A partir de la inauguración del Museo Nacional de Arte en 1982, el recinto se convirtió gradualmente en el espacio más emblemático para exhibir y divulgar las obras de arte mexicano producidas en el siglo XIX. Este periodo artístico había sido desatendido por la historiografía del arte y carecía de un espacio museográfico digno.
Las producciones académicas y de las escuelas regionales fueron un parámetro para mostrar las diversas influencias y corrientes estilísticas que emplearon los artistas en esta centuria, la cual se caracterizó por ser una etapa de proceso de construcción ideológica y de conformación de una identidad nacional. En este periodo y a través de las artes se genera una propagación de iconos y alegorías de lo que paulatinamente se denominaría lo “mexicano”, de acuerdo con los distintos proyectos gubernamentales.
El lote de obras perteneciente al siglo XIX era numeroso, por lo que formó parte sustancial del acervo del MUNAL al momento de su apertura. Esta colección se ha incrementado gracias a las donaciones y adquisiciones, y a la fecha suma 1029 piezas. Una buena parte del acervo del XIX se remonta a la creación de la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Carlos (1783).
Un segundo momento importante fue en 1843, cuando a raíz de un decreto presidencial se reorganizó la Academia de San Carlos y se impulsó la producción de obras por parte de los profesores y discípulos, realizando exposiciones periódicas en las que se producían obras que pasaban a formar parte del acervo de la Academia. Los trabajos procedentes de esa institución, desde su reordenamiento hasta principios del siglo XX, muestran la influencia de las vertientes neoclásica, romántica, realista y modernista, a través de los temas mitológicos, alegorías políticas, episodios bíblicos, el género de historia local y universal, las vistas urbanas, el paisaje y las costumbres; así como los temas pesimistas propios de una conciencia del declive de la civilización a finales de siglo.
Un hecho relevante en la conformación de este acervo significó el rescate y adjudicación –entre 1982 y 1983- de las esculturas de la Alameda Central que fueron realizadas en las postrimerías del siglo XIX. Dichas piezas estaban bajo la custodia del Departamento del Distrito Federal y, por estar a la intemperie, se encontraban terriblemente afectadas. La escultura de Jesús E Contreras, Malgré Tout, fue una de las piezas salvaguardadas.
Esta sección guía un recorrido histórico-artístico denominado Construcción de una nación, 1810-1910, y abarca 17 salas. Entre ellas destaca la que presenta alegorías políticas, la denominada Biblia e hispanidad, y la sala que lleva por título La Memoria de una historia nacional, que exhibe las obras que idealizaban el valor de las culturas prehispánicas como parte del proyecto cultural liberal a partir de la República Restaurada (1867). Por otro lado, las amplias panorámicas a campo abierto del valle de México de José María Velasco son representativas del arte moderno mexicano y comparten espacio con ejemplos del ingenuismo provinciano de las escuelas de retratos y costumbres de Puebla y Jalisco. El recorrido se enriquece con el Gabinete de Estampa que permite apreciar las variantes temáticas de la litografía; así como la Sala de Fotografía que presenta las primeras incursiones de la fotografía en México.
Las últimas salas, Modernidad y Apocalipsis, dan cuenta del modernismo cosmopolita y constituyen la frontera cronológica de esta etapa, que da paso al contexto de la Revolución Mexicana y las nuevas rutas estilísticas que se generaron en el siglo XX.