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Núm. 8
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SEPT I EMBRE
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2012
R U B É N H E R R E R A . T R A Z O Y V O L U M E N
L
a temprana muerte del ar-
tista, cuando apenas con-
taba con cuarenta y cinco
años, truncó su fructífera pro-
ducción plástica. En reconoci-
miento a su intachable labor, sus
restos descansan en la Rotonda
de los Hombres Ilustres de la
ciudad que lo vio crecer.
La Presidencia Municipal de
Saltillo creó, en el año 2002,
el Museo Rubén Herrera para
mostrar, a propios y extraños
que visitan la ciudad, algunos
de los trabajos de este insigne
pintor y dibujante.
Ahora, el Museo Nacional
de Arte engalana algunas de
sus salas expositivas con una
cuidada selección de las obras
del maestro Herrera como un
merecido reconocimiento a su
trayectoria artística.
LA NIÑEZ Y LOS
SUEÑOS. 1888 – 1908
Rubén Herrera nace en Villa de
Coss, Zacatecas, el 10 de mar-
zo de 1888. A los pocos años la
familia, dedicada a la minería,
se traslada a Saltillo en donde
inicia sus estudios de primaria
en la Escuela Número I, hoy lla-
mada Miguel Alemán, en 1892.
El arribo a esta ciudad, a tan
temprana edad, hará que la
considere su ciudad natal.
En 1901 ingresa al Ateneo
Fuente, donde cursa los estu-
dios de secundaria, y recibe
clases del maestro Francisco
Sánchez Uresti, persona clave
en su formación, mostrando
grandes dotes artísticas.
Su innata facilidad para el
dibujo lo hace destacar sobre-
salientemente entre sus compa-
ñeros. Este hecho y su empeño
por aprender los nuevos méto-
dos de dibujo y pintura, que in-
tentó implementar en México el
afamado pintor español Anto-
nio Fabrés en la Real Academia
de San Carlos hacia 1903, moti-
varon al maestro Sánchez Uresti
a solicitar, al gobernador Miguel
Cárdenas, una pensión para
que pudiera ampliar sus conoci-
mientos en las Academias más
renombradas de Italia.
En 1908, el Gobernador del
Estado accedió a la petición,
concediéndole una pensión de
cuarenta pesos mensuales que
no incluían los gastos del tras-
lado a Roma. Para tal fin, Uresti
reúne a varios amigos quienes
aportaron los recursos necesa-
rios para el viaje.
En diciembre de 1908, cuando contaba apenas contaba con
veinte años, se embarca en una larga travesía cuyo destino final
era la Ciudad Eterna,
cuna del arte
y lugar en donde se atesoran
las obras clásicas de grandes maestros.
DESCUBRIENDO EL MUNDO. 1909 – 1920
A su llegada a Roma, en 1909, Rubén Herrera comienza, gracias
a las gestiones del embajador de México en Italia, a estudiar en el
taller del laureado pintor Antonio Fabrés, con el que establecerá
una estrecha amistad hasta su muerte. En 1910, ingresa en la afa-
mada Academia de San Lucas y, al poco tiempo, también lo hace
en la reconocida Academia de Francia, en dicha ciudad, para así
completar su aprendizaje.
En 1910 da inicio la Revolución mexicana y este hecho, que
podría parecer muy lejano para Rubén, provocará la suspensión
temporal del apoyo económico que le había otorgado el gobierno
del estado de Coahuila, viviendo de la venta de sus trabajos. Para
1917 se le concede nuevamente la beca, pero por poco tiempo.
Durante estos años, concursa en diversas exposiciones, entre
ellas destacan;
El Arte Mundial
y
Los Independientes
celebradas en
Roma, en 1911 y en 1912, respectivamente. En Venecia participa,
en 1917, en la exposición de
Artistas Independientes
, obteniendo,
en todas ellas, numerosos reconocimientos. Al mismo tiempo, y
durante estos años, compagina sus actividades plásticas con diver- sos encargos de retratos, pinta
al aire libre y sobre todo realiza
los apuntes callejeros, que tan-
to ensalzó el maestro Fabrés en
sus cartas.
En 1920, y motivado por las
alabanzas que hacían de sus
trabajos reconocidas personas
de la vida cultural coahuilense
como Artemio del Valle Arizpe,
el presidente Venustiano Ca-
rranza invita a Rubén Herrera a
que regrese a México para de-
sarrollar importantes proyectos
artísticos. Durante la travesía
marítima se da a conocer la no-
ticia del magnicidio de Carran-
za hecho que provocará nuevos
cambios en su vida.
EL RETORNO A SUS
RAÍCES. 1921 – 1933
En 1921, y tras haber pasa-
do doce años en Roma, Rubén
Herrera decide trasladarse a la
ciudad de Saltillo donde inicia
una nueva etapa en su vida pro-
fesional, animado por el amor
que sentía por su tierra.
Gracias a su sólida forma-
ción y su fructífera producción
artística, decide crear, con el
apoyo del gobernador Luis Gu-
tiérrez, la Academia de Pintura
de Saltillo. Alejado de las nue-
vas corrientes pláticas posrevo-
lucionarias mexicanas, se dedi-
ca a su nueva faceta docente,
compaginándola con diversas
exposiciones, como la que tuvo
lugar en el Salón Bach, en la
ciudad de México, y que fue
inaugurada por el presidente
Álvaro Obregón en 1922.
Para 1928, los avances ar-
tísticos de sus alumnos permi-
tirán que participen en diferen-
tes concursos, destacando, en
1930, la premiación recibida en
la Exposición Iberoamericana
de Sevilla, en España.
En 1931, la Academia sal-
tillense será clausurada tras
el retiro del subsidio guber-
namental con el que contaba.
Este hecho provocará un senti-
miento de desengaño y triste-
za ante los múltiples beneficios
que la Academia proporciona-
ba a la juventud coahuilense y
del norte del país.
Rubén Herrera recibe, en
1933, el ofrecimiento de un
puesto, acorde a su trayecto-
ria, en la Secretaría de Comu-
nicaciones y Obras Públicas,
trasladándose a la capital de la
República, pero no por mucho
tiempo, ya que ese mismo año,
el primero de octubre, muere
en esta ciudad.
En reconocimiento a su vida
intachable, en 1940, sus restos
mortales fueron trasladados a la
Rotonda de los Hombres Ilustres
de Saltillo. Para 1965, la Acade-
mia fundada por el artista reabri-
rá sus puertas como Escuela de
Artes Plásticas Rubén Herrera y
se rendirá homenaje a su trayec-
toria artística, con una exposi-
ción retrospectiva celebrada en
1967, en el Palacio de Bellas Ar-
tes, de esta Ciudad de México.
En 1970, los descendientes del
maestro abren su casa como mu-
seo privado y en el año 2002, la
Presidencia Municipal de Saltillo
inaugura el actual Museo Rubén
Herrera, en la antigua casona de
la familia Figueroa.
•
Autorretrato sonriendo
, s.f., carbón sobre papel, Museo Rubén
Herrera, Saltillo, Coahuila
Estudios anatómicos de narices y ojos II
, 1918, lápiz sobre papel,
Museo Rubén Herrera, Saltillo, Coahuila