra, explicación tras explica-
ción, se convierten en foros multi-
disciplinarios donde, justamente,
mirar y leer se vuelven los requi-
sitos necesarios para abordar las
obras que el museo resguarda.
Desde el manejo manierista para
el tratamiento de los ángeles y las
figuras sacras por parte de Elena
Gutiérrez Escolano, artista del Taller
de Gráfica Utopía A. C., hasta las
profundas nociones de transmigra-
ción en las artes visuales y plásticas
brindadas por Alejandro Zenker, Di-
rector General de Solar y Ediciones
del Ermitaño, se dio un recóndito
paseo por las experiencias sensibles
y espirituales que permite el arte en
su contacto con lo sacro: la idea del
martirio en el creador mismo, como
lo dejó ver Héctor Julio Anaya, pin-
tor egresado de “La Esmeralda”.
De igual forma, la noción de
misticismo en el arte, provista por el
poeta y fotógrafo Roberto Luviano,
mediante una travesía que hizo sen-
tir las cercanías de la creación con
las del vuelo interior en la búsqueda
de la idea divina, así como también
las palabras de la también poeta y
fotógrafa Guiomar Cantú, escritora
formada en la Sociedad General de
Escritores de México, que conecta-
ron al público en la frecuencia de
las distintas formas de entender la
noción de “milagro” tanto en la crea-
ción artística como en la sensibilidad
humana más íntima.
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de video en
youtube.com/MUNALmx
Baltasar de Echave y Rioja
Entierro de Cristo,
1665, Óleo sobre tela
Entrevista por
Fernando Corona
Reseña Mira...lee marzo 2012