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septiembre
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2013
OBRA DEL MES
»
VÍCTOR T. RODRÍGUEZ RANGEL
E
n el contexto de la con-
memoración por el Bi-
centenario del inicio
de la Independencia de
México en el año 2010, el Instituto
Nacional de Bellas Artes (inba), a
través del Comité para la Adquisi-
ción de Obras con Valor Artístico,
adjudicó al Munal esta excepcional
pintura sobre una temprana alego-
ALEGORÍA
DE MÉXICO
Septiembre es el mes asociado con el sentimiento de la identidad distintiva de lo mexicano. En
diferentes años, fue en este periodo cuando se inició (1810) y se consumó (1821) la Independencia
del país, al tiempo que aconteció la más simbólica batalla en la guerra con los Estados Unidos, la
heroica resistencia de los cadetes de la academia militar ubicada en el Castillo de Chapultepec
(1847). Recordamos el sentido celebrativo del mes patrio a partir de una pintura anónima de los
años inmediatos a la consumación de la soberanía nacional, la
Alegoría de México
, exhibida en la
antesala 15 de este museo.
ría decimonónica del país, como
respuesta a la propuesta de este
museo por integrar a las coleccio-
nes del siglo xix una obra de esta
magnitud.
El tema presenta, como figura
central, una noble y solemne alego-
ría de la patria personificada por una
adusta mestiza entronizada y con
atributos que patentan tanto la ban-
dera tricolor de las
Tres Garantías
(vista en la diadema con penacho,
en el ciño con plumas de la cadera
y en el lábaro sobre el que descansa
su desnudo pie izquierdo), como la
raíz prehispánica de nuestra cultura
mestiza: prendas, arma con cuchillas
de obsidiana (maquahuitl) y tambo-
res o chimalis mexicas en el ángulo
inferior izquierdo; así como una im-
ponente águila retorcida, descendida
del escudo tenochca, en el inferior
derecho. Esta evolución de una ama-
zona semidesnuda con aspecto gre-
colatino, intencionalmente transfi-
gurada en
princesa azteca
, en tiempos
de tendencia neoclásica, patenta el
optimismo por las riquezas morales y
materiales de un vasto territorio que,
soberano, se proyectaría como una
nación próspera y prodigiosa, por lo
que no es casual la fuerte presencia
compositiva de un rebosante cuerno
de la abundancia o cornucopia.
La obra, con figura nimbada,
esto es, resplandeciente, y cromáti-
camente bien resuelta sobre un fondo
neutro sepia, antes de integrarse al
Munal, fue referencia constante en
el ámbito académico de la historia
del arte por sus virtudes respecto a la
época de su factura, por su lenguaje
figurativo y por sus atributos icono-
gráficos con hondas resonancias pa-
trióticas, lo que le permitió figurar en
exposiciones como
Los pinceles de la
historia. De la patria criolla a la nación
mexicana, 1750-1860
(Munal, 2000)
o en publicaciones como
Imágenes de
la patria
(2006), dirigida por el histo-
riador Enrique Florescano.
El recorrido permanente del si-
glo xix en el Munal, requería en la
sala dedicada a las
Alegorías políticas,
instrumentos para construir una identi-
dad patria
, una producción pictórica
que manifestara una fuerte presen-
cia icónica relativa a las matronas
de penachos y símbolos patrios, que
ejemplificara la imaginería cívico-
emblemática de las raíces de la joven
nación y su porvenir, y que mostrara
una alegórica encarnación, descen-
diente de una tradición iconográfica
que tuvo su origen tanto en la anti-
gua personificación europea sobre la
América desde el siglo xvi -tipo ama-
zona con carcaj y arco-, como en las
imágenes que perfiló el
patriotismo
criollo
, mucho antes dell 16 de sep-
tiembre de 1810.
Ubicada la pintura en la antesala
15, se une con todo su protagonismo
a un conjunto de obras que, luego del
largo y doloroso proceso político y
militar que vivió la población novohis-
pana para consolidar su emancipación
respecto a España, entre 1808 y 1821,
contribuyeron en la construcción de
las imágenes alegóricas de la nación:
la bandera, la galería de las efigies de
los héroes o a la representación del
territorio nacional y de sus recursos
naturales, entre muchas otras.
La imagen conceptualmente se
inscribe en la coyuntura de un con-
junto de estandartes sacros y secu-
lares en la búsqueda de la identidad
mexicana de cara a la emancipación
del reino, como la imagen prodigiosa
de la Virgen de Guadalupe, la
Mara-
villa americana
, así como el Escudo
Nacional que configura el águila de-
vorando la serpiente de la mítica fun-
dación de México Tenochtitlán, ade-
más de la vieja alegoría de la América
feroz y abundante . En este ámbito
iconográfico asumido por la iden-
tidad criolla novohispana, surgió
como especificidad posindependien-
te el recurso narrativo y simbólico
de la matrona de la patria. Lo mismo
como coronación de las alegorías
proselitistas del imperio de Agustín
de Iturbide (mayo 1822-marzo de
1823), que como personificación de
la primera República Federal y su
Constitución de 1824. Como lo sen-
tencia la investigadora Esther Aceve-
do:
La figura de la patria, entendida
como una metamorfosis de la América,
por lo menos figurará en el imaginario
mexicano toda la primera mitad del si-
glo xix
(“Entre la tradición alegórica
y la narrativa factual”, en De la patria
criolla a la nación mexicana, Munal,
2000, p. 118).
El “patriotismo criollo” a lo largo
de los siglos xvii y xviii, fue la lenta
búsqueda de los hijos de españoles
nacidos en América para diferen-
ciarse, como una categoría social,
respecto de los españoles peninsula-
res, quienes ocupaban los más altos
peldaños en todos los sectores del
poder del reino de la Nueva España.
La invasión de España por Francia
en 1808 y la abdicación del rey ibé-
rico Carlos iv –y posteriormente de
su hijo Fernando vii- a favor de José
Napoleón, hermano del gran Bona-
parte, generó la inquietud de los crio-
llos quienes ya veía en la imagen de
la Virgen de Guadalupe una alegoría
de su especificidad como americanos
septentrionales sobre quien era la au-
toridad que los gobernaba. Rechaza-
ban a Francia y a los
gachupines
novo-
hispanos, y aceleraron el proceso de
creación de un compendio alegórico
de su identidad, a la par de la guerra
de los insurgentes, con estrategias vi-
suales codificadas de atributos que se
definieron hacia 1821 como alegorías
femeninas de la patria.
La alegoría de México
no lo fue
sólo del patriotismo criollo o de la
América septentrional, llegado el
momento, lo fue también de todos
los mexicanos, en el ámbito de ciu-
dadanos nacionales y no nacionales,
dentro de una sociedad políticamen-
te estratificada. Este tipo de alegorías
recogieron los emblemas de la
nación
indígena
precortesiana, y representan
una imagen popular acogedora de
naturales
, mestizos, castas, criollos y,
en fin, todos los españoles que acep-
tasen la patria mexicana.
Anónimo (Siglo
xix
),
Alegoría de México
, primera mitad del siglo
xix
, óleo sobre tela.