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Núm. 2
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marzo
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2012
1914
El 31 de marzo de 1914, nació en la Ciudad de México
Octavio Paz
, poeta y ensayista que obtuvo el Premio
Nobel de Literatura en 1990; fue fundador de la revista
Vuelta
; es autor de
Libertad bajo palabra
, entre otros
poemarios memorables.
A r t i s t a d e l m e s
E
l Museo Nacional de Arte tiene la misión de dar a
conocer a los artistas criollos y mexicanos que bri-
llaron tanto en el periodo Virreinal, como a lo largo
del siglo
xix
y la primera mitad del
xx
. No obstante, en el
acervo y a lo largo de las salas permanentes lucen algunos
artífices que no nacieron en México pero que produjeron
durante una buena parte de su vida en estas tierras, le-
gándonos obras excepcionales. Por ejemplo, los andaluces
Andrés de Concha o Sebastián López de Arteaga, pilares del
arte novohispano; al igual que el italiano Eugenio Landesio,
el español Manuel Vilar y el inglés John Phillips en el siglo
xix
. De la misma manera, la centuria pasada se caracterizó
por una pléyade de talentos extranjeros que radicaron en
nuestro país, de entre ellos subrayo la figura del pintor y
muralista norteamericano Pablo Esteban O’Higgins.
O’Higgins nació un primero de marzo de 1904 en Salt
Lake City, en el estado de Utah. Su trabajo plástico en el
México posrevolucionario se caracterizó por las colaboracio-
nes ideológicas y artísticas con su promotor y maestro Diego
PABLO
o’higgins
maneras, muchas de ellas no muy decorosas. Porta un ciga-
rrillo en la zurda, ubicado en alguna esquina de la urbe y
fija su mirada en un punto exterior a la escena, o bien está
ensimismado en sus pensamientos. Está envuelto en colores
ocres como los que se resuelven en el muralismo naciona-
lista, destacando los tratamientos lumínicos y matizados de
los pliegues del pantalón y del alba camisa. Como un dandi
de la “barriada”, viste sin mangas y con sombrero de época.
Si bien el Munal es un digno recinto para admirar la
obra del multifacético Pablo O’Higgins, también es posible
apreciar su trabajo en murales que pintó en sitios públicos;
basta acercarse al Mercado Abelardo Rodríguez y a lo que
fueron los Talleres Gráficos de la Nación. Como asistente
de Rivera, participó en los murales de la Universidad de
Chapingo y en los de la sede de la Secretaría de Educación
Pública. Si el proverbio popular apunta a que
nadie es pro-
feta en su tierra
, con O’Higgins no es el caso, hay varios
murales de él en todo Norteamérica y triunfó en su tierra
en las exposiciones individuales.
V
íctor
T. R
odríguez
R
angel
Munal
Pablo O’ Higgins
Los cúrpites. Danzantes, 1960
Rivera, además de una multiplicidad de composiciones origi-
nales en caballete y obras murales que evidencian, por la te-
mática y la iconografía, su apego ideológico al utilitarismo del
arte como despertador de conciencias de cara a la revolución
cultural y socialista del pueblo, así como la denuncia social y
el registro de las costumbres y tipologías del mexicano.
La presencia de O’Higgins en la colección del siglo
xx
del Munal, la componen dos pinturas y siete litografías no-
tables que por sus asuntos comulgan con el cuarto núcleo
temático del recorrido:
Retóricas posrevolucionarias.
Cabe
destacar
El fumador,
montada en la sala 31, realizada bajo
las premisas de las experimentaciones materiales de su
tiempo, la encáustica sobre triplay, dejando a un lado el
óleo sobre tela considerado por el movimiento como una
tradición técnica “burguesa”.
El fumador
muestra a lo largo de todo su eje vertical a
un hombre de aspecto rudo, tez morena y vestimenta andra-
josa similar a la tradición tipológica de los “léperos”, quienes
hacen de la calle su laboratorio para ganarse la vida de mil