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Dossi er
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2012
Rubén Herrera.
Trazo y volUmen
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R
ubén Herrera Flores nació
el 10 de marzo de 1888 en
Villa de Coss, Zacatecas,
hijo de Perfecto Herrera Salazar
y de Salomé Flores. A los pocos
años de su nacimiento, la familia
se trasladó a la ciudad de Salti-
llo, Coahuila. En 1901, Rubén
ingresó al Ateneo Fuente, la ins-
titución educativa más antigua
(fundada en 1867) e importante
de Saltillo, donde hizo estudios
de secundaria; allí fue discípulo
del maestro de dibujo Francisco
Sánchez Uresti, quien a su vez
había sido alumno del renombra-
do pintor catalán Antonio Fabrés,
traído a México como instructor
de pintura en la Academia de
San Carlos en 1902.
A los 20 años de edad,
Rubén Herrera viajó a Roma
–la catedral del arte– para con-
Al igual que sus
contemporáneos
Saturnino Herrán,
Rafael Ponce de León
e Ignacio Rosas,
Rubén Herrera
hizo del dibujo
una disciplina y
la médula de su
arte pictórico, tal
como se aprecia
en los numerosos
bocetos y pinturas
de marcadas líneas
para dar cuerpo a
las figuras.
tinuar su formación artística,
gracias a una pensión otorgada
por el Gobernador de Coahuila,
Miguel Cárdenas. Por recomen-
dación del embajador mexicano
en esa ciudad, Gonzalo A. Este-
va, Rubén tuvo la oportunidad
de estudiar con Antonio Fabrés,
quien sería un amigo muy cer-
cano y con quien mantuvo co-
municación epistolar. Durante
su estancia en la Ciudad Eterna,
el artista coahuilense hizo nu-
merosos dibujos con escenas
urbanas, rurales y de retrato
cotidiano que manifiestan su
habilidad artística. De este pe-
riodo (1909) es el
Retrato de
Laura,
la serie de
Apuntes niña
del arete
y también algunas co-
pias de esculturas académicas.
Su formación estética revela la
admiración y estudio por Tizia-
no, Miguel Ángel, Velázquez y
Rubens, haciendo calcas de las
obras de estos grandes maes-
tros del arte universal. En el
caso de Miguel Ángel, Rubén
Herrera hizo dibujos directa-
mente de la Capilla Sixtina en el
Vaticano. Un año después, en
1910, ingresó a las academias
de bellas artes de Francia y San
Lucas, en Roma. Sin embargo,
el estallido de la Revolución
mexicana ocasionó la suspen-
sión de su beca. No obstante,
Herrera participó en concursos
académicos efectuados en la
capital italiana. No por acaso,
una de sus intervenciones tuvo
ocasión en la exposición de los
Independientes en 1912. Poco
después concluyó sus estudios
en las academias romanas y
comenzó a ejecutar obras de
manera independiente a los
movimientos artísticos de van-
guardia en Europa, como el Fu-
turismo y el Cubismo, liderados
por Marinetti y Picasso, respec-
tivamente, aunque decía (se-
gún comentó a la prensa mexi-
cana) admirarlos por la belleza
del colorido. Muy activa fue su
participación en eventos ar-
tísticos que se llevaron a cabo
en Roma, sin dejar de lado su
producción, que por estos años
se abocó principalmente al gé-
nero del retrato. Sobresale de
esta época la pintura
Ni envi-
dioso ni envidiado
, cuyo título
parece haber sido tomado del
poeta español del siglo
xvi
, Fray
Luis de León. En cambio, su ad-
miración por el arte bizantino
se aprecia en el díptico S
anta
Lucía y Santa Cecilia
, firmado
en 1918, de sus obras más elo-
giadas en la actualidad por la
belleza y sobria composición.
Retrato de Francisco Sánchez Uresti,
1907, lápiz sobre papel, Museo Rubén
Herrera, Saltillo, Coahuila.
Retrato de Laura,
1909, carbón y pas-
tel sobre papel, Museo Rubén Herrera,
Saltillo, Coahuila.
El año de 1920 es trascen-
dental en la vida del artista. Por
un lado, contrae matrimonio con
Dora Scaccioni, también pintora;
por otro, a su regreso a México,
después de permanecer trece
años en el Viejo Continente, fun-
dó con el apoyo del gobernador
Luis Gutiérrez, la Academia de
Pintura en Saltillo, otro de sus
invaluables aportes a la plástica
e historia coahuilense.
Con un extenso bagaje ar-
tístico, Rubén Herrera tuvo
una exposición individual en
el Salón Bach de la Avenida
Madero en la capital mexica-
na, en marzo de 1922, evento
inaugurado por el Presidente
Álvaro Obregón y que acaparó
la atención de los encabezados
de la prensa local. El cuadro
Ni
envidioso ni envidiado
obtuvo
opiniones favorables, según se
lee en la crítica periodística. En
1923 nació su primer hijo, Mario,
y cinco años después, en Roma,
Maria Romana, la segunda hija
de la pareja. Sus actividades en
la Academia de Pintura se vie-
ron interrumpidas por el retiro
del subsidio gubernamental. Sin
embargo, continuó con sus la-
bores a favor de la formación de
pintores locales.
En 1933 la Secretaría de Co-
municaciones y Obras Publicas
(actual Museo Nacional de Arte)
le ofreció un puesto en la Ciu-
dad de México, el cual no pudo
concretarse ya que el pintor fa-
lleció el 1 de diciembre del mis-
mo año, a los 45 años de edad.
Entre sus últimas obras se en-
cuentran los proyectos de mu-
ral con el tema mitológico de
Deyanira siendo raptada por el
centauro Neso, asunto tratado
también por Guido Reni y Ru-
bens, entre otros de sus artistas
admirados.
Al igual que sus contempo-
ráneos Saturnino Herrán, Rafael
Ponce de León e Ignacio Rosas,
Rubén Herrera hizo del dibujo
una disciplina y la médula de su
arte pictórico, tal como se apre-
cia en los numerosos bocetos
y pinturas de marcadas líneas
para dar cuerpo a las figuras.
En 1970, la familia Herrera
Scaccioni decidió abrir en su
casa de Saltillo el Museo Rubén
Herrera, que resguarda la mayor
colección de dibujos y pinturas
del artista, y en el año 2002, la
Presidencia Municipal de Saltillo,
inauguró el actual Museo Rubén
Herrera, en la antigua casona de
la familia Figueroa.
La institución educativa Ateneo Fuente
fue inaugurada en Saltillo, Coahuila en
octubre de 1867. Se encontraba ubicada
en una casa en la calle de Juárez; un año
después fue trasladada al exconvento
de San Francisco (en la plaza del mismo
nombre). Su fundación pretendió en-
mendar la ausencia de instituciones de
educación superior en el norte del país.
Fue nombrada Ateneo Fuente en honor
a Juan Antonio de la Fuente, destacado
abogado y político representante del
liberalismo mexicano, proveniente de
Coahuila.
En 1932 Zeferino Domínguez ini-
ció la construcción del edificio actual,
de estilo
art decó
, con obras murales
de Salvador Tarazona y Miguel Santa-
na en el vestíbulo. El 15 y 16 de sep-
tiembre de 1933 se llevó a cabo la ce-
remonia de apertura del edificio, a la
cual asistió el entonces presidente de
la República, Abelardo L. Rodríguez y
Jesús Silva Herzog, subsecretario de
Educación Pública.
El Ateneo Fuente forma parte de la
Universidad de Coahuila desde el año
de 1957. Cuenta con un Museo de His-
toria Natural, una sala de Arte Colonial y
una Pinacoteca que exhibe más de 350
piezas de arte de México (con obras
de Saturnino Herrán, Miguel Cabrera,
Rubén Herrera, Pelegrín Clavé, entre
otros) y de otros países. También cuenta
con el archivo del escritor Artemio de
Valle Arizpe.
Entre los egresados del Ateneo
Fuente se encuentran Vito Alessio Ro-
bles, Venustiano Carranza, Artemio de
Valle Arizpe, Rubén Herrera, entre otros.
ATENEO FUENTE
El Museo Rubén Herrera se localiza
en la ciudad de Saltillo, Coahuila. Fue
fundado en 1970 por los familiares del
artista, con la intención de mostrar al
público en general (en la propia casa
de la familia Herrera), sus aportes al
arte de México.
En la actualidad, el edificio que
alberga al museo es una construcción
que data del siglo XVIII, llamado an-
tigua casa de las hermanas Figueroa,
el cual fue adaptado como museo en
el año 2001 por el arquitecto Carlos
Villarreal, bajo el concepto museográ-
fico de Jorge Bribiesca.
Fue reinaugurado en 2002, con la
intención de lograr la difusión y la re-
valoración de los aportes plásticos del
pintor mexicano, nacido en 1888. El
museo cuenta con cinco salas de exhi-
bición permanente que dan cuenta de
la producción del artista realizada en
Italia y México. Por otro lado, se pre-
tende que las obras del artista dialo-
guen con otros proyectos a partir de
una sala exposiciones temporales, un
auditorio, una biblioteca y diversas
actividades educativas que se realizan
en dicho recinto, uno de los referentes
culturales de Saltillo.
MUSEO RUBÉN HERRERA