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abril
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2013
PERSONAJE DEL MES
EMILIANO
ZAPATA
UN 10 DE ABRIL DE 1919 FUE ASESINADO EMILIANO ZAPATA. AQUÍ LO
RECORDAMOS A TRAVÉS DE UNA DE LAS OBRAS QUE MÁS IDENTIFICA
EL PÚBLICO COMO PARTE DEL ACERVO DEL MUNAL:
PAISAJE ZAPATISTA
,
PINTURA CON RESOLUCIONES CUBISTAS REALIZADA POR DIEGO RIVERA.
E
n una serie de hechos opuestos a
partir de la Revolución Mexica-
na, a la par de que un grupo de
humildes campesinos indígenas
del altiplano central mexicano se levanta-
ban en armas contagiados por la moviliza-
ción social, algunos pintores –de familias
un tanto acomodadas- eran patrocinados
o becados para que refinaran su formación
artística en los centros culturales más pres-
tigiosos de Europa. Se trataba de una élite
cultural privilegiada.
La época del modernismo porfirista,
con sus anhelos de una nación civilizada se
derrumbó ante la insurrección bélica, pero
ya había sembrado en el Viejo Continente a
los artífices que introdujeron las vanguardias
internacionales en el panorama nacional de
la producción plástica: Ruelas, Rivera, Mon-
tenegro, Goitia, Murillo, Zárraga, Romano
Guillemín, etc.
Mientras que el joven prodigio Diego
Rivera (1886-1957) estaba instalado en
su taller de París, en otro contexto margi-
nal, Emiliano Zapata (1879-1919) dirigía
su revuelta agrarista. Estos protagonistas
de la historia moderna de México, pintor y
combatiente, ignoraban casi todo uno sobre
el otro. Fue entonces que Rivera, desde su
propia realidad a la distancia, inmerso en la
Francia de la primera Guerra Mundial, se
fue enterando a detalle de los avatares beli-
gerantes de su entrañable nación y supo de
la justa de los zapatistas y del papel heroico
que empezó a ostentar el líder guerrillero
morelense entre 1914 y 1915. Estas noticias
despertaron en el pintor la inquietud para
realizar este extraño cuadro con formas
geométricas estructuradas a la manera del
cubismo sintético: próximo a los artistas
vanguardistas como Braque y Picasso.
Emiliano Zapata, un charro gallardo de
mirada penetrante que expresaba el descon-
tento por su raza apabullada, motivó esta pin-
tura compleja en la que se reconocen una se-
rie de figuras planas intrincadas: un sombrero
jarano, un ojo inquisidor, un zarape, un fusil,
cananas, guajes y una serranía de cráteres y
conos de la que despunta, por su asociación
con el extremo poniente del estado de More-
los, el volcán Popocatépetl.
Unas líneas que se escribieron a princi-
pios del siglo xx sobre la condición de los
indígenas campesinos en pinturas como las
de Francisco de la Torre -condiscípulo de Ri-
vera en la Academia de San Carlos y ambos
promesas del arte nacional-, desde el punto
de vista de los intelectuales del momento,
son un referente sobre estos marginados de
la civilización:
En 1910, Diego Rivera regresó momentánea-
mente de Europa aMéxico para formar parte de
la exposición colectiva de artistas mexicanos en
laEscuelaNacional deBellasArtes (SanCarlos),
con motivo de las celebraciones porfiristas del
Centenario de la Independencia Nacional; aquí
conoció los cuadros simbolistas de De la Torre
sobre lamiseriade los campesinos.Más adelante
se enteró del levantamiento de los zapatistas, lo
quedebiódehaberlepermitidoaRiverareflexio-
nar sobre las justas demandas de estos revolucio-
narios, realizandounaalegoríacubistade lacausa
del EjercitoLibertador del Sur, desde el lenguaje
de las complejas lecturas geométricas distantes
de la percepción óptica de la tridimensionali-
dad, pero que logra adaptar estas innovaciones
formales aunasuntomexicanocontemporáneo:
esto es unode los triunfos de este cuadro.
A noventa y cuatro años de la emboscada
traicionera que le arrancó la vida a Emiliano
Zapata (
El caudillo del sur
), acribillado en laHa-
ciendadeChinameca,Morelos, el 10deabril de
1919, a través de un maquiavélico plan ideado
por el coronel Jesús María Guajardo Martínez
-bajo las órdenes del general Pablo González y
con la complicidad del presidente Venustiano
Carranza- lo recordamos por la inusual referen-
cia del zapatismo guerrillero que plasmóDiego
Rivera en1915.
Se dice que Rivera simpatizaba con la causa
zapatista, que fue el escritor mexicano exiliado
en Europa Martín Luis Guzmán quien, desde
finales de 1914, informó al futuro muralista en
Madrid sobre los pormenores de los enfrenta-
mientos entre las facciones revolucionarias y,
sobre todo, aquella que enarbolaba la consigan
de
Tierra y libertad.
Es posible que tuviera pre-
sente Rivera la famosa fotografía de la efigie de
líder zapatista que le tomó Casasola y que tanto
circuló. Lo cierto es que esta pintura con signos
revolucionarios, conmotivos delMéxico artesa-
nal yde lageografíaocupadapor lamovilización
zapatista, es una peculiar obra maestra que con
orgullo el Museo Nacional de Arte la exhibe en
la sala 31 del recorrido permanente.
LOS INDIOSDE LOSCUADROSDEDE LA
TORRE SONVERDADERAMENTE LOS
DESDEÑOSOSDE LACIVILIZACIÓN, QUE
SÓLOCONSERVAN, COMOENUNAURNA,
EL DOLORDE LACONQUISTAY EL ESPÍRITU
COLECTIVOQUE PERPETÚASUUNIÓNY
AHONDASUDESCONSUELOHASTAHACERLO
IDIOSINCRÁTICO, YCUYAÚNICAEXPLOSIÓN
ES EL CANTO LLOROSO, AMIGODE LANOCHE,
ENEL QUENOEXISTENMÁS TEMASQUE
AMORES TRISTESYDOLORESHONDOS.
•
Ricardo Gómez Robelo
(Líneas recogidas
por Fausto Ramírez para la mención de un cuadro
de De la Torre adquirido por el INBA en 2010 y
ahora en Munal:
El caminante
).
»
VÍCTOR T. RODRÍGUEZ RANGEL