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La obra pictórica de Manuel Rodríguez Lozano
(1896 –1971) así como sus otras facetas y accio-
nes en el ámbito de la cultura son poco conocidas
más allá de los círculos de especialistas, críticos,
académicos y aficionados al arte. Su nombre pa-
reciera secreto a pesar de que su pintura está
inscrita por derecho propio en la maravillosa vida
cultural y artística de México de la primera mitad
del siglo
XX
. La vida y la obra de Rodríguez Lozano
son un cruce de destinos, de escuelas y tenden-
cias artísticas, de infortunios y transgresiones, de
mujeres y hombres cuyos nombres bastan para
definir una época. Pablo Picasso, Georges Braque,
Henri Matisse, Carmen Mondragón (quien luego
sería conocida, gracias al Dr. Atl, como Nahui Olin),
Antonieta Rivas Mercado, entre otras, son algunas
de las figuras que acompañaron y contribuyeron a
conformar el camino, la elección personal, vital y
artística que tomaría forma en una expresión plás-
tica personal cuya “calidad poética enriquece la
pintura de nuestro tiempo con una visión dramáti-
ca de la existencia humana”, nos dice con certeza
Justino Fernández.
Militar, diplomático, viajero, casó con Carmen
Mondragón y se hizo pintor autodidacta; en París
siguió de cerca los movimientos vanguardistas,
vivió la consolidación del cubismo. De vuelta a
México, se acercó al grupo Contemporáneos,
ilustró revistas e hizo escenografías bajo el me-
cenazgo de Antonieta Rivas Mercado. Rodríguez
Lozano, espíritu inquieto, emprendió una búsque-
da de la modernidad que conjugara la expresión
nacional entendida como una manifestación de
lo universal. La escritura, la poesía, la crítica de
artes plásticas, el teatro, el cine, todo llamaba su
atención y espíritu, por ello, su vida tanto como
su pintura, revelan un camino que se aparta de las
convenciones y fórmulas establecidas.
Manuel Rodríguez Lozano. Pensamiento y
pintura, 1922 –1958
es una exposición (debe su
título a un libro de ensayos del propio Rodríguez
Lozano) que presenta el Museo Nacional de Arte
a cuarenta años del fallecimiento del artista que
no sólo ofrece una muestra representativa de sus
distintas estaciones artísticas agrupadas en cuatro
ciclos temáticos, también el discurso museológico