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Núm. 5
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junio
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2012
El 26 de junio de 1981 murió en la Ciudad de México
Manuel Maples Arce
, teórico y fundador del
estridentismo en la década de 1920, que en sus premisas exaltaba la belleza de la actualidad de las máquinas.
1981
héroesterrenales
R
esultado del seminario de in-
vestigación a cargo de Jaime
Cuadriello, investigador del Institu-
to de Investigaciones Estéticas de la
UNAM, esta publicación forma par-
te de la serie
Libros entre centurias
que el Munal lanzó en el 2010 con
motivo de las celebraciones del Cen-
tenario de la Revolución mexicana y
el Bicentenario de la Independencia.
Con ensayos introductorios de
Enrique Krauze y David A. Brading, el
libro cuenta con textos de un grupo
de investigadores de diversas institu-
ciones que, de acuerdo con el senti-
do temático de la muestra —es decir,
la manera en que las artes plásticas
consignan a los héroes de la patria
bajo la noción de éxodo— analizan
las obras artísticas y documentales
divididas en la siguiente tipología de
los héroes que comparten una iden-
tidad dramática y funcionalidad polí-
tica: Moctezuma, Agustín I, Francisco
I. Madero, José Vasconcelos, Miguel
Hidalgo, José María Morelos, Benito
Juárez, Cuauhtémoc y Emiliano Za-
pata, en sus múltiples visualizaciones
en artistas como Federico Cantú, José
Jara, Fernando Leal, Alfredo Zalce,
Ricardo Martínez, Alberto Beltrán,
Germán Cueto, Diego Rivera, Félix
Parra, Gonzalo Carrasco, Miguel No-
reña, Leandro Izaguirre y Leopoldo
Méndez, entre una considerable lista
de artistas más. Una de las premisas
leídas en el libro es: “No hay héroe
sin ideas pero tampoco sin masa y
así les vemos en diálogo permanente
con su pueblo elegido”.
D
urante el 2009 el artista Roberto
Cortázar realizó en el Munal la
muestra Los desmembrados; se tra-
tó una reinterpretación de obras de
José Clemente Orozco pertenecientes
a la colección del Museo. Orozco fue
un pintor mexicano perteneciente al
muralismo. También fue un impor-
tante pintor de caballete. A sus obras
en lienzo pertenecen las piezas de la
serie Teúles de la que forman parte
Indias, Cabeza flechada y El des-
membrado. Roberto Cortázar observó
las piezas pertenecientes a Teúles y
se dio a la tarea de reinterpretarlas,
impactado por el poder visual gene-
rado por Orozco. El desmembrado,
pieza del jalisciense que da nombre
al libro y a la exposición de la que
da cuenta, representa según Cortá-
zar a la sociedad mexicana, confor-
mada de razas, costumbres, culturas
y territorios disímiles, que no han
sido capaces de integrar una na-
ción unitaria. Las obras de Orozco
proveen de inspiración a Cortazar,
quien hace uso de una mezcla de
elementos figurativos y abstractos
para transmitir una tradición pictóri-
ca, una visión del arte y la sociedad
en homenaje al inmortal José Cle-
mente Orozco.
E
l catálogo La invención de lo
cotidiano es el testimonio de la
muestra homónima que el Munal
presentó en 2009. El punto de par-
tida de la exhibición es la idea que
el filósofo francés Michel de Certeau,
desarrolla en los dos tomos de su
obra publicada en 1980, La inven-
ción de lo cotidiano. En ésta, el autor
pone de manifiesto el poder creativo
de los individuos que conforman a
las sociedades y cuestiona el papel
aparentemente pasivo de quienes
sólo se concretan a desenvolverse día
a día en su aplastante cotidianidad.
La muestra, conformada por obras
del Munal y de la Colección Jumex,
reunió por primera vez ambos acer-
vos para provocar un diálogo que
permitiera apreciar las diferentes for-
mas de ver un mismo fenómeno. Con
textos de connotados especialistas en
el ámbito de la historia cultural y so-
cial, como Peter Burke y Roger Bar-
tra, además de una reflexión cultural
de James Oles y el texto curatorial a
cargo de Frédéric Bonnet, el catálogo
incluye también un texto del poeta
tapatío Jorge Esquinca, quien enri-
quece con su visión lírica cada uno
de los cuatro núcleos que conforma-
ron la exposición.
L
a exposición Paraíso recobrado.
Escenario rural del arte mexi-
cano, de la cual se desprende éste
catálogo, fue desarrollada gracias
al apoyo de Financiera Rural. Ésta
publicación constituye como memoria
gráfica, un homenaje al México rural
donde no solamente se plasman los
amplios valles ceñidos por cielos de in-
tenso azul, sino que registra también las
cotidianas formas de vida, contribuyen-
do a dimensionar la relación que existe
entre el hombre y la tierra.
Con la reunión de cerca de cin-
cuenta piezas, entre pinturas, escultu-
ras, grabados y dibujos que retratan el
imaginario nacional del siglo XX, ela-
borados por artistas de la talla de José
María Velasco, Saturnino Herrán, Ger-
mán Gedovius, David Alfaro Siquei-
ros, Francisco Goitia, María Izquierdo,
Rufino Tamayo, Fermín Revueltas y
Ramón Cano Manilla, se presenta una
mirada emotiva del campo mexicano.
Mónica López Velarde y Karen
Cordero Reiman nos llevan, a través
de sus ensayos, a reflexionar en la
construcción de la figura del campe-
sino, su trabajo y su escenario, así
como la manera en que todo eso se
reflejó en la producción artística de
la primera mitad del siglo XX.
Paraíso recobrado.
Escenario rural del
arte mexicano
Los desmembrados
según orozco
La invención de lo
cotidiano
Karen Cordero,
Mónica López
Velarde, México,
Museo Nacional
de Arte-Financie-
ra Rural, 2010.,
91 pp.
Varios autores,
México, Museo
Nacional de Arte,
2009, 161 pp.
Varios autores,
México, Museo
Nacional de
Arte-Fundación
Colección
Jumex, 2009.
el éxodo mexicano.
Los héroes en la mira del arte
Varios autores, México,
Museo Nacional de Arte-
UNAM, 2010, 511 pp.
archivos secretos
NUNCA LE DES LA HORA A UN EXTRAÑO
Esteban Azcárate
N
o es raro caminar por las calles
del Centro Histórico y sentir
la presencia de la ciudad Virreinal,
como si continuara existiendo en un
tiempo paralelo al nuestro. Sobre
todo, en ciertas calles y a ciertas ho-
ras de la noche. Muy probablemente
le haya pasado al lector que, al tran-
sitar por República de Uruguay, esa
calle en la que algún día se hospedó
el viajero y explorador Alejandro de
Humboldt, haya sentido un viento
frío y el rumor de unos pasos a sus
espaldas. No se trata de paranoia,
ni de alucinaciones, sino del eco de
una antigua leyenda.
Una de las más escalofriantes de
cuantas hay en esta ciudad.
Corría el año de 1636, y en la
capital de la Nueva España comen-
zaron a haber una serie de asesina-
tos misteriosos. Todos ocurrían de
noche, en la llamada Calle Nueva, en
la que aparecían hombres apuñala-
dos. ¿Quién estaba dando cuenta,
sin motivo aparente, de los mozos
que transitaban despreocupados
por los recovecos de la ciudad co-
lonial? Tiempo después se supo que
se trataba de Don Juan Manuel, un
acaudalado caballero español quien,
enloquecido por los celos –estaba
seguro de que su bella esposa lo en-
gañaba–, vendió su alma al Diablo
a cambio de que éste le señalara la
identidad del amante.
El diablo le dijo: “Sal de tu casa
a las once de la noche, y al primer
hombre que veas, ése es el culpable”.
Don Juan Manuel no lo pensó
dos veces, y enfundado en una capa
tan negra como la noche, salió a es-
perar al sospechoso. Cuando pasó
ante él, emergió de las sombras y le
dio muerte con su cuchillo. Pero el
atribulado marido no encontró repo-
so, pues el Diablo le advirtió que se
había equivocado, y que debía re-
petir la operación hasta dar con el
indicado. Desde entonces, Don Juan
Manuel se dedicó a acechar en el
zaguán a los incautos. Según relata
Manuel Payno en
El libro rojo
, abor-
daba a sus víctimas con una pregun-
ta característica:
–¿Qué horas son?
–Las once de la noche.
–Dichoso tú que sabes la hora en
que mueres.
Y acto seguido les clavaba su afi-
lado puñal.
Más tarde el cuerpo de Don Juan
Manuel fue descubierto ahorcado,
resultado, quizá, de las culpas que lo
agobiaban. A partir de ese momento,
la calle fue conocida como la de Don
Juan Manuel, y aunque han pasado
ya muchos años de sus sangrientos
crímenes y dicho lugar ha cambiado
de nombre, hay quienes afirman que
si uno transita por República de Uru-
guay de noche, y ve acercarse a un
caballero de oscura figura, es mejor
cambiar de acera.
Y por supuesto, jamás responder
a su terrible pregunta.
P u b l i c a c i o n e s