Museo Nacional de Arte

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2016-03-16

Visitas guiadas: conocimiento compartido

Conectar al público con el arte es el principal objetivo de Eduardo y Arturo, guías del Museo Nacional de Arte

“Puedes tener el acervo más grande del mundo, pero si está encerrado y embodegado no sirve de nada. El público es el que le da sentido”, comenta  Eduardo Ysita, quien ha sido guía del Museo Nacional de Arte desde hace 21 años.

 

Las visitas guiadas no sólo son un eje fundamental del área educativa del museo, sino que también son uno de los servicios más nobles y cercanos con el público.

 

“El museo tiene un compromiso real tanto a nivel cultural como social, no es algo de dientes para fuera”, comenta Arturo Pérez, quien también ha sido guía desde hace 17 años. “Yo siempre me pongo en el papel del público y me pregunto, ¿qué quiero recibir de la institución? Nosotros también somos visitantes frecuentes de otros museos y no vamos con la bandera de ser guías, sino con la de servidores.”

 

"La gente viene a aprender, a conocer, a disfrutar"

 

Pero, ¿cómo se construye una visita guiada?, ¿cuál es su proceso de elaboración y su forma de trabajo?

 

“Para nosotros es vital tener la información que deriva de las investigaciones curatoriales”, explica Eduardo. “La lista de obra, por ejemplo, es indispensable, ya que tomamos decisiones con tan solo ver las imágenes en miniatura, es decir, ya desde las medidas de las piezas sabemos por adelantado si se van a incluir o no en el recorrido.” De acuerdo con él, esta decisión es totalmente operativa, ya que es imposible mostrar piezas muy pequeñas a grupos de más de 10 personas de forma fluida. 

 

Una vez con estos materiales, Arturo y Eduardo comienzan a elaborar las guías que utilizarán —tanto ellos como los voluntarios y servicios sociales— en sus recorridos.

 

Además de la bibliografía sugerida por los curadores, los guías alimentan su discurso con fuentes alternas. “Si la carga de la exposición está en lo histórico, nos apoyamos en fuentes que se inclinan más hacia lo biográfico o los discursos estéticos”, refiere Eduardo.

 

Eduardo Ysita en una visita guiada

 

Y continúa: “Incluso hay artistas que tienen una larga trayectoria pero a la vez una vida personal muy nutrida e interesante, por lo que vale la pena hacer hincapié en ciertas anécdotas. Buscamos un discurso muy fluido y completo que es lo que la gente espera. Pareciera que no, pero el público es muy demandante en la visita guiada. A mi me sorprende el nivel de exigencia, pero creo que el Museo Nacional de Arte cumple con todo ese esfuerzo.”

 

Eduardo y Arturo siempre hablan en plural. Hay un “nosotros” evidente en su trabajo. A lo largo de los años han formado una mancuerna sólida que, a su vez, trabaja con otras áreas del museo, principalmente curaduría y museografía.

 

“Hay momentos en los que podemos trabajar de manera individual. Sin embargo, hemos hecho un gran equipo donde sabemos dialogar y discutir cada detalle; incluso el posicionamiento físico de las obras en sala, ya que sabemos que si son importantes para la curaduría deben estar en un buen lugar para los recorridos. Recientemente comenzamos a trabajar de la mano de museografía, esto es algo bueno, porque es un equipo muy sensible que nos ha abierto la puerta”, cuenta Eduardo.

 

Arturo Pérez en la exposición de José María Velasco

 

Arturo reafirma su idea: “Es importante que las visitas guiadas tengan desde el inicio un acercamiento con la estructura curatorial, museográfica y de investigación, de tal manera que cuando se abra la exposición nosotros tengamos muy claro lo que diremos a nuestros distintos públicos.”

 

En ese sentido, explica que las visitas guiadas atienden a públicos que van desde maternales hasta estudiantes de posgrado, por lo que el contenido de los guiones tiene que adecuarse para cada grupo.

 

"De acuerdo al público, el discurso"

 

“Todos los contenidos curatoriales se respetan —ahonda— pero al momento de lidiar con grupos de otras características (que no están habituados a tecnicismos), nuestra responsabilidad es tender un puente con ellos. Es un trabajo que requiere tiempo. Mientras está terminando una exposición, nosotros ya tenemos que estar preparando la siguiente, pero no sólo eso sino que también hacemos recorridos por las salas permanentes”, explica Arturo.

 

Efectivamente, las visitas guiadas son un servicio que nunca se detiene. Durante una hora trabajan con las exposiciones temporales y después se van a la colección permanente. En sus recorridos, lo que Eduardo y Arturo buscan es que la gente se lleve una experiencia y aprendizaje.

 

“La gente se tiene que ir con una experiencia que la haga volver”, dice Arturo, y Eduardo complementa: “Yo siempre pienso: ‘Tengo una hora para transformarte, ¿cómo hacer que te acerques al arte?’. Creo que la mayoría de las veces el grupo queda satisfecho, empiezan a abrir lo ojos, se van interesando. Al final viene el apretón de manos, el reconocimiento, las preguntas sobre otras actividades del museo, lo cual es muy valioso para nosotros.”

 

"¿Cómo hacer que te acerques al arte?"

 

Para Eduardo, la visita guiada es el inicio de otros servicios educativos y su importancia radica en que ayuda a que cualquier tipo de persona —del nivel educativo y socioeconómico que sea— a tener un primer contacto con el arte. “Es para mi un privilegio y lo entiendo como un apostalado el de conectar al público con el arte; al público que no es erudito, al que se da un tiempo para conocer, al que tiene hijos y se preocupa por inculcarle interés cultural.”

 

Asimismo, refiere el cariño que siente por el Museo Nacional de Arte y su colección: “Es el museo de museos del INBA. Estamos muy conscientes de que éste es el acervo de arte más grande del país y eso lo convierte en un reto y además en un privilegio.”


Arturo concluye: “Yo aprendí de Eduardo —que fue mi maestro al entrar y lo sigue siendo—, que el público es lo más importante del museo, sin él, no tiene razón de ser. El público tiene que llevarse una experiencia, la que sea. Para mí ver el edificio y saber que eres parte de él es una enorme satisfacción. Te ayuda a levantarte todos los días y decir “yo trabajo ahí”.

 

 

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