José Guadalupe Posada nació en Aguascalientes en 1852, y su trabajo como dibujante y grabador se movió en la esfera de la cultura visual popular sin trascender en los escaparates del arte culto nacional de su momento. Revalorado y dado a conocer por el artista francés Jean Charlot, en la escena de la cultura mexicana en franca re-configuración icónica de la década de los treinta del siglo XX, la obra de José Guadalupe Posada ha ido trascendiendo en el compendio visual público y ocupando un lugar relevante en la historiografía del arte mexicano. El descubrimiento de los valores originales y universales de la producción gráfica de Posada por Charlot, a raíz de la primera monografía en la revista Mexican Folkways (1930), fue el punto de partida de una pluralidad de visiones y análisis de tan prolífica y variada creación. El grabador José Guadalupe Posada es considerado como el artista más representativo del imaginario popular mexicano en el tránsito del siglo XIX al alba del siglo XX. Octavio Paz, quien como muchos no tuvo más que halagos para describir el singular quehacer artístico del credos de las calaveras catrinas, se refirió a Posada como “una figura americana de alcance universal”. Un artista único con el genio y la inventiva de pocos quien reinterpretó en imágenes cargadas de valores artísticos e históricos invaluables, el mundo que contempló, observó, reflexionó y tradujo en un arte visual de una riqueza iconográfica notable.
A la mirada crítica de Octavio Paz sobre el trabajo como ilustrador gráfico de Posada, se suma la intima relación que Posada tuvo con el abuelo de nuestro Nobel de literatura, al haber sido Ireneo Paz uno de los primeros editores que le dio un espacio en la ciudad de México para ilustrar las notas en la revista La patria ilustrada, corría el año de 1888.
Posada estampó las notas del diario acontecer y las más curiosas características de la cultura nacional con un estilo burlón, satírico, crítico y hasta siniestro. Sus dibujos impresos en algunas publicaciones periódicas así como en hojas volantes, hoy forman parte de la historia del arte mexicano y estas imágenes son una crónica gráfica de los asuntos ocurridos en el contexto de la dictadura del general Porfirio Díaz, quien gobernó entre 1876 y 1911.
Configuraciones como Caralampia Mondongo y las calaveras catrinas se asocian a la producción del artista, quien desarrolló diversos temas entre ellos los aspectos políticos -como las represiones del régimen y su sistema corrupto de justicia-, los desastres naturales, los escándalos sociales, estampas religiosas, la mujer fatal y sus encantos; los espacios urbanos, y los ocios y divertimentos; así como la representación humorística de los personajes de la vida pública, como Emiliano Zapata, el Presidente Porfirio Díaz, o los que emergieron de los sectores populares convirtiéndose en leyendas, como Jesús Negrete, el “Tigre de Santa Julia”.