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Los procesos que permitieron la consolidación del arte
en nuestro país en la primera mitad del siglo
xx
están
con frecuencia vinculados a lo que se ha denominado la
Escuela Mexicana de Pintura, lo cual implica una multi
plicidad de movilizaciones políticas e ideológicas deter
minadas por el ejercicio de artistas que asumieron una
postura militante respecto de los problemas sociales. Sin
embargo, otros creadores, como aquellos agrupados en
torno a la revista
Contemporáneos
, se ocuparon de llevar
a cabo producciones más intimistas e introspectivas, que
habrían de tener salida en el periodo de la creación de
la Galería de Arte Mexicano, en 1935.
En este contexto, los trabajos de origen surrealis
ta se dieron a conocer en publicaciones periódicas,
donde imágenes de Joan Miró, Man Ray y Giorgio de
Chirico, entre otros, prepararon la llegada de personajes
como Wolfgang Paalen, César Moro, Leonora Carrington
y Remedios Varo, quienes fueron factores fundamentales
para que la Exposición Internacional del Surrealismo,
organizada por Paalen, Moro y Breton, en 1940, abriera
una brecha para la consolidación de las relaciones entre
el surrealismo y el arte mexicano.
En la mitad de la década de los treinta la práctica
artística de Raúl Anguiano se enfocó en el trabajo de
obras murales, impresos y una variedad de obras que se
gestaron dentro de la
lear
y el
tgp
; espacios de conver
gencia entre artistas de diversos orígenes y múltiples
tendencias. Sin embargo, poco se ha divulgado que uno
de los más importantes creadores de nuestro país pro
dujo una serie voluminosa de piezas en el periodo de
1934 a 1942, relacionadas con el surrealismo, obras
juzgadas en estas páginas por el historiador del arte
James Oles.
La exposición Raúl Anguiano: dos realidades
,
1934-1942
, muestra los trabajos experimentales del jalis
ciense que evocan un ejercicio motivado por lo onírico y
lo fantástico. Evidentemente, un proyecto de esta natu
raleza y alcance, que impulsa una faceta definida en la
carrera del disciplinado dibujante, no habría sido posible
sin la valiosa contribución de Brigita Anguiano.
Miguel Fernández Félix
Director / Museo Nacional de Arte /
inba