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El Museo Nacional de Arte, consagrado desde su creación a la tarea de re‑
flexionar en torno al arte en México de los siglos XVI al XX, contempla una
serie de programas que dan cuenta de las concepciones de las artes plásticas
en nuestro país. Con este designio, el museo ha propuesto una colección de
monografías denominada
México a través de sus artistas
, la cual privilegia
el estudio de los artistas de cada región del país y que, en la mayoría de los
casos, integran su acervo artístico.
En este caso, se trata del artista Rubén Herrera: zacatecano por naci‑
miento, coahuilense por adopción. Lo que aquí se presenta es resultado de una
lectura renovada de la importancia de su quehacer artístico. Además de ana‑
lizar sus aportes a la plástica nacional, se subraya el valor que tuvo el pintor
en su contexto particular, es decir, sus contribuciones a la cultura de Coahuila.
En un periodo de amplia influencia europea en el arte finisecular de
nuestro país, la obra de Rubén Herrera manifiesta la forma en que los artis‑
tas nacionales aprendían modelos académicos y la manera en que partían
de géneros clásicos para forjar con gran sensibilidad aspectos del contexto de
la época.
Así, Rubén Herrera seleccionó y estudió a detalle formas, colores y
texturas de figuras y panoramas concretos; tal como se aprecia en el con‑
junto de sus espléndidos dibujos, fue un observador atento de su entorno;
trabajó minuciosamente un mundo de personajes que desglosaba en mira‑
das, gestos y sentires de sus retratados. Igualmente logró encuadrar tiempos
y espacios concretos. Sus paisajes resultan crónicas de época, pero también
de estilos de vida. Las obras del saltillense parecen evocar ambientes y luga‑
res distantes, haciendo del paisaje una descripción profunda de emociones.
Sus vistas de Saltillo exaltan la exploración de las características naturales de
las regiones de viaje y vivencia: Roma y Coahuila. A lo largo de su vida, fue
consciente del valor primordial que tenía el arte para cualquier entorno, por
lo que siempre buscó, por diversos medios, divulgar su conocimiento en aca‑
demias y talleres.
Agradezco el apoyo del Gobierno del Estado de Coahuila, de la Secre‑
taría de Cultura, del Museo Rubén Herrera y de todos los que se sumaron a
este proyecto editorial que inicia con este número. Con ello, esperamos que
la vida artística de Rubén Herrera sea repensada y revaluada dentro de los
fenómenos culturales de nuestra sociedad.
Miguel Fernández Félix
Director
Museo Nacional de Arte
Museo Nacional de Arte